The Big Bang Theory: la solución de Sheldon Cooper

The Big Bang Theory: la solución de Sheldon Cooper
«The Big Bang Theory» (2007)

Por Eugenia Molina

«La serie americana es el relato del mundo de nuestra época. Tendríamos razón en decir que nuestro mundo está estructurado como una serie americana».

Gerard Wajcman – Tres notas para introducir la forma serie

Del Nombre del Padre a la pluralización de los nombres del padre

La época y sus expresiones, nos provee gran número de ejemplos de eso que Jacques Lacan llamó la pluralización del Nombre del Padre. Si bien está planteado claramente a la altura de su Seminario Los nombres del padre (2006), ya se esboza en Los complejos familiares… de 1938 y luego en su Seminario La Angustia (1962-1963), eso que hoy conocemos como el desfallecimiento del reino del Nombre del Padre.

Podemos leer con Lacan que la época de ese reino corresponde a la época freudiana del psicoanálisis y a sus historiales clínicos, donde nadie dudaría que la conversión histérica resulta un claro ejemplo de un síntoma organizado por el padre.

A partir del desfallecimiento de este nombre como Uno y su consecuente pluralización – pulverización, ingresamos a la época lacaniana del psicoanálisis en la cual contamos con que no hay un Otro garante que organice la existencia del mundo y a eso le llamamos la inexistencia del Otro (Miller, 2005).

Las identificaciones y el mercado

Nos encontramos entonces con la época de las pluralizaciones, y en esto ingresan fundamentalmente las identificaciones, como efecto de ese estallido del significante del Nombre del Padre que era vector único de la autoridad. Hoy no se trata de la identificación al Uno o al Amo solamente, sino que encontramos una gran variedad de posibilidades. Situación que el mercado ha sabido explotar muy bien y generar ofertas en las que los sujetos se encuentran reflejados, compartiendo uno o varios rasgos, fenómeno que produce efectos de identificación.

Dentro de las posibilidades que el mercado ofrece al respecto nos encontramos con las series de televisión.

Una de las sitcoms más vistas de la época, estrenada en 2007 cuyo contrato con CBS para temporadas se extiende hasta el 2014 es The Big Bang Theory. Pareciera que promete ser la heredera de las exitosas Seinfeld, Friends o The Nanny.

¿Desde qué perspectiva analizar este fenómeno en el que tanto jóvenes como adultos siguen afanosamente, adoptan a los personajes, se identifican con ellos muchas veces, permitiendo así que año a año se renueve una temporada más?

Es importante para un psicoanalista esta lectura, debido a que la identificación nombrada a partir de un significante es lo que posibilita que un sujeto pueda ingresar en el engranaje de los discursos. De hecho, es lo que muchas veces intentamos promover en la clínica, que un sujeto que carece de un nombre que le de consistencia a su ser, pueda asirse de un significante que lo nomine (Miller, 2005b).

Cuatro más uno

En The Big Bang Theory nos encontramos, podríamos decir, con cuatro personajes más uno, los cuatro científicos nerds, y la joven vecina incauta del saber científico que conmueve y descompleta al grupo.

Leonard (Doctor en Física Experimental), Sheldon (Doctor en Física Teórica), Howard (Ingeniero Aeroespacial) y Raj (Astrofísico) son cuatro jóvenes que no superan los 26 años y que se encuentran en la vida a partir de su trabajo en la universidad.

Los encuentros de estos jóvenes se suceden en el bar de la institución, o en la casa de alguno de ellos o de su vecina Penny, en una tienda de comics o en alguna sala de cine en la cual proyectan una película de sus sagas preferidas, tales como Viaje a las estrellas o La guerra de las galaxias.

El modo en que estos cuatro científicos jóvenes se relacionan entre ellos es a través de los videojuegos: Wii, Xbox y The World of Warcraft, Halo, etc., no pudiendo encontrar generalmente otro modo de discurso en el cual ubicarse e interactuar entre ellos.

Sólo a través del discurso de la ciencia, llevado a su máximo nivel de escotomización, o bien a partir de estos juegos virtuales los personajes hablan entre ellos, sumidos en un mundo tecnológico tan atrapante como condicionante a la hora de regular sus vidas de relación, en especial la relación al otro sexo.

Estos jóvenes se identifican a ese discurso amo, tanto el de la ciencia como el de la tecnología, y la serie nos muestra cómo desde un principio ese es su único modo de hacer lazo.

Sin embargo, la aparición de su linda y despreocupada vecina, quien se encuentra totalmente ausente del interés científico de sus amigos, pero no tanto de su relación a la tecnología; viene a conmover esa hermandad nerd, produciendo de alguna manera que se dibuje el rasgo diferencial de cada uno de los personajes.

Así los cuatro científicos ya no serán los mismos cuatro: sino que serán el obsesivo y enamorado Leonard, el inhibido y confundido sexualmente Raj, el anticuado y desesperado Howard y, quien se lleva las mejores críticas de la serie, el superdotado y soberbio Sheldon.

