Los mandatos familiares y su efecto

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Por Daniel A. Fernández

En principio es importante destacar que, en lo que a mí respecta, el trabajo de un psicólogo clínico se enriquece cuando se dejan de lados dogmatismos y por ello el profesional se permite incorporar conceptos que diferentes corrientes psicológicas para enriquecer así su tarea. Por tal motivo es que en este artículo tomaremos en cuenta también los aportes de la Psicología Cognitiva.

Según el enfoque cognitivo, un aspecto imprescindible y que tiene un impacto superlativo sobre la identidad y sobre la salud psíquica de un sujeto, será el terreno de las creencias. Según Beck A. y Freeman A. (1997), las creencias son mapas que empleamos para dar sentido al mundo. Podríamos decir que son mapas de lo ocurrido en un pasado, pero que determinan los planes o estrategias a seguir en el futuro. Las creencias más significativas y determinantes se adquieren en la infancia a partir de las relaciones con la familia. Y en este sentido, también podemos pensar en estas creencias que tanto marcan al sujeto como en “mandatos familiares” que, conscientes o inconscientes, determinan en gran parte el accionar, el pensar y el sentir de una persona a lo largo de su vida.

Cuando en Psicología Cognitiva se habla de “esquemas”, nos estamos refiriendo a unidades básicas de procesamiento que integran y dan significado a lo percibido. Se conforman por lo genético, las experiencias de vida y las relaciones. Y sus contenidos, a partir de los cuales se expresan, son justamente las creencias.

Si bien estos esquemas se pueden constituir a lo largo de la vida de una persona, existen los denominados “Esquemas desadaptativos tempranos” que se caracterizan por haberse constituido en experiencias tempranas de la vida. Este tipo de esquemas son crónicos, a menos que sean tratados. Y se desarrollan, más que por un único acontecimiento traumático, por la acumulación de interacciones negativas con los miembros más significativos (familia). Estos esquemas son los más difíciles de cambiar y los que más determinan el modo de pensar y actuar de un sujeto. Vemos aquí la importancia que tienen entonces, también para la corriente cognitiva, los vínculos primarios de un sujeto.

En Psicología Cognitiva, fundamentalmente, se busca detectar los “Esquemas desadaptativos tempranos” de una persona y se procura educarle luego respecto a qué papel ocupan dichos esquemas en su presente, cómo lo marcan y lo llevan a reproducir patrones de vida desadaptativos.

Beck (1983) habla de una interacción entre lo genético y lo interpersonal. Afirma que ciertos temperamentos y pautas conductuales ya están presentes desde el nacimiento. Y dice que entre las pautas innatas del individuo (tendencias) y las pautas de las personas significativas de su familia, puede establecerse un ciclo continuo de refuerzo recíproco. El autor pone el ejemplo de una paciente que era descrita por la madre como más adhesiva y reclamadora de atención que sus hermanos desde el momento mismo del nacimiento, y dice que luego los hermanos mayores maltrataron a esa paciente durante la infancia. Explica finalmente que ese hecho (tendencia innata más el maltrato recibido por el hermano) constituyó la base de una creencia posterior que la marcó en su vida adulta: “No puedo conservar el afecto de un hombre”. Y en razón de esa creencia, la paciente ya adulta tendía a evitar las situaciones en las que podía ser rechazada.



Otro concepto trabajado por Beck (1983) y que muestra hasta qué punto el ambiente familiar influye en las futuras conductas de una persona, son los llamados “pensamientos automáticos”. Estos son mensajes específicos, compuestos por unas pocas y esenciales palabras o por una imagen visual breve. No son cuestionados ni sometidos a prueba jamás por el sujeto. Se viven como espontáneos, apareciendo de repente en la mente como un flash o relámpago, determinando creencias o juicios que impresionan como verdaderos. Estos “pensamientos automáticos”, según el autor mencionado, son siempre aprendidos durante la infancia, debido a influencias parentales o de otros miembros significativos y allegados. Y estos pensamientos llevan a interpretar los sucesos de manera relativamente idiosincrásica.

Beck y Freeman (1997) aseveran que no se puede pasar por alto la importancia de la identificación con los miembros de la familia. Dicen que algunos individuos parecen tomar ciertas pautas disfuncionales de sus progenitores o hermanos, y basarse en ellas a medida que crecen. En otros sujetos los trastornos de la personalidad parecen derivar de la herencia de una predisposición fuerte. Beck (1983) cuenta que, por ejemplo, es posible que una disposición innata a la timidez sea tan reforzada por la experiencia siguiente dentro del grupo familiar, que en el individuo evolucione una personalidad de tipo evitativa.

Si queremos reparar ahora, a modo de ejemplo, en el enfoque de la depresión que hace Beck (1983), diremos brevemente que dicho autor explica el cuadro depresivo justificándolo con la existencia de una tríada cognitiva. Dicha tríada está compuesta por una visión negativa de sí mismo, del futuro y del mundo que nos rodea. Y Beck postula que, precisamente, son algunas de las experiencias más tempranas las que proporcionan la base para formar esos conceptos negativos sobre uno mismo, el futuro y el mundo. Estos conceptos negativos (esquemas) pueden permanecer latentes y ser activados luego por determinadas circunstancias, análogas a las experiencias inicialmente responsables de la formación de las actitudes negativas (Vemos aquí la notable similitud de estos conceptos con las “series complementarias” freudianas ya explicadas anteriormente). Las situaciones desagradables de la vida no conducen nunca a una depresión a no ser que la persona esté especialmente sensibilizada hacia un tipo concreto de situación, debido a la forma de su organización cognitiva. Beck expone como ejemplo el caso de una paciente depresiva, la que se autocriticaba constantemente a pesar de que se le había demostrado ya el carácter no razonable y disfuncional de sus creencias. Dice el autor que esa paciente pudo atenuar ese automatismo cuando volvió a experimentar escenas de su infancia, y por fin comprendió que no se criticaba a sí misma porque debiera hacerlo sino porque la madre siempre la había criticado.

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Bibliografía:

  • American Psychological Association. (2001). Publication manual of the American Pshychological Association (5th ed.). Washington, DC: Author.

  • Beck, A. & Freeman, A. (1997). Terapia cognitiva de los trastornos de la personalidad. Barcelona: Editorial Paidós.

  • Beck, A. (1983). Terapia cognitiva de la depresión. Buenos Aires: Biblioteca de Psicología.

Daniel A. Fernández
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