El hilo fantasma… ¿una historia de amor?

El hilo fantasma… ¿una historia de amor?
Foto: MoviecounterZ

Por Silvia Quinelli Viñán

“El hilo fantasma”, también conocida en algunas traducciones como “El hilo invisible” (“Phantom Thread”) es una película estrenada en Uruguay y en el mundo a principios de 2018. Con Paul Thomas Anderson como Director, Productor, Guionista y encargado de la Fotografía,amor el filme tiene como protagonista principal al excelso actor Daniel Day Lewis, el que encarna al personaje de Reynolds Woodcock. Cuenta también con la actriz Lesley Manville quien interpreta a su hermana, Cyril, e incluye a quien bien podría considerarse como revelación dado su desconocimiento en el mundo del cine; la actriz Vicky Krieps, de Luxemburgo, quien da vida a Alma, la joven mujer que se convertirá en modelo, musa inspiradora y luego esposa del protagonista. Cabe consignar que esta película gira básicamente en torno a estos tres personajes principales, transcurriendo la brillante trama alrededor del interjuego entre esta tríada, si bien por supuesto hay en la historia otras actuaciones, pero todas en papeles muy secundarios.

Con varias nominaciones a los premios Oscar en su edición del año 2018, esta joya del cine de autor, que sorprende por su diferencia y calidad, no fue galardonada como lo hubiera merecido, hecho habitual en unos premios signados por la Industria de Hollywood en los cuales mayormente las películas más exquisitas no son las que terminan llevándose las estatuillas

La historia transcurre y está ambientada en Londres durante la década de 1950. Reynolds Woodcock es un afamado y prestigioso diseñador de moda (vestimenta femenina) dedicado en sus creaciones a la Aristocracia y las clases acomodadas de Inglaterra de esa época. Desde el principio del filme ya se puede apreciar algo que hace a la compleja y difícil personalidad de este modisto, que se desarrollará y será el nudo principal de la historia: su extremo grado de obsesión, perfeccionismo e intento de control absoluto de todo, siendo su trabajo el principal objeto de su obsesión y su aparente razón de existir y ser en el mundo. Sus rutinas rígidas y estereotipadas, así como la búsqueda de la perfección, las normas, las reglas y el poco disfrute que caracterizan al obsesivo ya se vislumbran desde el comienzo de la cinta y luego se harán mucho más patentes y constantes conforme avanza la ficción. Durante una breve salida a las afueras de la ciudad, que el personaje realiza a poco de comenzada la película, se produce una de las escenas más fascinantes y sutiles, puntapié inicial para lo que será la trama principal; el modisto conoce espontáneamente a Alma, mesera del restaurante al que acude y quien atiende su pedido, luego de tropezar camino a su mesa y de varios cruces de miradas entre ellos en donde tanto las tomas, los silencios, los colores y la sutileza de la escena toda crean un momento de magia. Luego de atendida su orden de desayuno, se produce un directo “¿Cenarías conmigo?” por parte de Reynolds hacia la joven, surgiendo la respuesta también directa y entusiasta de ella, con un simple “Sí” sonriente a quien conocía desde hacía minutos. Este encuentro, verdadero acontecimiento en el sentido de lo nuevo, del hecho inesperado, a la postre será algo que terminará por poner en jaque y sacudir de la manera más intempestiva posible toda esa estructura a priori inamovible de la personalidad del protagonista, prácticamente la obsesión hecha persona.

A partir de este conocimiento comenzará una relación que pasará por vaivenes enredados configurando un lazo en donde el enamoramiento y la pasión, el deslumbramiento y el amor estarán por supuesto presentes, pero en el cual el control, el dominio, la manipulación y un “enganche” en cierta forma no sano serán los aspectos que dominen el vínculo, estando estas formas de control ora en un miembro de la pareja, ora en el otro, en un contrapeso de fuerzas que dejará en evidencia lo más profundo de sus aspectos humanos a la hora del encuentro “romántico”.

Lejos de lo que pasaría en una película común, Reynolds lleva luego de la cena a Alma a su atelier, y luego de él comentarle a ella que lleva consigo, en su ropa, un mechón de pelo de su madre fallecida y que tiene la “costumbre”, desde siempre, de coser mensajes secretos en las prendas que confecciona (¿pensamiento mágico inherente a su estructuración psíquica?) le pide que pose para él y comienza a tomar sus medidas, ubicándola en un lugar de “modelo” para su oficio. Esas confesiones el actor las realiza como si estuviera diciendo algo trivial y común, mientras ella acepta quedarse de pie posando, aunque al rato experimentará cierto malestar por lo extravagante de la situación. Habiéndole ella preguntado a Reynolds porqué nunca se ha casado, aparece Cyril, su hermana, un personaje fuerte, muy marcado, quien al sospechar y/o temer un mutuo interés romántico entre ambos advierte a Alma que Reynolds siente que tiene una “maldición”, una suerte de designio de estar destinado a fracasar en el amor de pareja, lo que podría interpretarse como una de las tantas supersticiones de la patología obsesiva. Cyril es alguien que, además de encargarse de los negocios de la firma de su hermano, también de forma implícita “sostiene” su funcionamiento solitario y obsesivo, según mi interpretación conforme a su conveniencia personal perpetuando un estilo de vida inamovible, congelado en el tiempo, en una casa de gran porte en la que hasta el protagonista experimenta en cierto momento la vivencia de un lugar en el que “se respira un aire de muerte” según sus propias palabras, y donde lo que se salga de su cauce no es bienvenido. Las escasas verbalizaciones o, mejor dicho, el hecho de que las cosas sean expresadas sin ser dichas, que caracteriza a la película hace que se convierta en una narrativa que el espectador debe completar, siendo ésta una de sus principales fortalezas. Obviamente sería imposible relatar toda la obra, por lo cual trataré a continuación de centrarme en las dos o tres escenas más significativas que siguen a lo ya expuesto.

