«Otros mundos son posibles y necesarios»: Eduardo Viera

"Otros mundos son posibles y necesarios": Eduardo Viera
Foto: Alejandro Olivera

Por Alejandro Olivera

Eduardo Viera es docente en la Facultad de Psicología (UDELAR) desde 1998. Actualmente trabaja en el Instituto de Psicología de la Salud. Coordina el proyecto de Psicología Política latinoamericana dentro del programa de derechos humanos de dicho instituto y  la Unidad de Estado, Sociedad y Políticas Públicas (Articulación de Saberes IV) brindando además cursos  de Formación Permanente acerca de Psicología de la Liberación, Psicología Política Latinoamericana y Derecho a la Ciudad. A lo largo de su vida académica y profesional ha realizado diversas actividades en distintos ámbitos que van desde intervención en catástrofes y trauma psico-social, consultorías a organizaciones estatales y civiles, conferencias y publicaciones en distintos medios entre otras actividades.

Con él hablamos acerca del inicio de su carrera, los pasos que siguieron a la obtención del grado, de psicologías liberadas para liberar, del término política como el acto de gestionar la vida, del derecho a la ciudad y las formas de habitarla. Pluralidades a rescatar de otros mundos posibles y necesarios que existen dentro de este y en las que residen las claves para seguir avanzando.

 A- ¿Recordas cuando decidiste estudiar psicología?

E- Sí, me acuerdo, decidí estudiar psicología a través de filosofía… en realidad creo que fue la profesora me descubrió a mí. A mí me gustaba la filosofía, pero aún no tenía definido cuál era mi camino. Estudié biológico en la orientación medicina, aunque no era mi intención estudiar medicina. Empecé a hacer trabajos de filosofía, y recuerdo que el trabajo que fue básico fue una de reflexión libre. Mi trabajo fue “El hombre es el único animal que construye ventanas”; el trabajo gustó muchísimo y a partir de eso generamos un contacto fuera del liceo,  ella tenía un grupo de estudio de filosofía, en ese caso era sobre el Bhagavad-guitá (1)…

A-  Ni idea.

E- Hay que buscar (risas), no… es filosofía hindú, pero también con algunos conceptos árabes, es algo particular. A partir de eso empezamos a trabajar, y un buen día llegó el psicoanálisis como parte del programa. El psicoanálisis si me gusto, así que desde ese día empiezo a estudiarlo y me di cuenta que esa era mi opción. Ahí opté por psicología, recuerdo que había examen de admisión en psicología,  y yo era un idealista que por más que fueran tiempos de dictaduras, yo decía lo que leía sin tapujos. En la entrevista de admisión me preguntaron qué textos leía, y yo dije la verdad: leía a Sartre, Carlos Marx y… y no sé porque perdía (con ironía).

A-  (Risas) Yo no me imagino porque tampoco. ¿Qué año era?

E- Setenta y….ocho setenta y nueve. Di dos años el examen de admisión, pero en el segundo año me anote en humanidades a filosofía. Me dije: si pierdo el examen de admisión hago filosofía, y perdí. Hice un año en filosofía y al otro año entré en psicología, ya no había examen de admisión. Hice las dos en paralelo un tiempo, hasta que después ya no me daban los tiempos y me quede solo con psicología. Eso fue en el año 81, me recibí en el 85.

A ¿Y luego los pasos de después de recibido?

E- Hice el “doctorado del exilio”. Yo hice el exilio en la democracia.

A ¿Te tuviste que ir o fue una elección?

E- Fueron varias las causas, una es que tenía cierta frustración, la salida a la democracia no la vi tan salida; otra es que yo recién me recibía y no estaba tan clara mi situación económica; además habían otros proyectos con amigos que llevaban muchos años exiliados en Francia, tenían un proyecto colectivo a construir allá y traerlo para Uruguay. Pase dos años viviendo en Francia e hice mi mayor doctorado que fue hacer de todo un poco en la vida, desde albañil, pintor hasta hacer mudanzas.

A- ¿En qué parte de Francia estabas?

E- En Montpellier, es al sur, cercano a España.

A- Francia es uno de los puntos culturales más importantes. ¿Había mucha movida?

E- Había, pero con una dificultad. Al igual que tantos otros, yo estaba en una situación ilegal, no teníamos papeles, y eran épocas mucho más cerradas:  recuerdo que fui a la Universidad a anotarme, me dijeron: “Si, como no señor, traiga un permiso de la comisaria” fui a la comisaria y me dijeron “Si, como no señor, traiga la inscripción de la facultad”. De igual forma hice cursos en la Paul Valéry, que es la Universidad de allá. Hice varios cursos, básicamente informales, con psicólogos argentinos que trabajaban en la Universidad y con otros en sus casas. Volví en el ’87, hice un intento de entrar en la Universidad pero no me convenció demasiado, así que trabaje 13 años en Planeamiento Educativo.