La aparente coagulación de una identificación grupal comienza a resquebrajarse, mostrando a lo largo de los capítulos que cada personaje va perfeccionado su rasgo propio, más allá de una nominación grupal. Complejización que va en aumento a medida que comienzan a incorporarse nuevos personajes femeninos a la historia.

 

 

Uno entre otros

El sesgo que toma la serie ubicada en las coordenadas de la época es el de la pluralización de las identificaciones, en un universo que vale tanto la más innovadora y condensada teoría astrofísica, como el último nivel alcanzado en el Warcraft. No hay un nombre que ordene lo que podría considerarse el éxito, puede valer tanto uno como el otro, siendo esta una característica propia de la premisa lacaniana: el Otro no existe. Es decir, no hay uno que encarne el vector que orienta al mundo, puede ser una teoría científica tanto como un videojuego.

Si bien en la serie queda claro que no hay el Uno que orienta, también aparece de manera graciosa pero no menos contundente, que la presencia femenina se encarga de descompletar, de conmover el espíritu de grupo y de cuestionar aquellas máximas que antes de su presencia parecían inamovibles. Así, cuando Penny invita a salir a sus amigos y ellos responden que no pueden porque es miércoles, ella insiste: “qué importa que sea miércoles”. Sheldon dictamina que los miércoles son noche de Halo. Pero Penny con su perseverancia femenina insiste: “¿por qué no pueden jugar Halo mañana?” Todos se miran, pero nadie tiene una respuesta…y aunque Sheldon argumente que es imposible porque los jueves es noche de pizza, el efecto provocado es que la rutina a veces puede romperse.

Así la infinitización de Sheldon y su imposibilidad de interpretar al otro, ya sea el humor o la ironía, termina muchas veces encontrando un borde, un freno en una pregunta falsamente ingenua de su vecina.

Podemos decir que Penny, con su semblante despreocupado pero siempre atenta a sus compañeros, es quien interpreta al grupo, si es que tomamos la interpretación en el más estricto sentido milleriano, como una interpelación al goce (Miller, 1996).

La solución de Sheldon Cooper

The Big Bang Theory se está consagrando como la sitcom más vista en este momento. ¿Qué es lo que atrapa al público en general? Por una parte el lenguaje tecnológico y virtual, su manejo de las redes sociales, de las últimas novedades en videoconsolas y videojuegos, el fanatismo por determinados comics y films, provocan un diálogo con el espectador: desde los adultos fanáticos de Stars Wars hasta los pequeños seguidores de Age of Conan, o cualquier sujeto que en la actualidad se considere medianamente conectado por Facebook, Twitter o My Space.

Sin embargo no podría decirse que basta esta identificación imaginaria para provocar este éxito.

Seguramente habrá muchas explicaciones desde diferentes marcos conceptuales. Sin embargo, pienso que hay un punto que un psicoanalista no podría dejar de tener en cuenta, y es cómo un sujeto puede hacerse un nombre que estabilice su locura, y que esto le dé un lugar en el mundo.

The Big Bang Theory trata, sin tocarlo directamente, el tema de la segregación, y cómo un sujeto que no consiente al lazo social, que no tiene posibilidad de integración, encuentra en toda esta parafernalia tecnológica y científica, herramientas válidas para inventarse una solución que le permita vivir, por supuesto que a su modo, un poco por dentro del mundo.

Así Sheldon, es el Doctor Sheldon Cooper, aspirante a premio Nobel en Física, y para él vale ese nombre como motivo de su vida, aunque nunca lo consiga.

Claro que inventarse una solución de este tipo no es algo que logra solo, sino que cuenta con otros que son un poco como él, pero no exactamente iguales.

Y entre esos otros, Penny, que es quien más cuestiona el modo de vida cerrado e intolerante de Sheldon, al hacerlo le permitirá, aunque parezca paradójico, tener una vida un poco más vivible, parecerse un poco más al resto, sin que eso signifique sobreadaptarse absolutamente.

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Referencias:

  • Lacan, J. El Seminario de Jacques Lacan. Libro 10: La Angustia. Bs.As.: Paidós, 2006
  • Lacan, J. De los Nombres del Padre. Bs. As.: Paidós, 2006
  • Lacan, J. El Seminario de Jacques Lacan. Libro 23: El Sinthome. Bs. As.: Paidós, 2006
  • Miller, J.-A. Entonces Shhh…, Bs. As.: Eolia, 1996
  • Miller, J.-A. De la naturaleza de los semblantes. Bs. As.: Paidos, 2001
  • Miller, J.-A. El Otro que no existe y sus comités de ética. Bs. As.: Paidós, 2005
  • Miller, J.-A. «Una Fantasía» en Revista Lacaniana de Psicoanálisis. Bs. As. EOL. Año 3, Nº3, 2005

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Fuente: Molina, E. (s. f.). La solución de Sheldon Cooper. Journal Etica y Cine. Publicado originalmente en Etica y Cine, Volumen 2 Número 2, Julio 2012 Recuperado a partir de http://journal.eticaycine.org/La-solucion-de-Sheldon-Cooper

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