Mujeres extraviadas: el diablo viste a la moda

Mujeres extraviadas: el diablo viste a la moda
«The Devil Wears Prada» (2006)

Por Mariana E. Gómez

Esta película trata sobre las soledades de tres mujeres contemporáneas, enlazadas por un mismo significante: la moda.

Por eso, además de ellas, las grandes protagonistas de este film son las marcas. Prada, Dior, Dolce & Gabbana, Gucci, Chanel, Calvin Klein, Versace, etc. se encuentran en esta película y nos muestran cómo estos significantes, marcas fetiches, diría Zizek[i], comandan la vida de miles de consumidores, pero también, de trabajadores.

Entonces, podría empezar hablando de este film refiriéndome al discurso capitalista, al consumo y sus excesos, incluso el título El diablo viste a la moda, da a entender que se podría homologar este capitalismo e imperialismo globalizados que muestra la película al diablo mismo. La película amerita un análisis desde estos puntos de vista.

Pero me ha interesado más pensar esta historia desde estas tres mujeres y sus posiciones subjetivas que convergen en un mismo espacio social y laboral. Un espacio laboral de esta época.

Se trata de la editorial de una revista de moda que se sirve del  hiperconsumo. Una revista que funciona como una vidriera para que los consumidores se satisfagan mirando y al mismo tiempo puedan ser orientados, “educados” en las distintas tendencias que, por supuesto, varían temporada a temporada y de acuerdo a las leyes del mercado.

Estas tres mujeres con historias diferentes, posiciones diferentes y distintas modalidades de gozar y desear trabajan para la revista femenina más glamorosa de Nueva York.

Miranda, su legendaria editora dicta la moda en el mundo entero, millones de lectoras siguen sus recomendaciones. Sus empleados y colaboradores la consideran una iluminada. Los grandes creadores le temen. Todos la veneran. Una palabra suya, un gesto, puede significar la subida o la caída de diseñadores, modelos, fotógrafos.

La película la presenta entrando a la oficina y resolviendo varios asuntos al mismo tiempo, mientras camina por los pasillos, sin perder ni un segundo de su vida. Ella resuelve y funciona sirviéndose del otro. Tenemos así una representante de la época actual. Esto que desde el psicoanálisis y junto a Miller[ii], llamamos la feminización de la época.

Es lo que observamos actualmente, una mayor presencia de las mujeres en la esfera social, laboral y política. Miller va a decir que son las mujeres quienes están más cómodas en esta época que hemos caracterizado también por la caída de las grandes instituciones y los referentes paternos. Con esta inexistencia del Otro, las mujeres empiezan a demostrar que saben mantener una orientación cuando todos están perdidos. Al mismo tiempo, y no por casualidad, buena parte de las mujeres sostiene actualmente que “ya no hay hombres”. Esto nos lleva a la pregunta: ¿Quién es el hombre que, en algunos casos al menos, llega al corazón de una mujer en la actualidad? Pero Miranda no está dispuesta a ceder un mínimo de su de poder por ninguna pareja.

Andrea, por su parte, se presenta con un curriculum académico e intelectual y como alguien a quien no le interesa absolutamente nada del lugar donde trabajará. Sin embargo, se convertirá en segunda asistente personal de Miranda. En la lógica hegeliana del amo y el esclavo no hay dudas de que ella estará dispuesta a ser esclava. Aunque su relato de ficción autojustificatorio, pase por la necesidad de pagarse el alquiler y la posibilidad de establecer contactos con el mundo de los medios.

Comparte su vida con un estudiante para ser chef, celoso y temeroso de perderla, que no soporta verla crecer y avanzar en la vida lejos de él. Como buen obsesivo intentará descalificarla, encontrarle el defecto: “lo tuyo es teléfono y café” o “¿te hicieron la entrevista por teléfono?”. Se trata de un empuje, inconciente, a destruir al objeto de amor. Finalmente, este chico lo logrará, como muy bien  saben hacer los obsesivos con sus histéricas. Terminará por aniquilar el deseo de Andrea por él.

Emily, la tercera protagonista de este film, sabe muy bien lo que quiere. No se queja y es capaz de  todo por alcanzarlo: ir a París para la semana de la moda y obtener la mayor cantidad de ropa de marca. Emily parece ser la más solitaria de todas. Una soledad de la época. Atrapada en su trabajo, sus amistades provienen de allí. Al punto que el día que tiene el accidente no vemos en el hospital ni siquiera a un familiar. Sólo está su compañera Andrea. Sus vínculos parecen ser más líquidos, efímeros, como ocurre en esta  modernidad líquida, donde todo se escurre, principalmente el  tiempo. Son veinte los minutos para comer. Casi nada para ir al baño, etc.