A ¿Planeamiento Educativo?

E- En Secundaria, en el Departamento de Investigación y Planeamiento Educativo.

A- ¿Y qué hacías?

E- Trabajamos con todo el país, desde lo que era trabajar con docentes, inspectores, directores en capacitación para la construcción de proyectos educativos, trabajos sobre cultura institucional, vínculos pedagógicos entre docentes y estudiantes, intervención con grupos de estudiantes, entre otros. Era muy amplio y abarcaba todo el país. En el ’98 entro a la Facultad, específicamente en el área de Psicología Social, un tiempo compartí trabajo en Secundaria y en Facultad y más tarde, cuando trabaje solo en Facultad, a partir del 2000, hice trabajo de campo en distintas áreas. Algunos por la Facultad y otras no.

A- Por ejemplo, fuiste Consultor de Organizaciones Estatales y Civiles, acompañaste Sindicatos, entre otros.

E- Sí, por ejemplo con Sindicatos trabajamos lo que fue capacitación a jóvenes sindicalistas, que eran la nueva generación y estaban apostando a ser dirigentes sindicales. Se proponía una capacitación en torno a las nuevas situaciones, cultural, social, política, etc.

A- Rompes el pre-concepto del trabajo de Psicólogo tan vinculado a la clínica. ¿Vos no trabajaste en clínica?

E- Hice un tiempo de clínica,  como unos 7 años, pero siempre acompañado por otras cosas;  en un momento me percaté que lo mío no era la clínica individual, entonces mi trabajo fue siempre con organizaciones sociales o estatales. Estuve en un centro juvenil en el Chuy, donde trabaje dos años, en un centro en Rivera donde trabajé un año y medio, hice tareas más relacionadas con diagnósticos institucionales y construcción de proyectos dentro de la institución.  Siempre me apasionó un poco el interior, trabajé mucho en él y mucho en zona de fronteras.

A- ¿Tuviste una especialización en Violencia Política y Catástrofes?

E- Sí, somos un grupo de seis psicólogos que empezamos una formación a distancia con el grupo de acción comunitaria (GAC) que está vinculada a la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Cuando la empezamos a hacer nos dijeron que estábamos locos. ¿Qué catástrofes hay en Uruguay?

A- Fue lo primero que pensé pero me percaté que no es así

E- Claro, nosotros hicimos primero la diplomatura y después la especialización. Ya en la diplomatura, y antes de terminarla, tuvimos que hacer la primera intervención que fue en inundaciones, fueron toda una catástrofe. Después trabajamos en Young, cuando el accidente de la locomotora. Trabajamos con el incendio de la cárcel de Rocha, estuvimos en 2012 en Salud Publica con el caso de los dos enfermeros, con lo que ocurrió en el Club Aguada cuando mataron a aquellos muchachos, con los tornados en Santa Clara y Cerro Chato. Algunos de nosotros hacemos una diferencia, catástrofe se define en general como todo hecho que rompe la vida cotidiana, que altera la vida cotidiana, hay catástrofes puntuales, y catástrofes endémicas, como pueden ser la pobreza, el desempleo, entre otras; esas son situaciones que también son catastróficas, aunque ya se empiezan a convertir en algo cotidiano.

A- ¿Por ese lado viene tu interés por la Psicología Política?

E- Seguro. El interés mío por la Piscología Política viene desde mis orígenes. Yo provengo de un barrio obrero, de la Teja, y hay cosas que me han ido formando antes de saber que me estaba formando en eso. Tal vez muchas tareas que yo hacía no las llamaba «Psicología Política» pero estaban orientadas en ese plano. La empiezo a llamar «Psicología de la Liberación» en los inicios del 2000 porque en realidad era lo que estaba haciendo. Tal vez el hecho más significativo fue un congreso en Costa Rica de Psicología de la Liberación;  yo ya venía participando en diferentes congresos internacionales de Psicología de la Liberación, incluso presentando trabajos, pero no pudiendo asistir. Presenté mis vivencias en el congreso, lo que habíamos hecho, así como también presenté a Martín-Baró. De él decían muchas cosas: que era «simplemente un cura», que no conceptualizaba desde la psicología, etc. En esos momentos no era muy conocido, aún hoy es casi imposible conseguir material de él en librerías.

