El Rock y el suicidio, o de los que fracasan cuando triunfan

El Rock y el suicidio, o de los que fracasan cuando triunfan
Foto: Los40

Por Silvia Quinelli Viñán

“Veamos si podemos representarnos de otro modo lo que debe sentir el hombre que se resuelve a deshacerse del peso de la vida (…) la naturaleza humana tiene sus límites; puede soportar, hasta cierto grado, la alegría, la pena, el dolor; si pasa más allá, sucumbe. No se trata pues, de saber si un hombre es débil o fuerte, sino de si puede soportar la extensión de su desgracia…” _ “Werther”, obra de Goethe

Kurt Cobain, Chris Cornell, Dolores Oriordan y una larga lista de figuras líderes de bandas de rock alternativo o simplemente rock, fundamentalmente de la década de los 90 y principios del 2000 poseen una característica que los nuclea: su muerte a causa de su propia autoeliminación.

Talentosos, jóvenes, inteligentes, bellos físicamente, carismáticos, creadores y artífices de canciones que pueden considerarse (para quienes pudimos conocerlos en su época y somos admiradores de este estilo musical) como íconos musicales hasta el día de hoy, todos ellos “decidieron” terminar con su existencia de la manera más trágica y desgarradora, con el consabido sufrimiento psíquico que suele preceder a semejante acto.

Agrupaciones como Nirvana (líder Kurt Cobain), Soundgarden y Audioslave (en el caso de Chris Cornell, también con posterior etapa como solista hace aproximadamente una década) y The Cranberries con su vocalista mujer, la maravillosa Dolores Oriordan y su inolvidable voz, son algunas de las bandas que quedaron carentes de su principal figura, quien por lo general es la que suele acaparar la mayor parte del interés y la atención del público seguidor, en sus facetas de vocalista e intérprete de las canciones que componen e inmortalizan.

Dinero, fama, exposición permanente en los medios, presión de éstos, giras interminables alrededor del mundo, consumo de sustancias psicoactivas, proveniencia de familias disfuncionales o poco continentes según se desprende de las biografías existentes, aparecen como elementos en común a todos ellos en sus vidas personales, en sus circunstancias vitales y en sus infancias, más allá de la apariencia “exitosa” que supo deslumbrar al mundo entero en el ámbito de la escena musical de fines del siglo XX y buena parte del siglo XXI.

Sigmund Freud, en el tomo XIV de sus Obras Completas, incluye un breve, pero fascinante artículo denominado “Los que fracasan cuando triunfan”. Pues bien, en este escrito podemos encontrar fragmentos que arrojan luz a la temática por mí elegida para el presente artículo. Freud comienza esta obra hablando de la frustración como una de las causas de la neurosis, para posteriormente expresar algo fundamental en relación al tema que nos ocupa: “… tanto más sorprendidos y aun confundidos quedamos, entonces, cuando como médicos hacemos la experiencia de que en ocasiones ciertos hombres enferman precisamente cuando se les cumple un deseo hondamente arraigado y por mucho tiempo perseguido. Parece como si no pudieran soportar su dicha, pues el vínculo causal entre la contracción de la enfermedad y el éxito no puede ponerse en duda…” (el subrayado me pertenece)

A continuación, Freud da algunos ejemplos referidos a las observaciones clínicas de su época, para luego proseguir expresando que, lo que tienen en común los casos que expone es “… que la contracción de la enfermedad (anímica en ambos casos) subsigue al cumplimiento del deseo y aniquila el goce de éste.”

Más adelante, y analizando el papel protagónico de la frustración en la contracción de enfermedades anímicas, prosigue con su habitual claridad y capacidad argumentativa, de donde extraigo el párrafo quizás más contundente y claro para intentar comprender el tema que analizo: “… En esos casos excepcionales en que los hombres enferman con el triunfo, la frustración interior ha producido efectos por sí sola, y aún ha surgido únicamente después que la frustración exterior cedió lugar al cumplimiento del deseo…”

Quizás el caso más conocido en Uruguay sea el de Kurt Cobain, de Nirvana, fallecido en el año 1994. Su melancolía caracterizaba la mayoría de sus canciones, en las que solía canalizar su mundo interno de una manera muy “catártica”. Temas como Heart shaped Box, Lithium o Serve the Servants (en español “sirviendo a los sirvientes”, refiriéndose a los medios masivos de difusión como sirvientes del poder y de la industria musical) hablan de su profundo sentimiento de soledad, de sus frustraciones, de sus ideas de muerte, de la proveniencia de una familia de padres divorciados que parece haberlo marcado durante su adolescencia. Su mundo interno aparece “volcado”, podríamos decir, en sus composiciones, algunas más estridentes y fuertes en lo musical y otras más serenas en su versión acústica. Asimismo, los videos del grupo son por demás ilustrativos de sus conflictos personales, como una especie de vía de escape para tanto dolor que se desprende de múltiples de sus propios dichos, cartas, declaraciones y biografías póstumas. Posteriormente a su autoeliminación comenzaron a manejarse hipótesis bastante fuertes sobre un probable “crimen perfecto”, que su mujer y madre de su única hija habría cometido, por lo cual el suicidio fue puesto siempre en duda. Tales afirmaciones no han sido comprobadas fehacientemente al día de hoy, ni judicialmente, por lo cual para quien escribe, aunque siempre quedará sembrada la duda, el desenlace fatal por autoeliminación a sus 27 años de edad es la hipótesis más firme.