Emily es quien más empecinadamente sostiene su deseo. No posee la inteligencia de Miranda pero sabe muy bien hacia dónde quiere ir. No duda sobre ello y está dispuesta a lo que sea por conseguirlo. Su mundo y todo lo que ella anhela se encuentra en el reducido espacio de su trabajo. No parece buscar más.

El problema surge con el acontecimiento del cuerpo. Es el cuerpo el que le termina poniendo el límite. Lo vemos con el accidente y también con el resfrío. Es ahí donde falla. Hay una cuestión fuerte en ella con el cuerpo. Lo sacrifica al punto del desmayo para estar más delgada, de acuerdo al imperativo de la época. Gozar de un cuerpo cada vez más flaco.

Esta es la diferencia con Miranda, una mujer toda. No hay fisuras, ella no falla, sabe lo que tiene que hacer y con quien estar. ¿Dónde está el límite de Miranda? En la imposibilidad de mantener una  pareja. Todos inevitablemente la dejan. Hay ahí algo que se le escurre. Porque, incluso, en el hecho de haber tenido dos hijas, lo que la hace más completa todavía, (podríamos hipotetizar aquí que al ser gemelas provengan de una fertilización, otra cuestión propia de esta época), aun cuando busca figuras paternas para ellas, no logra retenerlas. Como lo dice en un momento de la película.

Volvamos a Andrea. Pareciera que es la que más dificultades tiene para saber quién es. No sabe demasiado dónde está parada. Si bien ha construido un relato, “quiero ser periodista…”, la vemos yendo de un lugar a otro sin quedarse demasiado en ninguno. Pasa de un imaginario a otro. De periodista seria, intelectual, a chica fashion. De buena amiga que intenta purgar culpas con regalos, a mujer seducida por hombres posmodernos. De joven mujer que puede controlar su vida, llena de buenas intenciones a workhólica descontrolada, desbordada, sin tiempo para su novio, sus amigos, ni para escribir. Es la que más lazos ha establecido en la vida, pero la más perdida en su deseo.

Hay un momento en la historia que es interesante y es cuando Miranda la acusa de tonta, de poco inteligente. Hasta allí, venía soportando todo, su posición de esclava estaba intacta, pero es ahí cuando se quiebra, cuando algo de su fantasma se sacude y decide apelar al otro.

¿Quien será ese otro en quien cobijarse? Será Nigel, ese que cuando la ve por primera vez la llama “una triste personita”. ¿Funcionará para ella casi como un analista, de acuerdo a la lógica transferencial? Amamos a quien le suponemos un saber.

Es interesante la pregunta que él le hace y que va directo a su hueso. Cuando ella le dice, “no me hace falta vestirme de este modo, Miranda sabe muy bien quién soy”, él le responde con una pregunta: “¿y tú, lo sabes?”. Una pregunta que la conmueve y produce un cambio de posición. Deja de quejarse y comienza a actuar. Se convierte en una chica a la moda aunque, como después veremos, ese cambio tampoco la conformará. Ese cambio sólo será una transformación de imaginario.

 

 

Lacan[iii] nos dice que el discurso capitalista ha producido todo tipo de objetos de consumo que pretenden “taponar” ciertos vacíos con los cuales los sujetos deben vérselas. Con estos objetos, producidos infinitamente, muchas veces, los sujetos  intentan suplir angustias, depresiones.

Por otra parte, son objetos que tienen la capacidad de captar el deseo. Y como el deseo nunca se satisface, lo que tenemos es una infinita necesidad de consumir más y más. Muchas veces algunos sujetos vacíos, angustiados, tristes pueden sentir que la compra de algún objeto los calma, los consuela, ya sea el último jean de moda, el Gadget, etc.  Pero también sabemos que esa calma es momentánea, ya que al tiempo habrán querido otra cosa. Y es de esto que se vale el capitalismo, del deseo siempre insatisfecho.

Por eso, tal vez y pese al exceso de ropa y objetos de moda que dibujan la  nueva vida de Andrea, dirá cuando todo empieza a desencadenarse: “mi vida personal pende de un hilo”. Y es justamente esto lo que la define como sujeto. Alguien sostenida en un hilo a punto de romperse, que va pasando de un significante a otro, de un espacio imaginario a otro.

