Ser y conocer: las tecnologías del yo

Ser y conocer: las tecnologías del yo
Foto: Unsplash

Por Eduardo Velázquez

«El punto de vista crea el objeto» (Bourdieu & Passeron, 2013) decía Saussure, y el punto de vista no posee otro aliado más importante que el paso del tiempo; construcción y apropiación del mundo están delineados a partir de la época histórica en la cual estamos inmersos, que nos permite entender a ese «subjectum» que significa «lo que está por debajo» (Amy, 1995), íntimamente ligado a la historia de cada uno y de la sociedad en su conjunto.

Conocernos y construirnos responde a un proceso histórico, dónde también se generan las herramientas para construir realidad, haciendo a nuestra forma de estar y de ver el mundo.

Es pertinente abordar y desnaturalizar los procesos que nos construyen como sujetos y preguntarnos ¿cómo nos entendemos a nosotros mismos? y ¿qué herramientas utilizamos para definir aquello que llamamos «verdad»?.

Las «tecnologías del yo» (Foucault, 1990) son procesos que nos invitan al aprendizaje y a la modificación, forman parte de la misma espiral dialéctica en la cual estamos inmersos, y por ello tampoco son ajenas al contexto socio histórico que las contiene.

Creamos y somos creados, construyendo tantas realidades como sujetos existan.

Las ciencias apuntan a construir una imagen de nosotros y del mundo en el cual habitamos, pero dichas disciplinas no son capaces de definir para si un sector de lo real, encontrar lo que es propio de ella, sino que toman del entorno y lo subdivide para poder conocerlo, estudiarlo e incorporarlo.

Las ciencias actúan como modelos territorializantes, clamando para si, estructurando y definiendo, de esta forma, a «su» objeto de estudio.

Conocerse a uno mismo puede llegar a ser, entonces, una visión parcial, a partir del eje de estudio en el cual el sujeto se pare a observar y observarse.

Hablar de verdad es, de esta manera, una premisa fundacional vacía, un concepto dogmático y minimalista. No es posible hablar de una única verdad, sino de verdades, mucha veces contrapuestas, enfrentadas y otras tantas complementarias entre si.

Conocerse, entonces, desde el punto trazado desde las ciencias, es alejarse de uno mismo, es renunciar al ser y convertirse en objeto que pueda, de esta forma, ser estudiado, seccionado y analizado.

Conocer y conocerse será diferente desde la medicina, la psicología o la filosofía. Inclusive es diferente el objetivo estimado de cada uno de nosotros, así como nuestra forma de estar y percibir el mundo.

El conocernos desde este enfoque también nos ha llevado a desconocernos desde otro lugar, la territorialización que nos invita la ciencia se aleja de la visión problematizadora del paradigma de la complejidad, lugar que nos interpela desde lo multidisciplinario, que promueve un conocimiento más abarcativo, holístico.

Conocerse a uno mismo implica, en cierta medida, la renuncia de si (Foucault, 1990); el objeto, lejos del sujeto, genera también una distancia en el cuidado de uno mismo, concepto que, históricamente ha ido relegándose a un segundo plano.

Esta forma de ver y vernos hace a la construcción del lugar que ocupamos, a nuestro saber, a como se construye nuestra moral y a la forma que tenemos de relacionarnos, entre nosotros y con el mundo.

«El punto de vista crea el objeto»(Bourdieu & Passeron, 2013), he ahí el punto de partida para comprender, aprender y aprehender lo que nos construye, nos atraviesa y nos rodea.

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Bibliografía:

  • Amy, A. (1995). Introducción a la Epistemología para Psicólogos. Montevideo: Multiplicidades.
  • Bourdieu, P., & Passeron, J.-C. (2013). El oficio del sociólogo. Madrid: Siglo XXI.
  • Foucault, M. (1990). Tecnologías del yo y otros textos afines. Barcelona: Paidós Ibérica S.A.

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