Al adentrarse Alma progresivamente en el oscuro mundo de su amado, vemos su cambio, su transformación; de presentarse al inicio como una joven dulce y bondadosa se irá desencadenando hacia un perfil muy distinto, llegando a ser capaz de hacer lo que sea con tal de lograr su propósito; “quedarse” con Reynolds para ella. Una de las escenas principales transcurre cuando ella organiza una cena “sorpresa” para él. Justamente, la sorpresa, lo inesperado es algo que ya incomoda al modisto predisponiéndolo de mala manera; el imprevisto, lo que no está “programado” en su esquema diario será motivo de una gran disputa y fuerte pelea entre ellos dado que la joven lucha por ser algo más que una mera presencia y además intenta mostrarle que la vida puede ser de otra manera, menos rígida. Luego de esta cena Alma comienza a incluir, en el té que le da, la parte venenosa de unos hongos silvestres que recoge en un bosque, extrayendo con cuidado y en dosis leves algo que supo escuchar de las cocineras de la casa, mientras mira un libro con ilustraciones de cuál es la parte de las setas que NO debería utilizarse por su toxicidad… luego de las ingestas del té el modisto cae enfermo, quedando en reposo, débil y hasta teniendo alucinaciones visuales y auditivas en relación a la figura de su madre fallecida (uno de sus grandes fantasmas). Teniéndolo vulnerable y dependiente Alma comienza a poder dominar la situación, dándole vuelta a quién controla ahora la relación cuidándolo ella en exclusividad pudiendo tomar las riendas de un juego tan peligroso como irracional. Un joven médico es llamado por Cyril pero es casi “despedido” por Alma, quien también excluye del cuidado del enfermo a su cuñada favoreciendo de esta forma que Reynolds pase a depender casi en exclusiva de sus cuidados. Es crucial agregar que la historia se abre y se cierra con la joven dialogando con este médico, a quien le confiesa, como a nosotros los espectadores, los aspectos medulares de la relación.

Una vez recuperada su salud, llega el tan ansiado y perseguido deseo de ella: el diseñador le pide que se case con él, en una escena especial en donde ambos celebran de manera sonriente, feliz y con gran alegría pensando ya en los detalles de la boda. Luego del casamiento, hito fundamental para alguien que parecía estar impedido de tal hecho, tiene lugar otra de las partes principales de la obra; Alma escucha un diálogo entre los hermanos, en donde Reynolds expresa su duda en continuar casado o separarse de su esposa, dado que su llegada a su vida ha trastocado su mundo. Desencajada y furiosa ante semejante hallazgo, aunque sin demostrarlo y manteniendo una frialdad que asombra, la joven ofrecerá otra cena para su esposo, esta vez en la casa de campo, donde colocará el ingrediente tóxico de los hongos pero, esta vez, con la enorme diferencia de la presencia de una cierta complicidad instalada entre ambos, donde esa suerte de juego insano ya es sabido y aceptado por él, en un cruce permanente de miradas hostiles, serias y ambiguas entre los dos configurando una escena de gran tensión y expectativa, uno de los momentos cúspides de la película. Un funcionamiento co dependiente ha quedado hilvanado entre ellos a partir de sus necesidades singulares, donde asistimos a la enorme transformación que ambos han experimentado desde que se conocieron, en el encuentro de dos mundos en apariencia distintos (edad, clase social, género, posición económica) pero que, cabalgando en función de sus componentes narcisistas, de sus intereses vitales individuales y de la búsqueda del otro como necesario y deseado, cada cual desde una demanda diferente, resultan complementarios hacia el final.

Esta maravilla del cine contemporáneo nos interpelará todo el tiempo en lo que tiene que ver con el amor, la obsesión, el deseo, la falta, la relación de pareja, pero por sobre todo pondrá en evidencia qué tan capaces somos de aceptar o no al otro tal cual es o aceptarnos a nosotros mismos en un tema tan universal como el amor o la falta de éste. Y todo esto en un marco de elegancia y sofisticación únicas en cuanto a su realización, con actuaciones magistrales, presentando una banda sonora que acompaña de forma brillante cada escena, con un vestuario imponente, todo lo cual la convierte, para el gusto de quien escribe, en una película imperdible.

Silvia Quinelli Viñán

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