Existe en el imaginario de los adultos la visión de la infancia como “la edad dorada”, sin embargo cada vez más se identifican indicadores de depresión en los niños; tanto en lactantes como en preescolares y escolares.
Actualmente es muy difícil hablar de cuántos niños en el Uruguay presentan depresión ya que las consultas específicamente por este tema son muy escasas, y no necesariamente son por inferencia de depresión.
En relación a lo anteriormente expuesto se destaca que no hay datos numéricos de qué pasa en la lactancia en relación al tema. Pero sí sabemos que a medida que avanzan las etapas evolutivas aumenta el porcentaje de la misma.
Cómo darnos cuenta cuando un lactante podría estar cursando un proceso depresivo:
- Cuando se evidencia apatía; se observa a un bebé desinteresado en el vínculo con adultos u otros referentes y además se presenta quieto, con escasa movilidad, interactúa poco con los demás.
- Cuando presenta inhibición motriz; dificultades en adquirir movimientos esperados para la etapa en que se encuentra.
- Su crecimiento y peso es menor al esperado, con dificultades en la alimentación y tiene llanto frecuente.
Este cuadro se lo asocia a la pérdida de la figura de apego primaria (la madre) y que no haya aparecido un sustituto adecuado, o pérdida por ausencia emocional (cuando la madre no sostiene emocionalmente al bebé). También se lo asocia a una disfunción en la interacción madre-bebé (ausencia de capacidad de respuesta adecuada).
Cómo darnos cuenta cuando un preescolar podría estar cursando un proceso depresivo:
- Cuando vemos que el niño presenta su cara y aspecto general de tristeza
- Cuando se lo observa con trastornos en el sueño, en más (que duerme demasiado) o en menos (que duerme pocas horas).
- Cuando existe un trastorno en la alimentación; come demasiado o le cuesta comer.
- Cuando estamos frente a niños que fácilmente se cansan o se aburren.
- Cuando se los ve desinteresados (apatía) o con hiperactividad (no dejan de moverse y estar en actividad)
- Cuando no les gusta jugar o tienen dificultades para relacionarse con otros niños.
Cómo darnos cuenta cuando un escolar podría estar cursando un proceso depresivo:
- Cuando vemos que el niño presenta su cara y aspecto de tristeza persistente.
- Dificultades en experimentar placer.
- Desesperanza, pesimismo; son niños negativos.
- Pasividad; les cuesta expresar lo que quieren y todo les da igual.
- Disminución del rendimiento escolar (es más frecuente que lleguen a la consulta por este tema).
- Aburrimiento frecuente.
- Quejas físicas (dolores manifiestos)
- Cuando padecen frecuentes accidentes y lesiones corporales debido a los mismos
- Irritabilidad, mal humor, se enojan con frecuencia.
- No aceptan fácilmente las propuestas que la vida les ofrece.
- También se distraen a menudo.
Se pueden clasificar los siguientes grupos de riesgo:
- Cuando nos encontramos con niños que presentan cefaleas inmotivadas (frecuentes dolores de cabeza)
- Niños internados por diferentes motivos; accidentes, enfermedades, intervenciones quirúrgicas.
- Niños con dificultades de aprendizaje; dislexia, con un descenso de su rendimiento escolar.
- Niños que presentan un trastorno del humor; fácilmente pasan del llanto a la risa y a la inversa.
- Niños víctimas de situaciones traumáticas; duelos, mal trato, pérdidas significativas, separaciones.
- Es importante diferenciar la tristeza frente a una situación determinada de la depresión (sostenida en un tiempo considerable sin mejoría).
¿De dónde proviene su origen?
El mismo es multicausal; puede asociarse a un componente biológico, a una alteración en los neurotransmisores, sin descartar la posibilidad de que sea hereditaria (que alguno de sus padres o familiares sean depresivos).
También se asocian a causas psicológicas, familiares y sociales; patrones negativos de pensamiento, funcionamiento familiar de riesgo (mal trato físico, sexual o emocional), adicciones, alcoholismo instalados en la misma.
Por último es frecuente encontrar niños con diagnóstico de depresión cuando forman parte de familias “sordas emocionalmente” o “mudas emocionalmente”, con grandes dificultades en la comunicación, que no logran captar al niño real que tienen, no lo aceptan tal cual es y realizan exigencias desmedidas o se manejan con parámetros de idealización, comparación y desestimación de las conductas del niño.
¿Cómo sería el tratamiento?
Primero que nada es fundamental lograr una consulta oportuna con profesional especializado y así lograr un psicodiagnóstico clínico realizado por un profesional capacitado en la temática; Psicólogo con especialización en niños.
Muchas veces el abordaje es multidisciplinario; con Pediatra tratante, Psiquiatra Infantil, quien pueda integrar la farmacoterapia mediación pertinente si amerita, Neuropediatra y Psicopedagogo, según cada caso.
Luego del psicodiagnóstico, puede estar indicada la psicoterapia, promoviendo el cambio en los patrones negativos de pensamiento que caracterizan la depresión, trabajando con el niño y sus distintos sistemas: familia, escuela, amigos, otros referentes y profesionales, y con una perspectiva de prevención en salud, ya que si el niño no recibe atención y tratamiento en esta etapa nos encontraremos con una tendencia a la cronicidad, trastornos de conducta graves, comportamientos violentos y sobre todo riesgo suicida en etapas posteriores de la vida.
Siempre hay que trabajar con la familia, quienes tienen que comprender lo que le está pasando al niño, comprometerse e involucrarse en el proceso psicoterapéutico. Ya que la mayoría de las veces, el niño es el portavoz de algo que está sucediendo en la familia.
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Bibliografía:
- Asociación Psiquiatría Americana DSM – IV Manual diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson; 1994.
- Bleichmar H. La depresión: un estudio psicoanalítico. Buenos Aires: Nueva Visión ; 1978
- Freud. S, Duelo y Melancolía, Obras completas (trad) J.Luis Etcheverry, Buenos Aires: Amorrortu, 1917 primera reimpresión 1984. Tomo XIV. P 235-55
- Haley, Jay: Terapia para resolver problemas. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1980 (e.o. 1976).
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Artículo publicado en Sitio de la Red de Psicólogos del Uruguay www.redpsicologos.org; Uruguay Educa; Portal Educativo de Uruguay; ANEP (07/03/2013) y en Revista para padres TATETI (04/06/2012).
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