Al decir de Paulo Freire “la educación es un acto que requiere de amor y coraje…”.
Para educar es esencial la idea de vínculo pedagógico, que se establece entre el educador y los educandos para que ello sea posible. Al hablar de vínculo tenemos presente que el mismo es una estructura, una construcción donde interactúan múltiples factores psicológicos, sociales, históricos y culturales que cada una de las partes porta ante el encuentro con el otro.
Constituye en sí mismo un desafío que invita a desentrañar lo que se ve a simple vista, desde lo manifiesto, al educando, su presentación, su familia, vestimenta, su capacidad para asimilar el aprendizaje o no, de lo que realmente es (lo latente). A pesar de parecer sencillo es uno de los mayores trabajos en el marco educativo, tomarse la tarea de profundizar para conocer la realidad de la persona que tenemos en frente. Sin este paso es impensable el aprendizaje, ya que se entiende que va unido al concepto de salud, y si el mismo nos es tratado no se puede avanzar en el currículum.
Desde el año 2000 aproximadamente la ANEP cuenta con técnicos que integran los Equipos Multidisciplinarios, destinados a trabajar en algunos centros educativos del país principalmente en educación inicial y primaria, y educación media, que contribuyen a acompañar, orientar y trabajar en conjunto con los docentes, familia, alumnos y autoridades sobre este tema, reforzando la idea de que el trabajo en solitario es insalubre si no pensamos con otros. En el Uruguay de hoy, donde cada vez más se complejizan los vínculos educativos por diversos factores, es inimaginable, pensar la educación desde un solo lugar, sin tener en cuenta lo interdisciplinario, el trabajo en equipo y el trabajo en red, favorecedores de la inclusión educativa.
Al igual que en el vínculo terapéutico, hablamos de encuadre; lugar, hora y planificación para que sea posible el desarrollo de los contenidos, en este caso educativos, y de sus procesos. No escapa de este modelo los aspectos transferenciales y contratransferenciales de lo que nos genera el otro a la hora del encuentro pedagógico, y lo que generamos en el otro y cómo lo entendemos. Es fundamental la comunicación, preguntarnos, preguntar, pensar y conocer qué es lo que está pasando. El vínculo entre educadores y educandos se desarrolla en un único escenario que es el centro educativo, formando parte también del encuadre, desde la normativa institucional que protege los derechos y obligaciones de ambas partes.
El vínculo pedagógico en sí mismo está cargado de poder, desde el lugar docente y adulto, por lo que representa ser portavoz del conocimiento y saber, y si no se trabajan los aspectos emocionales en los distintos espacios institucionales (coordinaciones docentes) o personales (psicoterapia) que subyacen, será muy probable encontrarnos con la frustración, desgano y apatía frente al acto de educar, y dificultades para apropiarnos del lugar de trabajo.
Está en juego en todo el proceso, el modelo identificatorio presente en el jóven hacia el docente, para contribuir en forma positiva o negativa en su futura orientación vocacional ente otros, por lo cual, el cuidado de todos los factores que inciden en la relación en sí misma, tendrán su incidencia, aunque no se lleguen a conocer a corto plazo. Estos modelos marcan para toda la vida los aprendizajes.
En el intercambio comprometido de miradas desde lo interdisciplinar, se logra la riqueza y construcción de estrategias que representan un verdadero aprendizaje para ambas partes.
En el acto de educar está implícita la noción de proceso, de cambios, logros alcanzados y de clima institucional. Desde una concepción sistémica, si uno de los integrantes del sistema, en este caso el docente, se posiciona desde el lugar de cambio, empatía, compromiso, límites claros, trabajo y motivación logrando la adhesión de la mayoría, nos encontraremos con gran disposición para afrontar los problemas cotidianos, superación y resolución de los mismos. Entendiendo lo contrario con el modelo sistémico opuesto.
La población estudiantil de hoy y los cambios sociales y tecnológicos, interpelan a los educadores a estar en permanente actualización y búsqueda de herramientas educativas que cautiven la atención, fortalezcan y recuperen el deseo de aprender. El encuentro desde ese lugar, permite que sea un aprendizaje para ambas partes. Al no ver las necesidades que se presentan a la hora de aprender y enseñar desde la diversidad y singularidad, amenaza el distanciamiento, la desvinculación educativa y en ocasiones las conductas violentas.
Visibilizar y decodificar las dificultades que se van encontrando en el camino de la educación y el trabajo, mirarnos y mirar para seguir caminando, buscar y no dejar de buscar con otros para encontrar las mejores estrategias pedagógicas, constituye una de las mayores riquezas para quienes nos encontramos trabajando en el sistema educativo en el Uruguay de hoy.
_______________
Bibliografía:
- Houtman, I., y Kompier, M. (2007) , “Trabajo y salud mental “. Enciclopedia de salud y seguridad en el trabajo, en http://209.85.207.104/tomo 2/5.pdf
- Morin, E. La epistemología de la complejidad. Granada. 2004
- Schvarstein, L . (2006) “Psicología social de las organizaciones”. Paidós
- Sacristán Gimeno, J (2007) (comp) “Educar por competencias; qué hay de nuevo?”
- Schlemenson, A (1990). “La perspectiva ética en el análisis organizacional” Edit Paidós.
- El barro y sus formas en el taller de expresión - septiembre 5, 2016
- Arteterapia: caudal de emociones e imágenes en movimiento - agosto 15, 2016
- Multidisciplina en la Educación Técnica Profesional - julio 13, 2016