¿Qué puede aportar Bion para pensar la bulimia?

Qué puede aportar Bion para pensar la bulimia
Foto: Justyna Furmanczyk

Por Bruno Cancio

Basándome en la labor con una serie de pacientes que podrían catalogarse de bulímicos pretendo trabajar algunos conceptos bionianos útiles para pensar a dicha patología. En terminología bioniana podría decirse que lo que sigue constituye una serie de abstracciones tomadas de experiencias emocionales con diferentes pacientes que sufrían trastornos alimentarios; elucidaciones teóricas que serán diferentes para cada realización.

En su libro «Aprendiendo de la experiencia», Bion se aboca a desarrollar su conceptualización acerca de la función-alfa. Para nominarla, busca un término que no presente significados previos, evitando así las «asociaciones fantasmas» que otro concepto pudiera suscitar. Plantea que la función-alfa consistiría en tomar emociones e impresiones sensoriales para transformarlas en elementos-alfa, adecuados para ser almacenados y producir pensamientos tanto conscientes como inconscientes: «La función-alfa es necesaria para el pensar y el razonamiento consciente y para relegar el pensar a lo inconsciente cuando es necesario liberar a la conciencia de la carga del pensamiento mediante el aprendizaje de una habilidad» (Bion 1963 a, pag. 27). Se trata de un proceso de transformación, en el que una cosa en sí misma de la realidad es representada, permaneciendo un punto en común, al que Bion llama invariante, entre la representación y el fenómeno de la realidad (Bion 1965).

La falla en la función-alfa ocasiona como resultado la producción de elementos-beta. Los mismos son definidos como una cosa en sí misma (noumeno en el sentido kantiano), impresiones sensoriales o emociones inmodificadas, no pasibles de ser asociadas o utilizados como pensamientos propiamente dichos. No constituyen recuerdos sino hechos «no digeridos», siendo calificados en algunos pasajes como «protopensamientos». En «Elementos de Psicoanálisis» se refiere a los elementos-beta de la siguiente forma: «…Tienen al mismo tiempo la calidad de un objeto inanimado y la de un objeto psíquico sin ningún tipo de diferenciación entre los dos. Los pensamientos son cosas, las cosas son pensamientos; y tienen personalidad…» (Bion 1963 b, pag. 43).

Los elementos-beta son evacuados a través de la identificación proyectiva y la producción de acting outs, no siendo pasibles de ser manipulados como palabras o ideas.

Siguiendo esta línea me propongo pensar al atracón como una forma de evacuación de elementos-beta, como un modo que encuentra la psique de librarse de un incremento de estímulos que le resulta intolerable. Experiencias emocionales intensas que no pueden ser convertidas en pensamiento conciente o inconsciente por trastornos en la función alfa, permanecen como elementos-beta, constituyendo el atracón un modo de evacuarlos. Por consiguiente, el acto bulímico sería una actividad que se encontraría en sustitución de la producción de pensamientos o, tal vez, como una forma diferente de pensar. Es altamente frecuente que una experiencia afectiva intensa desencadene en estos pacientes un atracón, sin mediar la producción de representaciones. Tomando la tabla propuesta por Bion podría ubicarse al atracón en la categoría A6, como un acción en la que participan elementos beta.

Otra de las hipótesis que pretendo desarrollar en el presente artículo es la idea de que la modalidad bulímica no consiste exclusivamente en la producción de atracones y conductas purgativas, sino que constituye un modo de tramitación de experiencias emocionales. Esto es pasible de ser observado durante la sesión analítica, en donde el paciente, en muchos casos, repite con su discurso la misma modalidad de tramitación de experiencias que presenta durante el atracón; su hablar suele tornarse en una acción puramente evacuatoria en el que el analista oficia de continente de elementos beta que le son inoculados mediante identificación proyectiva. El discurso se torna «…más una acción destinada a liberar a la psique de un acrecentamiento de estímulos que un lenguaje» (Bion 1963, pag. 45). La descarga inmediata, ya sea a través de una acción motora (atracón, acting out) o de un discurso evacuativo, sustituye a la producción representacional.