A- Yo quería preguntarte un poco por el adjetivo de política, o sea, a mí lo primero que se me viene a la mente es la política partidaria. ¿Pero no viene por ahí, verdad?

E- No, primero que la Psicología Política Latinoamericana, para mi específicamente, es Psicología de la Liberación. Hay distintas formas de Psicología Política, distintas conceptualizaciones de Psicología Política. Martín-Baró(2) decía que la Psicología de la Liberación era una psicología de latinoamericanos para latinoamericanos, y decía que, necesaria y profundamente, la psicología es política. Así como a veces se dice que el adjetivo social en psicología social está de más, porque toda psicología es social, yo planteo que toda psicología es política, profundamente política. Pero política no entendida en términos partidarios, yo defino lo político como gestión de la vida y creo que en la vida constantemente estamos realizando actos que son profundamente políticos, que construyen la cotidianeidad, la vida, cosas que después nos preocupan tanto como la discriminación, la exclusión, la fragmentación, el desvinculo, todas esas cosas creo que se hacen a partir de actos que son políticos.

A- Políticos porque tienen efectos.

E- Exacto, políticos porque producen efectos, políticos porque como te decía «gestionan la vida» y «latinoamericana» porque también implica un posicionamiento y un cierto enfoque.  La Psicología Política como tal tiene dos grandes vertientes: una la de Estados Unidos y otra la Europea, y en sus versiones más tradicionales se han dedicado mucho más a lo que ha sido el recorte de lo político profesional. Estudiar el comportamiento de los votantes, la personalidad de los candidatos, ese tipo de cosas, pero muy poco en un sentido más abarcativo, como trabajar aspectos como la memoria y la identidad, los conflictos, la humanización y sus efectos; es mucho más amplio, y no se puede restringir la Psicología Política a pensar solamente sobre los candidatos y los electores.

A- ¿Entonces con esa concepción cualquier actitud, cualquier acto, las formas de expresarte y lo que expresas también es una actitud política?

E- Si, en mi caso también entiendo que es un posicionamiento ético y profesional. Un posicionamiento ético ante la vida. Por ejemplo, la Teología de la Liberación plantea la opción por las mayorías oprimidas,  en este caso yo digo por los vulnerados, prefiero llamarles vulnerados que vulnerables porque si son vulnerables es porque hubo un proceso de vulneración. Esa opción existe, también tomando lo que el mismo Freire decía: si vos hablas de oprimidos hablás de una relación de opresión, entonces en esa relación cualquiera de los dos están oprimidos. El opresor y el oprimido e indudablemente para trabajar hay que considerar ese aspecto de relación.

 

 

A- Yo creo que ahí te es útil algunos conceptos de la Psicología de la Liberación, estaba leyendo sobre des-ideologización, como un proceso de deconstrucción de ese mecanismo.

E- La Psicología de la Liberación plantea que: ¿Cuál es el objeto de estudio? El acto, la conducta humana en tanto conducta ideologizada, que tiene una carga ideológica. Nosotros actuamos construidos en base a una ideología, que si lo pensamos en el sistema hegemónico dominante, es una ideología alienada. El ejemplo más claro que podemos ver ahora es la conducta de consumo: nos volvemos consumistas porque hay que consumir y siempre hay que consumir algo mejor. Si tenés el Nokia tenés que tener después el Blackberry. Actuar y pensar que todo acto está cargado de ideología implica, entre otras cosas, enfrentar esa ideología y por eso se dice des-ideologizar. ¿Cómo? Bueno, desnaturalizando lo más cotidiano, el sentido común. La psicología de la liberación trabaja con la idea del sentido común. En las cosas cotidianas, en las cosas del sentido común están las naturalizaciones que si a uno le preguntan dice; “bueno, las hago así por que sí.” Pero eso es una construcción,  es muy cercano al concepto de subjetividad, de una subjetividad que se construye y que de alguna manera, si consideramos a Rebellato, muchas veces está construida desde una ética heterónoma en vez de una ética autónoma.

A- Ahora que mencionas a Rebellato, él hablaba, teniendo en cuenta esta perspectiva de la política, de la construcción de la esperanza como acto de resistencia, como un acto político. Me parecía que estaba bueno eso porque es rescatar un valor, un posicionamiento ético y político que implica una acción y no solo un discurso.