Chris Cornell fallece en 2018, con 52 años de edad, cometiendo el acto suicida en un hotel durante una gira. Su método, la ingesta de psicofármacos en cantidades suficientes, fue una ingrata y muy sorprendente noticia que ´rápidamente se divulgó en los medios, en esta era digital en la que instantáneamente todo se sabe. Contemporáneo de Cobain, integrante de la llamada movida del Grunge en Seattle, Estados Unidos, su estilo era diferente. Dueño de un talento sin igual, de una voz incomparable y llamador en cierta forma para un público femenino que admiraba su belleza física, compuso canciones que también daban testimonio de su melancolía y, especialmente en “Black Hole Sun”, de su banda Soundgarden en los 90, la vivencia de un mundo hostil, en el cual manifiesta sentirse sólo y ocultando sus pensamientos oscuros, al modo de una gran incomprensión.

Más adelante, liderando la sublime banda Audioslave, Cornell en sus composiciones trae algo que es un ingrediente que suele comprobarse como frecuente en su incidencia en los estados de ánimo disfuncionales; la dimensión del clima, de los aspectos ambientales. Sabido es para quienes manejamos conceptos y practica de psicopatología clínica la influencia notoria que, a menudo, tiene en el aspecto tímico la circunstancia climática. Factores como el frío, lo nublado o lo soleado, lo oscuro o lo caluroso, el viento, la lluvia, aparecen con no llamativa frecuencia en las canciones de Chris Cornell, asociadas expresamente en el contenido de las mismas a sus sentimientos de absoluta soledad, tristeza, enojo y otros sentimientos presentes en estados anímicos de tipo melancólico. “Like a Stone” es, dentro de su extensa trayectoria, quizás la canción que más se parece a un manifiesto acerca de sus ideas de terminar con su vida algún día, mientras expresa tenazmente en su estribillo su soledad y cómo espera que ése día llegue. Algo de trascendental importancia en torno al fenómeno del suicidio en general, en todas las personas que ejecutan el acto o en quienes poseen ideación de este tipo, es el aspecto religioso y vinculado a la creencia o no en Dios. En ambos vocalistas citados hasta el momento podemos asistir a una suerte de no creencia manifiesta en la existencia de Dios, en el agnosticismo de Cornell y en el intento fallido de creencia por parte de Cobain expresado en su canción “Lithium”. La dimensión de lo teológico expresada literalmente en canciones con conceptos como “pagano”, “ángeles”, “Fe”, “Buscar a Dios” si bien está incluida aparece más, a mi entender, como un pedido de auxilio frente a la circunstancia psíquica experimentada, de desolación y desesperanza.

De esta cualidad se distingue la vocalista recientemente fallecida por igual causa Dolores Oriordan, líder del grupo irlandés The Cranberries, confesa creyente y admiradora del Papa Juan Pablo II. Sobre su desenlace no trascendió en su momento gran caudal de información en los medios, gracias al expreso pedido de sus familiares y allegados más íntimos, si bien se manejan hipótesis que hablan de estados de ánimo cambiantes en sus últimos meses de vida, y un pasado de importantes alteraciones del tipo de trastornos de la alimentación, los cuales interferían por demás en su diario vivir. “Zombie”, “Animal Instint”, “Ode to my family” son sólo algunos de sus inolvidables temas.

Llegado este punto podemos interrogarnos, tomando el mencionado texto de Freud, porqué un anhelo de gloria, de realización personal teniendo el talento y las capacidades requeridas para triunfar en la música, porqué luego de llegado el éxito y todo lo que éste trae aparejado estos tremendos cantantes no pudieron soportarlo, incursionando en un ambiente lleno de presiones, excesos de todo tipo, exigencias desmedidas, dinero en abundancia, y fama mundial. Acaso el deseo, una vez concretado, materializado y visto no se adecua a la expectativa inicial y la desborda? Ese desborde, sería quizás algo para lo cual no estaban preparados y, en consecuencia, comenzaron a rechazar, como en el caso de Cobain, quien manifestó en muchas ocasiones querer abandonar la banda, aunque presiones de todo tipo se lo impidieron…. Sus sensibilidades, sus conflictivas personales propias y preexistentes, su lado más humano y menos racional, habrán jugado un rol decisivo al momento de experimentar una repercusión tan gigantesca y no pudieron sobrellevarla? Esta quizás sea la explicación posible para tan triste final de sus vidas, pero habiendo dejado un legado inmortal que quedará por siempre y para siempre mientras busquemos buena música, que a su vez nos haga reflexionar y por qué no, buscar preguntas más que respuestas, que en definitiva fue lo que estos líderes quisieron hacer.

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Silvia Quinelli Viñán

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