¿Para qué innovar en educación?

¿Para qué innovar en educación?
Foto: Pixabay

Por Eduardo Velázquez

Al hablar sobre innovación, y no me refiero solamente al ámbito educativo, considero que tomamos a la innovación como un fin en sí mismo: es una estación de llegada, una causa o justificación; “¿por qué innovar?” parece ser el centro de la escena reflexiva, enumerando causas o dando cuenta de pasos o procesos.

Considero que el concepto de innovación cobra otra relevancia -más importante aún- cuando no se piensa únicamente desde el proceso de gestación, sino desde la finalidad, desde el objetivo: el “para qué” abre un espacio de reflexión con un eje central: la construcción de sentido.

“¿Para qué innovar?” es una interrogante que ubica a los actores en un contexto de significados, propósito y posibilidades infinitas.

Según Arocena (1998), la innovación es la puesta en marcha de manera práctica de nuevas formas de hacer, es una disrupción y un cambio que ubica en el eje central a los actores y las acciones que llevan adelante.

Para el autor (Arocena, 1998), las ideas innovadoras nacen a partir del encuentro y ubicadas en un contexto; es un proceso de construcción colaborativa e interactivo entre sujetos que necesitan nuevas respuestas a viejos problemas.

Por lo tanto, referirnos a innovación dentro del espacio educativo nos obliga a pensarla desde y hacia sus actores principales que son docentes y estudiantes mediados por los procesos de construcción de conocimiento que se articulan en el aula. Me es inevitable en este punto -y tal vez hasta indivisible- no relacionarla con los procesos creativos que ya se encuentran dentro del modelo pedagógico compuesto por la tríada didáctica: estudiantes, docentes y conocimiento (Gatti, 1998).

En concordancia con Fullan (1998), la innovación no puede ser tomada como punto de partida, sino que el origen está dado por individuos e instituciones. Los espacios de construcción colectiva que se gestan en un aula, bajo ciertas condiciones y motivaciones, podrían convertirse en auténticos semilleros que apunten a la exploración y a la crítica de problemas comunes y conocidos a partir de múltiples miradas; un lugar de búsqueda, en palabras de Johnson (2011), de lo “posible adyacente”.

Por su parte, Aguerrondo (2002) analiza la innovación a través de la óptica del paradigma. Para la autora, paradigma es un marco previo de pensamiento, una forma de concebir y entender la realidad que es atravesado por dimensiones sociales, políticas, culturales e históricas que potencian o agotan su accionar. Es justamente en el agotamiento que aparece el concepto de innovación: innovar es modificar un paradigma existente.

Relacionándolo con la tríada educativa (Gatti, 1998), el cambio de paradigma podríamos ubicarlo asociado al conocimiento, y a los procesos de construcción o apropiación del mismo.

El aula como espacio creativo y de trabajo adquiere una horizontalidad tal que permite vincularse con el conocimiento desde otro lugar; dejamos atrás los procesos expositivos con un saber concentrado únicamente en el docente, para pasar a una estructura en dónde el conocimiento queda ubicado en una red compuesta por todos los participantes, donde el docente ocupa el rol de mediador, de facilitador, de guía (Pardo, 2014).

De esta forma, conocimiento y crítica de realidad y contexto se vuelven un necesidad imperiosa para los actores involucrados, lo cual conlleva a la apropiación, en términos generales, de los procesos de aprendizaje o inclusive de las realidades institucionales vinculados con el aprender.

Aguerrondo (2002), al igual que Arocena (1998) confluyen en que innovar es sinónimo de modificar reglas, es algo que se encuentra ubicado entre la permanencia y el cambio, entre lo nuevo y lo viejo.

Entonces, ¿para qué innovar en educación? para re-estructurar, potenciar y legitimar los espacios de construcción creativa y colaborativa que ya existen en las aulas, poniendo como eje a los actores principales en su proceso de construcción de conocimiento.

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Referencias:

  • Aguerrondo, I. (2002). Qué es innovar en educación. Recuperado el 18 de mayo de 2018, a partir de https://www.academia.edu/14774489/Que_es_innovar_en_educaci%C3%B3n
  • Arocena, R. (1998). La temática de la innovación mirada desde un pequeño país del Mercosur. Recuperado a partir de http://www.ie.ufrj.br/redesist/P1/texto/NT18.PDF
  • Bates, T. (2001). Cómo gestionar el cambio tecnológico: Estrategias para responsables de centros Universitarios. Recuperado a partir de http://www.uoc.edu/web/esp/art/uoc/bates1101/bates1101.html
  • Fullan, M. (1998). El significado del cambio educativo: un cuarto de siglo de aprendizaje. Revista Profesorado, 6. Recuperado a partir de http://www.ugr.es/~recfpro/rev61ART1.pdf
  • Gatti, E. (1998). Fascículos de autoaprendizaje. Pedagogía Universitaria: modelos. Departamento de Educación.
  • Johnson, S. (2011). Las buenas ideas: Una historia natural de la innovación. Turner Publicaciones, S.L.
  • Pardo, H. (2014). Opportunity Valley. Lecciones <aún> no aprendidas de treinta años de contracultura digital. Barcelona: Outliers School.

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