E- Rebellato, si bien nunca habló de Psicología de la Liberación, hablaba de Ética de la Liberación, fue un profundo trabajador por la Psicología de la Liberación y yo creo en la esperanza, no solo en el sentido de resistencia sino en el sentido de revolución. Considero que la esperanza es revolucionaria, y en estos tiempos más que nunca;  creo que Rebellato fue un visionario de tiempos que ahora son muchos más fuertes, más potentes en el plano de la desesperanza. ¿Para que seguir apostando al futuro del mundo, si el fin del mundo se viene cerca? ¿Para qué pensar en las utopías si el fin de las utopías ya está? ¿Para qué pensar en el trabajo si alguien hablo ya del fin del trabajo? Hay como muchos fines, entonces yo creo que la esperanza es, más que nunca, revolucionaria;  una esperanza activa, una esperanza de que otros mundos son posibles y necesarios, y lo que se puede hacer por ellos.

A- “Otros mundos son posibles y necesarios y esos mundos ya existen…” ¿Cómo es eso?

E- Primero deseo aclarar lo del plural, porque la consigna de los foros sociales es “otro mundo es posible y necesario.”, creo que hay que rescatar los plurales. No necesariamente tiene que haber un solo mundo posible y necesario, sino otros mundos. De justicia y de disfrute, de placer, que es algo que a veces no se reivindica, yo creo que es importante que la gente pueda disfrutar de la vida, que no sea la vida un castigo. Hay otros mundos que ya existen pero que no son visibles, otros mundos que se han construidos desde otras lógicas: el movimiento Zapatista ha construido una educación alternativa, una economía alternativa, una forma de vincularse alternativa; otros movimientos, como el de los Sin Tierra, movimientos piqueteros, movimientos indígenas, etc. Entonces lo que nos sucede es algo que hay que enfrentar, des-ideologizar es lo que nos muestra un mundo posible. El mundo posible que existe actualmente es el mundo del consumo, de la violencia, de la corrupción.

A- ¿Ese mundo, como aparentemente único, tiene que ver con la idea de globalización?

E- Sí, pienso que sí, igual yo creo que la globalización hay que cuestionarla también. Porque yo creo que básicamente lo que se ha globalizado son las grandes empresas. Porque si vos decís: ¿La cultura se globalizó? Yo tengo mis dudas. Se dice que en América Latina hay muchos países que ni siquiera han llegado a la modernidad, y a veces hablamos como si todos estuviéramos globalizados y fuéramos todos modernos. Creo que hay una lógica del bombardeo, por ejemplo, los medios de comunicación nos dicen; la calle cada vez está más violenta, entonces nosotros le empezamos a tener miedo a la calle, enrejamos nuestras casas y vaciamos los espacios públicos. Finalmente la calle se va a volver violenta porque los espacios públicos están vacíos. La televisión nos dice «el mundo se va a acabar», hablo de la televisión estilo Hollywood: va  a venir un virus, una guerra, los terroristas malos y van a matar a la gente buena que son el modelo de Estados Unidos. Tanto es ese bombardeo que finalmente, y sutilmente, entra en nuestras lógicas. Una de las cosas que yo digo, y que a veces impacta, es que empezamos a cambiar nuestras temporalidades. Nos encontramos con alguien en 18 y decimos, “discúlpame me voy porque no tengo más tiempo”. Y creo que el tiempo finalmente no es el tiempo real, es más una temporalidad donde siempre hay que estar corriendo, todo es vertiginoso. Incluso cuando te encontras con alguien en algún lugar, por lo general, hay mucho ruido y mucha gente, entonces no hablas. ¿No?. Al final, es todo una cosa del desvinculo.

A- Yo vivo en Montevideo hace más de 10 años pero mi familia y yo somos de Florida, lugar donde cambian radicalmente los tiempos. Yo viajo en tren cuando voy allá y cuando bajas es todo silencio, es muy distinto y eso repercute en los vínculos también, promueve una forma de vincularse distinta.

E- Totalmente, pero mira vos que es gracioso en realidad, porque si vos te pones a pensar en Montevideo, es una aldea. Es un pueblito chiquito, pero nosotros nos construimos una subjetividad de metrópolis. Cuando vas a otra ciudad te das cuenta que somos un pueblito. Sin embargo, adaptamos algunas cosas de otras culturas y las ubicamos en nosotros. Creo que Montevideo es un paraíso, o sea, los ómnibus van despacio, la gente anda con su termo y su mate, hay espacios todavía; en otras ciudades ya directamente no hay encuentros posibles, hay choques.

A- ¿Esto tiene que ver un poco con lo que vos estás trabajando de Derecho a la Ciudad, estudian un poco todo esto no?

