Miedo a fracasar (la clave del autoboicot)

Miedo a fracasar
Foto: Kat Jayne

Por Daniel A. Fernández

Nacemos, crecemos, transitamos por nuestro existir, y en ese recorrido solemos llevar con nosotros a un compañero ineludible: el miedo. Si bien, al menos en parte, es absolutamente necesario dado que dicho sentimiento nos protege, hay ocasiones en que se convierte en un estorbo que puede llegar incluso a paralizarnos. Por suerte un mínimo de temor es saludable, ya que de lo contrario no dudaríamos en cruzar la calle sin mirar o conduciríamos nuestro automóvil sin quitar el pie del acelerador, teniendo desde luego consecuencias poco saludables. El problema es cuando el miedo deja de protegernos y se vuelve en nuestra contra, interponiéndose entre nosotros y nuestras metas.

Algunos de nuestros temores son puntuales, tienen una causa fácilmente identificable. Por ejemplo: temor a perder un empleo, temor a ser dejados por una pareja, temor a enfermarse, etc. Existe sin embargo otra forma de miedo bastante frecuente, que suele presentarse cada vez que perseguimos un objetivo determinado y que, muchas veces, es el gran causante de nuestros autoboicots. Me refiero al miedo al fracaso.

Quienes padecen esta clase de miedo, en ocasiones llegan incluso a desistir de intentar alcanzar aquello que anhelan. Desde luego que, conscientemente, todos sabemos que si nos quedamos cruzados de brazos tampoco alcanzaremos eso tan deseado. Dicho de otra manera, si nos detenemos debido al temor, ya estaremos fracasando. Pero pese a que seamos conscientes de esto, el miedo sigue estando y muchas veces llega a ser más fuerte que nuestro deseo, razón por la cual dejamos de avanzar y renunciamos.

Tal vez hayamos acumulado demasiados fracasos en nuestra historia y por ello no nos creemos capaces de soportar uno más. Tal vez hemos sido educados con demasiadas exigencias y hoy nuestra propia exigencia no admite no lograrlo. Ya sea que en la base de nuestro miedo se halle una baja autoestima o un exceso de autoexigencia, lo cierto es que el temor es similar y cumple el mismo efecto.

Probablemente el mayor error sea considerar que, para avanzar, primero debe desterrarse el miedo. Dicho temor suele ocultar a un deseo, deseo que no puede ser alcanzado si no se atraviesa antes al miedo que lo esconde. Se debe encarar entonces al temor como a un fantasma, el cual habrá de retroceder a medida que nosotros avancemos. No debemos esperar que desaparezca sino que debemos ir a su encuentro, enfrentarlo y finalmente atravesarlo. Si no lo hacemos, ese temor se fortalecerá y se volverá implacable. Si en cambio lo enfrentamos, no solo que se debilitará sino que también, tras haberlo vencido, los futuros miedos que habrán de aparecer no nos generarán un gran obstáculo. Serán como fantasmas sin poder. Quien lo logró una vez, sabe que siempre puede volver a lograrlo. Y dicho conocimiento será para su portador como un arma invaluable a lo largo de su existencia.

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Extracto del libro “Los laberintos de la mente” (Editorial Vergara), de Daniel Fernández

Daniel A. Fernández
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