Tercera edad: una etapa vital con sentido

Tercera edad: una etapa vital con sentido
Foto: Carol Kramberger

Por Daniel A. Fernández

Para muchas personas la tercera edad es un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional y psicológico. Es en dicha etapa cuando la persona hace una suerte de resumen de lo vivido hasta el momento, y es posible lograr felicitarse por la vida que se ha conseguido y reconocer asimismo los fracasos y los errores. Este es un período en el que se da la oportunidad de gozar de los logros personales y contemplar los frutos del trabajo personal que serán útiles para las generaciones venideras. La vejez constituye la aceptación del ciclo vital único y exclusivo de uno mismo y de las personas que han llegado a ser importantes en este proceso. Supone una nueva aceptación del hecho que uno es responsable de la propia vida. Aproximadamente comienza alrededor de los 65 años y se caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de todos los sistemas corporales. Por lo general se debe al envejecimiento natural y gradual de las células del cuerpo. A diferencia de lo que muchos creen, la mayoría de las personas de la tercera edad conservan un grado importante de sus capacidades cognitivas y psíquicas.

A cualquier edad es posible morir. La diferencia estriba en que la mayoría de las pérdidas se acumulan en las últimas décadas de la vida. Es importante lograr hacer un balance y elaborar la proximidad a la muerte. En la tercera edad se torna relevante el pensamiento reflexivo con el que se contempla y revisa el pasado vivido. Aquel que posee integridad se hallará dispuesto a defender la dignidad de su propio estilo de vida contra todo género de amenazas físicas y económicas. Quien no pueda aceptar su finitud ante la muerte o se sienta frustrado o arrepentido del curso que ha tomado su vida, será invadido por la desesperación que expresa el sentimiento de que el tiempo es breve, demasiado breve para intentar comenzar otra vida y buscar otras vías hacia la integridad.

 

 

El duelo es uno de las tareas principales de esta etapa, ya que la mayoría debe enfrentarse con un sinnúmero de pérdidas (amigos, familiares, colegas). Además deben superar el cambio de status laboral y la merma de la salud física y de las habilidades. Para algunas personas mayores la jubilación es el momento de disfrutar el tiempo libre y liberarse de los compromisos laborales. Para otros es un momento de estrés, especialmente de desprestigio, dado que muchas veces el retiro supone una pérdida de poder adquisitivo o un descenso en la autoestima.

Si el sujeto ha sido incapaz de delegar poder y tareas, así como de cuidar y guiar a los más jóvenes, entonces no sería extraño que le resulte difícil transitar esta etapa y llegar a elaborar la proximidad de la muerte. Estas personas se muestran desesperadas y temerosas ante la muerte. Y esto se manifiesta, sobretodo, en la incapacidad por reconocer el paso del tiempo. No lograron renunciar a su posición de autoridad ni han hecho un balance positivo de la vida transcurrida.

La tercera edad es la etapa en la que se adquiere un nuevo rol: el de ser abuelo. El nieto compensa la exogamia del hijo. La partida del hijo y la llegada del nieto son dos caras de la misma moneda. El nuevo rol de abuelo conlleva la idea de perpetuidad. Los abuelos cumplen una función de continuidad y transmisión de tradiciones familiares. A través de los nietos se transmite el pasado, la historia familiar.

Para finalizar podemos plantear que una vejez plena de sentido es aquella en la que predomina una actitud contemplativa y reflexiva, en la que se da la posibilidad de reconciliarse con los logros y fracasos personales. Lo ideal sería lograr la aceptación de uno mismo y aprender a disfrutar de los placeres que esta etapa tiene para brindar.

Daniel A. Fernández
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