Así, Andrea, ni siquiera parece sufrir demasiado cuando la deja su novio. Al instante la vemos disfrutando de las calles de París con su  amante posmoderno, en ese sentido sus preguntas parecen ser ¿quién soy, qué quiero? Cuando Miranda le dice, desde la lógica del todo «no seas ridícula, todo el mundo quiere esto», ella lo único que puede hacer es bajarse del auto y tirar al agua su  Blackberry. En el agua quedará ese espacio líquido que había construido para ir nuevamente en busca de otros horizontes.

Una mujer tiene siempre un punto de devastación y no hay relación con la ley que pueda ahorrarle eso. Por eso Lacan decía que una verdadera mujer siempre tiene algo de extraviada. Miller[iv] establecerá una distinción entre la mujer que asume su propia inexistencia, su carencia constitutiva (castración), es decir, el vacío de la subjetividad que lleva en su corazón mismo, y lo que él llama la femme à postiche, la mujer postiza, puro simulacro. Esta femme à postiche no es una mujer que abandona su vocación de criar hijos, servir al marido, cuidar del hogar, etc. y se entrega a la extravagancia en la ropa y el maquillaje, a una promiscuidad decadente, a su propia carrera, etc., sino lo que vendría a ser su inversión exacta: una  mujer que se refugia en el vacío que hay en el corazón mismo de su subjetividad, del “no tenerlo” (de ser el soporte estable de la vida familiar, de criar hijos como su auténtica posición, etc.). Estas mujeres dan la impresión de tener un soporte firme, de llevar una vida autosuficiente y satisfactoria en el circuito de la vida cotidiana y sirven como roca protectora o como refugio seguro al que el hombre siempre puede volver. Y es tal vez por esto que el ex novio le insinuará recomenzar la relación.

Sin embargo, el final de la película nos hace dudar. Andrea con otro look consiguiendo trabajo de periodista. No terminamos de creerle y nos preguntamos, ¿hasta cuándo le durará?

Entonces, si pensamos la cuestión desde la ética del psicoanálisis, posiblemente las dos mujeres que no pierden su ética y por lo tanto no se traicionan son Miranda y Emily. Y en el caso de Emily mucho más, con más dificultades, más “barrada”, no traicionará en ningún momento la propia actitud ética. Ella no perderá nunca su ética más propia y por eso resultará ser el personaje más atractivo e interesante de la película.

Así, mientras Andrea se aleja del diablo para pasar a ser la chica buena y Miranda deberá continuar en un eterno sufrimiento por la permanencia en el poder, la bella Emily termina siendo la que más expresa el sentimiento de la felicidad cuando recibe lo que ella más quiere: el regalo de Andrea, los vestidos de París.

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Referencias:

  1. Zizek, S.  A propósito de Lenin. Política y subjetividad en el capitalismo tardío. Buenos Aires, Atuel / Parusía. 2003
  2. Miller, J. A. El otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires, Paidós.2005.
  3. Lacan, J. “Aun” en  El seminario. Libro 20. Buenos Aires, Paidós. 1995
  4. Miller, J. A. “Des semblantas dans la relation entre les sexes” en la Cause freudianne 36. Paris. 1997

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Fuente: Gómez, M. (2008, julio 16). El diablo viste Prada. Soledades actuales, éticas individuales y el consumo como enlace contemporáneo. El Sigma. Recuperado a partir de http://www.elsigma.com/cine-y-psicoanalisis/el-diablo-viste-prada-soledades-actuales-eticas-individuales-y-el-consumo-como-enlace-contemporaneo/11748

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  1. Andrea Coppola Zícari
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    Felicitaciones por el artículo !!! He visto la película varias veces y el análisis de la misma es muy diverso según la mirada del espectador. . Desde un enfoque sistémico en el entorno laboral como era el funcionamiento de la empresa sostenido por el rol de cada uno de los personajes, como cambia el sistema de la pareja al obtener Andrea ese empleo y también el impacto que se genera en el vínculo con su familia, compañeros y amigos. Muy interesante también hacer la lectura desde la psicopatología de algunos personajes con estructuras obsesivas y modalidades transgresoras y desde un enfoque de derechos y obligaciones laborales que permiten reflexionar sobre el clima organizacional y el proceso de enfermar…
    De acuerdo con el artículo que refleja la realidad de muchos en cuanto a la sobrecarga de trabajo y la escasa disponibilidad de tiempo libre

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