Padres e hijos entre re(des) conectados

Padres e hijos entre re(des) conectados
Foto: Jakub Krechowicz

Por Javier Grotiuz

Hace unos cuantos años había que esperar días para recibir noticias en manos del señor que todos querían: el cartero; después el teléfono acerco las distancias y acorto los tiempos, luego fueron los e mails, ahora la interacción se da en gran medida a través de los mensajes en Facebook u otras redes sociales. En muchas familias se incorporó como forma de comunicación, llegando al extremo en algunos casos de ser casi la única vía entre padres e hijos que viven en distintos países o incluso en la misma casa.

Las nuevas formas de vincularse tienen a las redes sociales como protagonistas en muchos casos, porque se han metido de lleno en el seno de la familia y de la relación padre-hijo, siendo un motivo de preocupación acerca del tiempo dedicado y los posibles efectos que esa actividad genera, además de restarle tiempo a las actividades compartidas en familia y a la educación.

Se está dando un incremento de las redes sociales para niños y que especialmente apuntan a niños de entre 9-10 a 12 años; tengamos en cuenta que Facebook (la mayor red social mundial) es para mayores de 13.

¿Qué aportan las redes sociales infantiles?

Su actividad principal es el juego, posibilitando que se sumerjan en mundos de fantasía habitados por muñecos, animales o monstruos imaginarios que pueden ser adoptados por los niños para jugar, aprender, proyectarse en situaciones e interactuar con otros. Alguna vez he ingresado en ese mundo virtual en mi consultorio acompañando a pacientes de 9 o 10 años.

Estas redes se configuran como un nuevo espacio psicosocial que posibilita desarrollar aspectos novedosos hasta ahora y potenciar otros ya existentes.

Algunos son: ser uno mismo en forma más libre, favorecido por el anonimato y sin las limitaciones que la cercanía física impone para algunos tímidos.

Brindan contención, sostén y sentimiento de pertenencia a la red, acompañado con la posibilidad de ser popular (por la cantidad de amigos) potenciando las relaciones del mundo “real”, pero también ayudando a establecer nuevas relaciones virtuales, que en algunos casos llegan a conocer con el tiempo en persona (esto se da en los jóvenes). Además posibilitan integrar el recurso de la escritura y lo lúdico – creativo para el desarrollo emocional.

¿Cómo involucran el uso y la percepción del tiempo?

Se ha demostrado que el uso de internet acelera los tiempos y reacciones, logrando los niños actuales (considerados nativos digitales) realizar mayor cantidad de actividades, atendiendo varias conversaciones y ventanas abiertas simultáneamente. Claro que esto redunda en una dificultad para detenerse y profundizar en las temáticas.

Es algo habitual que se conecten y que los minutos traspasen largamente lo pensado previamente, generando una percepción de que es escaso el periodo de permanencia frente a la computadora a pesar de estar en algunos casos varias horas. Es que continuamente se está renovando la información ahí generada, y el estar desconectado es sinónimo de perderse lo que está sucediendo y por tanto quedar por fuera de todo.

A medida que se avanza en la edad pasando los 14-15 años esos “5 minutos más” pueden transformarse en una hora, resultándoles difícil desconectarse, incluso aunque no estén en la computadora, pero el hecho de estar conectados a las redes les da cierta tranquilidad.

 

 

¿Cómo afectan las relaciones interpersonales?

Son cada vez más parte de la rutina diaria de preadolescentes y hace tiempo ya lo son de los adolescentes que en algún momento del día se conectan a la red para interactuar, subir fotos o simplemente ver las actualizaciones de sus contactos.

Se va dando progresivamente un desplazamiento de las formas de comunicación que se utilizaban habitualmente (teléfono por ej.) en manos de las redes sociales virtuales.

En los adolescentes y jóvenes (incluso adultos) se acuerdan actividades, reuniones y eventos exclusivamente por estas vías.

Hoy es una realidad el chiste que circulaba hace unos años: el niño recibe un e mail que dice: “Nene baja que papá y mamá te extrañan”.

Hay un cambio de paradigma que va de la intimidad hacia la outimidad, algunos también lo llaman extimidad, modificando la concepción original dada por el Psicoanalista Jacques Lacan.

El término extimidad se puede encontrar asociado al concepto de aquello que siendo muy íntimo y familiar se convierte a la vez en algo radicalmente extraño. Se percibe que ha cambiado la forma en como nos construimos como sujetos, cada vez nos definimos más a través de lo que podemos mostrar y que los otros ven. La intimidad es tan importante para definir lo que somos que hay que mostrarla, confirmando así nuestra existencia. Y al mostrar lo íntimo (o lo que antes se consideraba íntimo) con total naturalidad, se construye de otra forma nuestra sensibilidad y nuestra identidad. Ambos términos (outimidad y extimidad) coinciden en cuanto a poner afuera aspectos propios íntimos y familiares y que luego pueden adquirir por la red virtual una extrañeza ya que al subir contenido nunca se sabe cuáles van a ser los efectos que genera.

Se han identificado adolescentes que emplean este recurso para manifestar violencia hacia otros adolescentes, que muchas veces se han concretado en actos (bullying o acoso escolar), con situaciones de riesgo de vida inclusive.

Por otro lado, un aspecto positivo es la transformación que genera en el psiquismo en cuanto a hacerse ellos mismos participes y gestores de los contenidos en la red, lo cual implica poner en juego la creatividad, inteligencia y otros factores. En este sentido difiere radicalmente con la televisión.

¿Cómo afecta la exposición de la vida privada en la seguridad?

Los niños y adolescentes son los más vulnerables de la red en cuanto a seguridad se refiere y son los que exponen más aspectos de su vida (por lo antedicho) pudiendo ser perjudicial y peligroso en algunas circunstancias.

Aunque estos sitios tengan zonas de seguridad, los niños pueden estar expuestos a extraños y es importante la supervisión de un adulto que ayude además al uso correcto y seguro.

Es conveniente como primera medida acompañar a los niños y ver juntos de qué se trata la red social, qué tipo de información es la que se comparte y cómo es la interacción que se da con los demás usuarios. Educarlos para que no proporcionen información privada de contacto al resto de los usuarios, como número de teléfono, dirección, lugares que concurren asiduamente, etc. y controlar en un número razonable las fotografías que suben.

La pregunta que se hacen muchos padres es si conectarse ¿puede ser alienante o adictivo?

La respuesta es que al igual que todo producto de consumo puede ser potencialmente adictivo, dependerá de cada caso y de las formas alternativas que pueda ir encontrando (y los padres brindando) en forma saludable para ir variando sus actividades y formas de relacionamiento.

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Bibliografía:

  • Vidas 2.0. La transformación de lo cotidiano en los tiempos de las redes sociales electrónicas. Coordinadores Fernando Salas Eileen Hudson. Investigadores Gustavo Gallino, Francisca Otegui, Florencia Reolón, Andrés Roizen, Sofía Sampietro

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Fuente:  Grotiuz, J. (2011, setiembre 22). Padres e hijos entre re(des) conectados. Cultura clínica y psicoanálisis. Recuperado a partir de http://www.embarcados.blogspot.com/2011/09/padres-e-hijos-entre-redes-conectados.html

Javier Grotiuz
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