Sobre este punto, Bion nos advierte que los elementos beta pueden ser descargados en el analista a modo de pantalla beta, perturbando momentáneamente su capacidad para pensar: «…Una comparación de la pantalla de elementos beta con los confusos estados semejantes a sueños muestra que la pantalla de elementos beta es coherente y tiene un propósito. Una interpretación de que el paciente estaba produciendo una corriente de material que tenía por objeto destruir la potencia psicoanalítica del analista no parecía fuera de lugar…» (Bion 1963, pag. 43). Frente a la irradiación de elementos-beta, tal vez la alternativa se encuentre en la capacidad del mismo de recibir estos contenidos, soportarlos, y devolvérselos al paciente de forma modificada y por lo tanto tolerable. Tarea no siempre fácil de lograr, debido al ataque a la función-alfa del analista (y por ende a su capacidad de pensar) que la pantalla beta representa. Acerca de la misma agrega: «…tiene una cualidad que le permite provocar el tipo de respuesta que el paciente desea, o alternativamente, una respuesta del analista fuertemente cargada de contratransferencia» (Bion 1963, pag. 44). Estar advertido contra el peligro de las contra-actuaciones es fundamental para quien se aboque al trabajo con este tipo de pacientes, así como la disposición a ser continente de elementos tóxicos que en muchos casos torna fatigosa la tarea.

La alternativa al atracón consistiría en que del encuentro de la psique con un elemento-beta se produjese la transformación del mismo en un elemento-alfa y, por ende, la posibilidad de un trabajo de pensamiento, y no la descarga evacuatoria inmediata del mismo como modo de disminuir la tensión.

Cabría preguntarse acerca de la causa en las fallas en la función-alfa observable en esta clase de pacientes, acerca del origen de la incapacidad de pensar. En este punto Bion destaca la interacción de tres factores, integrando tanto los aspectos constitucionales o innatos del bebé con los factores maternos o ambientales. Del lado del bebé sitúa la envidia (tal como la desarrolla Melanie Klein en Envidia y Gratitud) y la intolerancia a la frustración (pensada como constitucional y dependiendo de la pulsión de muerte). Por otra parte, del lado de la madre establece lo que llama reverie, o «ensoñación». Propone pensar al mismo como un factor de la función-alfa de la madre; lo define como «…aquel estado anímico que está abierto a la recepción de cualquier objeto del objeto amado y es por lo tanto capaz de recibir la identificaciones proyectivas del lactante, ya sea sentidas por el lactante como buenas o malas» (Bion 1963, pag. 159). A través de la ensoñación la madre le devolvería al bebé los sentimientos que el mismo proyecta en ésta, pero de forma procesada o «digerida» y, por ende, siendo más tolerables para el mismo. La madre oficiaría de continente en el que serían introducidos contenidos emocionales del bebé, elementos-beta, que metabolizaría y reintegraría de forma modificada. Constituye un canal de comunicación de emociones, de amor y de odio (L y H), un «órgano de recepción» de los afectos que experimenta el niño. El bebé, a través de la identificación proyectiva le hace experimentar a la madre los sentimientos que él no puede tolerar, luego de su estadía en el pecho, los mismos serían reintroyectados pero como contenidos tolerables y adecuados para ser utilizados como elementos-alfa.

Otra de las ideas que pretendo desarrollar se refiere a que trastornos alimentarios y trastornos en el aparato del pensar suelen estar estrechamente relacionados. En el capítulo XX de «Aprendiendo de la Experiencia» Bion vincula el desarrollo del pensamiento a experiencias tempranas de alimentación. A través de lo que denomina «relación comensal» investiga el desarrollo del aparato para pensar. Plantea a la misma como una relación entre la boca y el pecho como objetos parciales: «…el lactante proyecta una parte de su psique, a saber, sus sentimientos malos, en un pecho bueno. Luego, a su tiempo, éstos son extraídos re-introyectados. Durante su estadía en el pecho bueno se siente que han sido modificados en forma tal que el objeto que se reintroyecta se ha vuelto tolerable para la psique del lactante…» (Bion 1963, pag. 112). El continente y el contenido son unidos e impregnados por la emoción, produciéndose un vínculo de beneficio mutuo que genera un crecimiento en ambas partes. Posteriormente sostiene que «…la actividad que he descrito aquí como compartida por dos individuos se vuelve introyectada por el lactante en tal forma que el aparato continente contenido se instala en el lactante como parte del aparato de la función-alfa» (Bion 1963, pag. 123) El vínculo comensal posibilitará lo que Bion llama un vínculo de conocimiento, K, que no desarrollaré en el presente artículo. Podría aventurarse que el fracaso en el vínculo comensal, en esa relación temprana entre boca y pecho como objetos parciales, se relacionaría con el origen tanto de trastornos en la alimentación como en el aparato para pensar.

