Motivación en el deporte: el uso de videos motivacionales y otros instrumentos peligrosos

Motivación en el deporte: el uso de videos motivacionales y otros instrumentos peligrosos
Foto: PC World

Por Pablo Ferreira

La motivación es uno de los temas más investigados en el área de la Psicología del deporte, es también una de las temáticas que despierta mayor interés en entrenadores, deportistas y público en general. Biddle (1999) señala que se trata de uno de los tópicos de investigación más comunes, no solo en Psicología del deporte sino también en Psicología general.

Existe una gran vaguedad en relación al uso del concepto de motivación por lo que es necesario identificar los consensos en relación al término para optimizar la calidad de la comunicación y el entendimiento del fenómeno.

A pesar de las diferencias que se pueden encontrar en el desarrollo de distintas teorías de la motivación, parece existir un acuerdo en relación a que la motivación es el acto de mantener y propiciar conductas orientadas a metas.

En la actualidad existe una producción científica muy importante asociada a la motivación, sin embargo el término “motivación” se encuentra ligado a una cantidad de mitos y de conceptos equívocos.

En los periódicos se escribe sobre “charlas motivacionales”, se asocian los resultados deportivos a factores motivacionales, se catalogan a algunos entrenadores como “motivadores” y los equipos contratan “motivadores” que en una sola charla parecen tener el poder de catapultarlos a la gloria deportiva.

Por supuesto dependiendo del resultado, estas personas serán endiosadas o sepultadas.

Se tiende a involucrar la variable motivación muy frecuentemente asociada al rendimiento o resultado deportivo cuando en realidad como señalan Weinberg y Gould (2010), el desempeño de un equipo se sostiene a menudo en factores no relacionados exclusivamente a la motivación, como pueden ser las lesiones deportivas, la superioridad del otro equipo, el control de la ansiedad, la concentración o fallar en el aprendizaje de determinadas habilidades.

Se debe aclarar que la motivación no depende de una sola variable y que tampoco puede ser activada por la “varita mágica” de algunos “iluminados”.

Parece estar en boga el uso de “videos motivacionales” o de “charlas motivadoras” aspecto que desde mi punto de vista es al menos cuestionable, observándolo desde los desarrollos teóricos científicos sobre la temática, como también desde la práctica misma.

Las “charlas motivacionales” y los “videos motivacionales”, pueden ser hasta contraproducentes con los objetivos buscados, dado que en muchas ocasiones influyen negativamente en la activación óptima que necesita un deportista en los momentos previos a una competencia.

El lector aficionado al fútbol me dirá: “pero si hasta el mismísimo Guardiola, uno de los mejores entrenadores de fútbol a nivel mundial ha utilizado videos motivacionales”. Reconozco que me generó mucha curiosidad que ese recurso fuera manejado por Guardiola quien ha buscado, como se titula su célebre biografía, “Otra manera de ganar” (Balagué, 2013).

Al leer el libro mencionado, me encontré con una grata sorpresa. El mismo Pep Guardiola reconoce que no fue un buen momento para mostrar el video que contenía imágenes de vivencias de distintos integrantes del equipo mezcladas con escenas seleccionadas de la película “trescientos”. Un jugador clave en el Barcelona de Guardiola como Iniesta, con respecto al video dijo: “no sé si fue a causa de los sentimientos que generó el video o qué, pero nuestros primeros minutos de la final fueron realmente horrorosos” (Balagué, 2013, p.225)

Este aspecto señalado por tan importantes exponentes del fútbol mundial tiene su sentido analizándolo desde la perspectiva de la Psicología del deporte y es uno de los efectos indeseados que pueden generar los mal llamados “videos motivacionales”. Este tipo de videos muchas veces mostrados como “mágicos”, parecen tener un poder masivo de motivación lo cual lógicamente no coincide con las investigaciones en materia de Psicología del deporte, que hablan de distintas orientaciones motivacionales a nivel individual.

Lo que a un deportista lo puede emocionar hasta las lágrimas, a otro lo puede estresar. Lo que a uno lo anima a esforzarse a otro puede llevarlo a desanimarse.

 

 

El deportista necesita encontrar su nivel óptimo de activación, que nunca puede estar asociado a aumentar los umbrales hasta llegar a los efectos indeseados de la ansiedad (movimientos descoordinados, malestares físicos, tensión) ni tampoco a una relajación tal que no le permita desempeñarse con normalidad. También se corre el riesgo de provocar una sobre motivación que no solo no favorecerá el rendimiento, más bien lo perjudicará. Los momentos previos a una competición deberían estar más vinculados a establecimiento de metas que a mensajes que apunten a las emociones de los deportistas como se cree vulgarmente. Sería mucho más recomendable trabajar con la autoconfianza, con las metas propuestas y planificadas, recordando cuales son los objetivos y cuáles son las fortalezas tanto a nivel colectivo como individual.

Lo cierto es que la motivación es un constructo formado por tantas variables que sería un tanto ingenuo pensar que una charla de unos pocos minutos o un video, tengan el poder de “motivar” a todo un equipo. Y si así fuera tampoco podría ser identificada como la llave del éxito deportivo como suele suceder.

El rendimiento mental no se asocia solamente a la motivación, también se ponen en juego la ansiedad, la concentración, la cohesión del equipo, el estilo de liderazgo del entrenador, el control emocional entre otra gran cantidad de factores psicológicos.

La motivación como cualquier aspecto mental, necesita de entrenamiento.

En palabras de Samulski (2007), la motivación puede ser caracterizada como un proceso activo dirigido a una meta, el cual depende de la interacción de factores intrínsecos y extrínsecos. La motivación que se asocia solamente a factores extrínsecos resulta ser menos perdurable que la motivación asociada a los factores intrínsecos. Por esta razón no sería nada arriesgado decir que una motivación que dependa del uso de un video o de una charla previa, al menos no correspondería con la autorregulación que se pretende en un deportista de elite.

Desde mi punto de vista, es necesario evitar las miradas cargadas de suposiciones y basarnos sobre todo en datos que puedan tener evidencia empírica.

El desarrollo de la Psicología del deporte ha sido muy importante en los últimos años y existen una gran cantidad de investigaciones con una metodología muy seria como para basarnos en suposiciones que resultan ser poco fiables. Afortunadamente hoy en día entrenadores de primera línea a nivel mundial, incluyen dentro de sus equipos de trabajo a Psicólogos especializados en Psicología del deporte.

La especialización es un aspecto crucial para intentar que los trabajos realizados en el entrenamiento mental tengan un fundamento científico, producto de un análisis profesional basado en evidencias y no solo en un resultado que se vincula a aspectos “mágicos”. Lo que no resultaría adecuado sería asociar el trabajo de un Psicólogo especializado, a una garantía de resultados deportivos. Se trata de un profesional más de la plantilla de profesionales que suele trabajar en un equipo deportivo, aportando un saber específico del área mental, no como una parcela alejada y desvinculada, sino como un aspecto más del desarrollo integral del deportista.

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Referencias:

  • Balagué, G. (2013). Otra manera de ganar. Barcelona. Roca Editorial.
  • Biddle, S. (1999). Motivation and Perceptions of Control: Tracing its development and plotting its future in exercise and sport psychology. Journal of Sport and Exercise Psychology, 21, 1-23.
  • Samulski, D. (2007). Psicología del Deporte. Colombia: Kinesis.
  • Weinberg, R. & Gould, D. (2010) Fundamentos de Psicología del deporte y del ejercicio físico. Madrid: Ed Medica Panamericana.

Pablo Ferreira

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