Refugios donde no debe refugiarse la Psicología que queremos

Refugios donde no debe refugiarse la Psicología que queremos
Foto: GaborfromHungary

Por Eduardo Viera

Mi peluquero era italiano, el dueño de la panadería -donde disfrutaba de aquellos bizcochos que ya no son iguales- me hablaba en un casi perfecto “gallego” de vaya a saber que parte de España. Fui de pequeño a fiestas de algunas nacionalidades que con la dictadura fueron estrictamente satinizadas. Me emocioné y emociono con la “garganta con arena” del “polaco” Goyeneche y aún me sigue entusiasmando la cabeza vendada peleando cada pelota del “rusito” Pérez.

Tema de nacionalidades diversas que se cobijaron en nuestros territorios externos e internos. Pocas veces supe de las historias detrás de cada extranjería, hasta que a mí también me tocó por un tiempo ser extranjero de idiomas y cultura y “cruzando una esquina cualquiera se me piantó un lagrimón” [1]

Uruguay es Estado parte de la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados y de su Protocolo de 1967. El marco legal interno que trata sobre refugiados está establecido por la ley de refugiados N° 18.076, adoptada en 2006. Con ella se crea la Comisión de Refugiados (CORE) [2], encargada de decidir sobre las solicitudes de reconocimiento de la condición de refugiado. Uruguay ha adherido a la Convención de 1954 sobre el Estatuto de los Apátridas y a la Convención de 1961 para Reducir los Casos de Apatridia.

Y cuando vinieron los “presos de Guantanamo”….

A estas tierras han venido, desde nuestra independencia y aún antes, personas y contingentes a veces muy numerosos buscando refugio: guerras internacionales, guerras civiles, tiranías, persecuciones religiosas y raciales, pobreza y también extrema miseria, lejanas o muy cercanas. (extracto de la carta de Mujica a Obama en el comunicado 69/14 del Ministerio de Relaciones Exteriores)

Lacalle Pou, el candidato electoral por la positiva, decía que le preguntó a la embajadora de Estados Unidos, Julyssa Reynoso: «¿Por qué no los reciben ustedes?», a lo cual esta le respondió que el Congreso de su país no los acepta. «O sea que son presos de ustedes, ilegítimos de ustedes, y me los quieren mandar a mí. No, eso no es negocio para nadie». (Comunicación en conferencia de prensa realizada en el edificio Libertad)

Mujica había vinculado de alguna manera la llegada de los presos con la apertura del mercado de los cítricos en Estados Unidos y la posibilidad que «por el costado» Uruguay pudiera evitar el embargo económico sobre Irán para venderle arroz. «defender el trabajo de los uruguayos», finalmente de eso se trata…. Un negocio.

Otros integrantes de los partidos no oficialistas, también especularon con que nuestro gesto de solidaridad con los presos estaba vinculado a negociar que el ex canciller Almagro fuera el próximo titular de la OEA.

Según el senador Luis Alberto Heber, el presidente Mujica decía que cambiaba presos por más naranjas y más arroz y, “entonces no es por el estatuto de refugiados, lo hace por otro tipo de interés”. “Estados Unidos nos amenaza con que si no vamos a aceptar puede haber medidas económicas”

El diputado y presidente de la comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Representantes, Jaime Trobo, dijo: «Lo que se torna en una vergüenza es que el gobierno diga que tiene razones humanitarias y esté cambiando las cosas por plata o por cargos».

«Por la campaña electoral hay un aprovechamiento político. Quizás en otro momento no hubiera tenido repercusión. Esto no es una gauchada, no es gratis, pero cuál es la ventaja, no se sabe» planteó el ex vicecanciller, José María Gamio.

 

 

Discursos, declaraciones, intercambios de acusaciones y búsqueda de réditos político-partidarios.

Según una encuesta de Cifra, en setiembre de 2014 un 58% de los uruguayos estaba en contra de recibir a los presos y solo un 24% a favor.

Evidentemente, no es lo mismo un migrante por razones económicas que tiene una necesidad perentoria de buscar trabajo. En este caso, ellos no solicitaron este refugio. Han vivido una situación muy dramática y esto ha debido dejar una marca imborrable en sus vidas, en sus cabezas, en sus psiquis, en sus formas de ver el mundo. También ha habido un excesivo romanticismo por parte de la sociedad uruguaya que entendía que como son refugiados que vienen de una cárcel, de sufrir todo tipo de humillaciones, iban a encontrar aquí un paraíso de libertad. En principio debe ser así, pero ya sabemos que una cosa es la teoría y otra es la realidad, el día a día.(Susana Mangana, experta en temas islámicos, en entrevista de El País digital, disponible en: http://www.elpais.com.uy/informacion/hubo-excesivo-romanticismo-sociedad-uruguaya.html)

Negocio, como una palabra que suena y resuena en muchos intercambios, debates, discusiones. Criterios diferentes para evaluar si si o si no, los presos aquí, en este país de tranquilidad y buenaventura. El fantasma del imperio ajustando discursos de un lado y de otro, según las conveniencias político partidarias. Mientras tanto, una estructura, un sistema naturalizado que produce la expulsión, la reclusión, el desplazamiento forzado, el refugio para escapar de males que parecen endémicos y asumidos como naturales en el sistema de vida “que nos toca” vivir.

