La aritmética del amor

Aritmética del amor
Foto: Gabriel Bastelli

Por Daniel A. Fernández

En lo que a relaciones de pareja se refiere, uno más uno nunca es igual a dos. Desafiando la aritmética, el resultado puede llegar a ser una cifra alarmante. Conoces a alguien, te atrae, te agrada, procuras conocerlo más. Estás con esa persona y supones, con gran ingenuidad, que solamente están ustedes dos. Pues déjame decirte que no es cierto.

Esa persona con la que estás, no importa quién sea, carga consigo una mochila abultada. Esa mochila está repleta de su historia, por lo cual esa persona acarrea con toda una multitud: sus padres (buenos o malos) y el modelo de pareja y los mandatos que le hayan inculcado, otras personas importantes en su vida de quienes haya incorporado alguna enseñanza (positiva o no) y todos los fantasmas de las relaciones anteriores. Por si eso fuera poco, no sólo el otro es en sí mismo toda una muchedumbre sino que, por tu parte, también cargas contigo una mochila hecha de vínculos que, aunque pasados, pueden seguir influenciando tu presente.

En ocasiones, tras haber sobrevivido a una relación de pareja nefasta, circulamos por la vida con el temor de volver a vincularnos con alguien similar al que ya padecimos. Hasta cierto punto esto podría parecer prudente; pero también puede jugar en nuestra contra, si dicho temor nos lleva a proyectar en una nueva persona características negativas que en realidad no tiene.

Por el contrario, si en nuestro pasado existió una pareja que idealizamos, también es posible que inconscientemente busquemos dar en el presente con alguien similar. En dicho caso, no sería extraño que proyectemos sobre una nueva persona características positivas que tampoco existen.

Como lo ves, el pasado parece que siempre está presente y uno más uno es mucho más que dos. Incluso, a veces, basta un primer encuentro con otro para verificar lo fallido de la aritmética en las relaciones humanas. Con frecuencia se hace cargo a una persona de cosas que realmente no tienen que ver con ella. Miramos al otro, pero no lo miramos sólo con nuestros ojos, sino a través de un cristal compuesto por muchos otros que han formado parte de nuestra propia historia. Por eso, al comenzar una relación con alguien, no dejes que esa persona te haga cargo de lo irresuelto en ella. Pero tampoco te hagas cargo de lo que ese otro te reclama a ti y que no tiene que ver contigo. Es necesario que marques un límite y te corras de ese lugar en el que el otro te coloca y que no te pertenece. Y debes ocuparte, sobre todo, de no hacer cargo al otro de cosas que no tienen que ver con él sino con tu pasado.

Daniel A. Fernández
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