 

 

A continuación, me centraré en otro de los grandes aportes de Bion a la teoría psicoanalítica: la diferenciación entre parte psicótica y no psicótica de la personalidad. En su trabajo Desarrollo del Pensamiento Esquizofrénico presentado en el Congreso Psicoanalítico de Ginebra de 1955, establece la distinción entre un parte no psicótica de la personalidad centrada en la represión y una psicótica en la que predomina la identificación proyectiva y la escisión (Bion 1955). En esta última, la expulsión prevalece por sobre el pensamiento y los ataques a la capacidad simbólica son altamente frecuentes. Si bien Bion plantea la distinción sobre la base de su experiencia en el trabajo con pacientes esquizofrénicos aclara que es un concepto de importancia en el análisis de neuróticos graves: «…El ataque destructivo del paciente a su yo y la substitución de la identificación proyectiva por la represión e introyección deben ser elaboradas. Considero que esto es también verdad en el neurótico severo, en quien creo que hay una personalidad psicótica oculta por la neurosis tanto como la personalidad neurótica está oculta por la psicosis en el psicótico, y que tiene que ser descubierta y tratada…» (Bion 1957, pag. 90). Desde esta perspectiva puede conceptualizarse al atracón como producido por la parte psicótica de la personalidad, parte caracterizada por la intolerancia a la frustración, el ataque a la capacidad de pensar y la voracidad. Parte con la que necesariamente debemos lidiar a la hora de enfrentarnos a este tipo de pacientes y que, en caso de no ser trabajada, posiblemente dificulte el empeño terapéutico.

Para finalizar, es necesario remarcar que los desarrollos teóricos presentados en este artículo no pretenden anteponerse a lo único, y singular por excelencia, que despliega cada sesión psicoanalítica. Advertir sobre el peligro que presenta cualquier teoría de convertirse en un obstáculo que bloquee la emergencia de lo nuevo, en un escudo reasegurador frente a lo desconocido. Constituye la deformación o mal uso que cualquier sistema de hipótesis puede encontrar.

Bion mismo, le dedicó a esta forma de utilización de la teoría (más frecuente de lo que solemos creer) un lugar en su tabla. La columna 2 está dedicada, precisamente, a «…la teoría usada como una barrera para protegerse de lo desconocido…» (Bion 1963b, pag. 38). Ya H. P. Lovecraft, desde el ámbito de la literatura fantástica, nos enseñaba que el miedo a lo desconocido representa la emoción más intensa y antigua del hombre; con Bion, podemos constatar la fuerza que posee la tendencia a defendernos de él.

En el capítulo XXVII de «Aprendiendo de la Experiencia», toma en préstamo el concepto de retículo planteado por Elliott Jaques, para mostrarnos la importancia de que el analista funcione como un continente integrado pero no rígido. Se torna vital el que pueda mantenerse sin perder la receptividad a una nueva emoción proveniente del paciente, siendo capaz de sostener la tolerancia a la duda y la noción de infinito. Más de una década después, en sus seminarios dictados en Brasil, continuaba afirmando que: «Si el psicoanalista ha de lograr interpretar lo que dice el analizado, debe poseer una gran capacidad para tolerar las manifestaciones de aquél sin lanzarse a la prematura conclusión de que ya conoce la interpretación correcta» (Bion 1974, pag. 53).

Se trata, en definitiva, de cuidarnos siempre de que el uso de los sistemas teóricos aprendidos no nos impida estar abiertos a lo nuevo que nos depara la tarea clínica, y posibilite que, antes de cada encuentro, haya dos personas asustadas (Bion 1974), permitiéndonos la postura esencial al análisis de recibir a cada nuevo paciente en cada nueva sesión «sin memoria y sin deseo» (Bion 1969).

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Bibliografía:

  • BION; W. R. (1955): «Desarrollo del Pensamiento Esquizofrénico», En: Volviendo a Pensar. Ediciones Horme, Bs. As., 1990.
  • BION; W. R. (1957): «Diferenciación de las Personalidades Psicóticas y no Psicóticas», En: Volviendo a Pensar. Ediciones Horme, Bs. As., 1990.
  • BION; W. R. (1959): «Ataques al Vínculo», En: Volviendo a Pensar. Ediciones Horme, Bs. As., 1990.
  • BION; W. R. (1962): «Una teoría del Pensamiento», En: Volviendo a Pensar. Ediciones Horme, Bs. As., 1990.
  • BION; W. R. (1963a): Aprendiendo de la Experiencia. Paidós, Bs. As., 1980.
  • BION; W. R. (1963b): Elementos de Psicoanálisis . Ediciones Hormé, Bs. As., 1988.
  • BION; W. R. (1965): Transformaciones. Centro Editor de América Latina, Bs. As.
  • BION; W. R. (1974): Seminarios de Psicoanálisis. Paidós, Bs. As., 1991.

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Fuente: Cancio, B. (2008). ¿Qué puede aportar Bion para pensar la bulimia? Querencia. Recuperado a partir de http://www.querencia.psico.edu.uy/revista_nro11/bruno_cancio.htm

Bruno Cancio
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  1. Excelente, siempre claro, siempre preciso. Un gusto leerlo.

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