Seguramente antes de pensar en los acuerdos, documentos, convenciones, etc, que hacen los países para refugios y refugiados, importa construir conciencia de los sistemas que provocan la necesidad del refugio. Antes de pensar en territorios y desterritorializaciones, importa comprender qué de nuestra subjetividad hace que naturalicemos el desplazamiento forzado de sujetos y colectivos hacia otras realidades, para sobrevivir. Seguramente, incluso, quepa pensar, porque seguimos siendo un país envejecido y asumido como tal. Una subjetividad nacional, tal vez aún aceptada acríticamente como representada por los debates y discursos de nuestros representantes, sin asumir nuestros propios conceptos, nuestros propios deseos, nuestra propia fuerza de acción y proyecto.

La Psicología saliendo de los refugios

Como dice Hinkelammert (1993) [3] hay un sistema productor de victimas e importa confrontar con las lógicas de ese sistema, pues, sino, muy posiblemente, los psicólogos quedemos en el único papel de reparadores de daños, sin construir un sistema de salud mental en su amplio e implicado sentido.

Martín-Baró plantea:

Si queremos que la Psicología realice algún aporte significativo a la historia de nuestros pueblos… necesitamos replantearnos nuestro bagaje teórico y práctico, pero replanteárnoslo desde la vida de nuestros propios pueblos, desde sus sufrimientos, sus aspiraciones y sus luchas. Si se me permite formular esta propuesta en términos latinoamericanos hay que afirmar que si pretendemos que la Psicología contribuya a la liberación de nuestros pueblos, tenemos que elaborar una Psicología de la liberación (Martín-Baró, I., «Hacia una psicología de la liberación». En Blanco, A., (edit.) (1998) Hacia una psicología de la liberación. Madrid: Editorial Trotta, p. 295)

Continuamos con Martín-Baró pues desde esa perspectiva es que quisimos compartir esta pequeña reflexión:

Que no se pueda decir que, mientras los hombres viven su vida hacia adelante, nosotros, profesionales de la salud mental; nos conformamos con recorrerla hacia atrás. Habrá mentes sanas, libres y creativas en nuestro país en la medida en que gocemos de un cuerpo social libre, dinámico, justo. Por ello, el reto no se limita a atender los destrozos y trastornos ocasionados por la guerra; el reto se cifra en construir un hombre nuevo en una sociedad nueva. (Guerra y salud mental, Conferencia pronunciada en San Salvador el 22 de junio de 1984, en la inauguración de la “I Jornada de Profesionales de la Salud Mental”, y publicada en “Estudios Centroamericanos”, 1984, nº. 429/430, pp. 503-514)

Desde eso, nuestra propuesta, la propuesta de una psicología política latinomericana, una psicología de la liberación a nuestra disciplina:

…si en el pasado los psicólogos se ocuparon de estudiar qué es lo que nos mantiene unidos en una sociedad y qué integra al hombre al orden establecido en el futuro, nos ocuparemos de entender qué nos libera del desorden establecido, y que para hacerlo nos basaremos en tres aspectos: la visión de la realidad como construcción, el enfoque conflictivo del orden social y el papel político de la psicología social (Banchs, M.A. (1990) La propuesta epistemológica de Ignacio Martí-Baró para una Psicología Social en América Latina, Boletín AVEPSO, vol. XII, (3) pp. 104-105).

En fin:

Porque si el psicólogo no es el llamado a intervenir en los mecanismos socioeconómicos que articulan las estructuras de injusticia, si es el llamado a intervenir en los procesos subjetivos que sustentan y viabilizan esas estructuras injustas; si no toca al psicólogo conciliar las fuerzas e intereses sociales en pugna, si le compete ayudar a encontrar caminos para cambiar los hábitos violentos por hábitos más racionales; y sino queda bajo su competencia la definición de un proyecto nacional autónomo, si puede contribuir a la formación de una identidad, personal y colectiva, que responda a las exigencias más auténticas de los pueblos (Martín-Baró, I. (1985) La desideologización como aporte de la psicología social al desarrollo de la democracia en Latinoamérica, Boletín de la Asociación Venezolana de Psicología Social (AVEPSO) (8), 3)

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Referencias:

  1. Vaticinio, pronóstico de un cantante uruguayo exiliado hacía ya mucho tiempo ante mis primeros descubrimientos de la tierra de acogida.
  2. Integrada por representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores, la Dirección Nacional de Migración, la Universidad de la República, un representante del Congreso Nacional, una organización no gubernamental sin fines de lucro y el ACNUR.
  3. Hinkelammert, F. (1983) Dialéctica del desarrollo desigual, San José, Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamerican.

Eduardo Viera
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