Me quiere, no me quiere: el día de San Valentín

Me quiere, no me quiere: el día de San Valentín
Foto: Imageology

Por Mayte García Zícari

Tú eres tú. Yo soy yo. Si en algún momento o en algún punto
nos encontramos será maravilloso. Si no, no puede remediarse»

Fritz Perls

Globos en forma de corazones, chocolates que abundan en las tiendas de dulces, las calles de la ciudad se vuelven color rosa y las marquesinas de los comercios invitan al consumo de productos varios destinados a parejas.

Es febrero y la ciudad se tiñe de una fiesta que, a pesar de ser impuesta por el imperialismo Norteamericano, se apodera de las mentes y de los cuerpos de las personas.

Es mitad de febrero y lentamente se acerca San Valentín.

Curiosamente la fiesta del 14 de febrero llamada San Valentín nace en países como Alemania e Inglaterra y se caracteriza por ser un día en el que las parejas demuestran su amor exageradamente unos a los otros. En los países nórdicos es en esta fecha en la cual se emparejan y aparean las aves, lo cual es símbolo de amor y creación, dando el significado a la celebración de ese día.

Si bien San Valentín responde a muchas necesidades e intereses de diversas industrias y comercios, su origen se remonta a la época del Imperio Romano. San Valentín era un sacerdote de mucho prestigio en Roma en el Siglo III, durante el gobierno del Emperador Claudio II. Este último decidió prohibir el matrimonio para los jóvenes, quienes eran potenciales soldados, considerando que serían mejores guerreros sin ataduras familiares.

Valentín desafió al emperador alegando que el decreto era injusto y celebraba matrimonios a escondidas, de aquí que tiene su popular figura de Santo de los enamorados. Finalmente el 14 de febrero del año 270 Claudio II ordena la ejecución de San Valentín luego de que hubiese permanecido en la cárcel por diversas acusaciones.

Como podemos ver, este día y dicha celebración proviene de la religión católica, promoviendo una concepción de pareja que en el mundo actual genera sufrimiento a muchas personas, y aún más, promueve una valoración de “estar en pareja” que excluye a quienes eligen (o no) permanecer solos.

Inconscientemente generamos como sociedad mecanismos de promoción de ciertas prácticas para ese día, aunque nuestro comportamiento sea pésimo en otros momentos. Es así que una pareja puede ser violenta e infeliz el resto del año que todo queda en silencio si se regalan bombones, flores o cualquier artículo material el día de los enamorados. Recordarnos el amor únicamente en esta fecha no nos hace estar más enamorados y enamoradas

 

 

Helen Fisher en su libro “Por que amamos: Naturaleza y química del amor romántico” plantea que la humanidad desarrolla tres sistemas cerebrales principales para el apareamiento y la reproducción.

  • Lujuria: Refiere al impulso sexual o libido, que no siempre tiene que ser con una pareja.
  • Atracción sexual selectiva: Esta refiere al amor intenso en la etapa inicial de una relación, el no poder despegarse de otro/a nivel físico, psíquico y emocional.
  • Apego: Esta última indica los sentimientos profundos de conexión con alguien a quien se elige para que nos acompañe a largo plazo.

El amor puede comenzar con cualquiera de estas etapas, por eso hay quienes se enamoran y tiene relaciones sexuales así como otros que tiene relaciones sexuales y luego se enamora. Independientemente del orden, el amor llega cuando esa persona cobra un significado especial, o sea, cuando cierta energía está focalizada únicamente en ella. Dicha energía, que podemos darle el carácter de energía erótica-sexual, caracterizada por la euforia, ansiedad de separación, latidos fuertes, respiraciones agitadas y pensamiento obsesivo, se deposita en el otro generando que sea nuestro objeto de deseo.

El problema se presenta cuando no aprendemos a cuidar esa energía que es nuestra y automáticamente la depositamos en el otro, dejándonos vacíos/as si nos falta nuestro objeto de deseo. Generamos una sobrevaloración de esa persona lo que automáticamente nos deja en un lugar de admirador, repercutiendo en nuestra autoestima. Es así que muchas parejas, al culminar su relación, se sienten devastadas, sienten que les falta algo, se sienten vacías. De hecho así lo están, ya que la energía que alguna vez depositaron en su pareja se fue con ella.

Nos enfrentamos a una problemática que debe ser abordada desde nuestra infancia: el amor hacia nosotros mismos/as.

Cuanto más grande y fuerte sea el amor hacia nuestro ser, cuanto mayor el cuidado y la valoración de nuestras vidas, más sanos serán los vínculos que establezcamos con nuestras parejas. Somos seres completos que no necesitamos que nos complete otro, ni medias naranjas, ni doncellas en peligro a quien rescatar, ni príncipes azules que nos salven de nuestras miserias.

Para ello debemos ejercitar, estando solteros/as o en pareja, el cuidado de nosotros mismos. Hacer las cosas que nos gustan, tomarnos el tiempo para disfrutar de nuestras actividades, desarrollar pensamientos y emociones que sean saludables para nuestra vida.

Es pertinente aprender que venimos a este mundo a cumplir únicamente nuestras expectativas, no las de un otro quien tampoco podrá cumplir las nuestras. Debemos amarnos, perdonarnos y no traicionarnos a partir de la falta de amor a nuestra persona. Esto también nos permitirá aceptar a nuestro objeto de deseo tal cual es, en vez de intentar de cambiarlo para que sea como yo quiero que sea.

Así es que existen días, meses e incluso años que promueven un modelo de amor romántico y absoluto. Romper con este implica la valentía de vivir un amor en libertad, un amor en donde tú eres tú y yo soy yo, no nos completamos, simplemente nos encontramos para vivir un momento perfecto. Si esto no sucede, aunque no pueda remediarse, viviremos felices por siempre en otro encuentro, con otra persona y con otro amor.

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Bibliografía:

  • Fisher, H. (2004). Why We Love: The Nature and Chemistry of Romantic Love. USA: Holt Paperbacks.
  • Nicholi, A. (2010). La cuestión de Dios: C. S. Lewis y Sigmund Freud debaten acerca de Dios, el amor, el sexo y el sentido de la vida. España: Conacult/Educalt.
  • Perls, F. S. (1974). Sueños y existencia. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
  • Wells, T., & Van Der Gaag, N. (2010). La amarga dulzura del chocolate. España: Intermon Oxfam.

Mayte García Zícari
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