E- Si, de hecho ahora estamos con un grupo de 11 estudiantes que están trabajando conmigo en un proyecto de investigación que se llama “Derecho a la ciudad e inseguridad.”. Queremos indagar un poco el tema inseguridad, y tratar justamente de desideologizar. Hoy, por ejemplo: ser joven ya es delito, pues ser joven y pobre es mucho más delito, y ser joven, pobre y feo ya es terrible. A veces se llegan a extremos muy jodidos, como por ejemplo le disparan a alguien porque «parece sospechoso». De hecho, la gente cada vez está más armada, hay cada vez más miedo, y no me refiero solo a los pobres, porque también los ricos cada vez se encierran más, se protegen más y tienen cada vez más miedo. Es lo que planteaba Zibechi (3) estudiando las distintas ciudades latinoamericanas, todo esto se va reproduciendo en todos los países y el Derecho a la Ciudad es una utopía, pero voy a seguir luchando por esa utopía, es una ciudad para todos y todas. Cada vez se fragmentan más las ciudades, el cinturón periférico con todos los asentamientos, zonas de barrios privados, zonas exclusivas, zonas rojas. Finalmente uno piensa ¿cuantas ciudades hay en una ciudad?; no es lo mismo vivir en Pocitos que en el Cerro pero vivimos en Montevideo, y algunos de ese Cerro ni siquiera pueden llegar a Pocitos, ya que por «porte de imagen» van a ser perseguidos. Apostemos a una ciudad donde todos disfruten, donde todos tengan derecho. Lefebvre (4) que fue el que planteo el Derecho a la Ciudad decía «donde la gente pueda jugar». ¿Te imaginas decir eso ahora? Parece como loco pero es parte de una buena salud mental.

A- Me vino el ejemplo de la Plaza Seregni, recuerdo que antes de ser la Plaza era una zona muy diferente y ahora es un lugar que reúne mucha gente, me parece que hay una apropiación del lugar y no me parece homogénea la gente que va y creo que es algo a destacar.

E- Yo creo que la Plaza Seregni es un ejemplo paradigmático de cómo puede cambiar totalmente una zona. Esa zona a las 8 de la noche ya era bastante difícil de transitar, era un peligro y la gente que vivía alrededor se iba, se estaba yendo.

A- Tenía muchos lugares oscuros, era muy grande, muy descampado.

E- Ahora los vecinos venden tortas fritas, se han empezado a encontrar generaciones, como vos decís, es muy heterogénea la gente que concurre.

A- Claro, eso es lo que me llamaba la atención, no es un espacio joven por más que tenga espacios particulares para los jóvenes, pero es un espacio que abarca mucha gente.

E- Claro, Moffatt (5) decía algo que yo creo que es bien interesante, él decía: «cuando la gente se junta para resolver un problema, el 50% del problema ya está resuelto porque el problema era juntarse». Y cuando la señora, o el señor viejo, ven al joven que está jugando por ahí y ve que no es tan terrible, ya empiezan a caerse ciertas distancias, y es en esa pérdida de distancias se puede dialogar.

A- Tiene que ver con conocerse y con la carga de prejuicios de cada uno. Uno muchas veces se hace la idea de lo que es el otro indirectamente, verse de cerca debe ayudar mucho. ¿Todo esto tiene que ver con el curso de Formación Permanente que estás haciendo no?

E- Sí, yo ahora coordino la unidad de Estado, Sociedad y Políticas Públicas, que es Articulación de Saberes IV. En el curso de Formación Permanente hubo un curso de Psicología de la Liberación, y ahora también está el curso de Psicología Política Latinoamericana; también  estamos haciendo un pequeño curso con Francisco Eiroa(6), un español con el que propusimos un curso de maestría en Psicología Social, él está trabajando sobre bienestar y cambios sociales, y mi parte será trabajar sobre Derecho a la Ciudad.

A- Bueno, mucha suerte con todo este trabajo y muchas gracias por tu tiempo, pudimos hablar un poquito de todo me parece.

E- Muchas gracias,  Yo creo que sí.

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  1. El Bhagavad-gita  es un libro sagrado del hinduismo se lo conoce también como “Canto de Dios” o “Canto del Señor.” http://auladefilosofia.net/2008/10/26/bhagavad-gita/
  2. Ignacio Martín Baró (1942-1989): Psicólogo y Sacerdote Jesuita español radicado en El Salvador, donde dio clases y llevo a cabo la mayoría de sus investigaciones  sobre la difícil situación social de dicho país. Es uno de los exponentes más conocidos de la Teología y Psicología de la Liberación. http://www.uca.edu.sv/martires/ignaciomartinbaro.htm
  3. Raúl Zibechi (1952): Pensador y escritor uruguayo vinculado a los movimientos sociales latinoamericanos.  http://ebiblioteca.org/?/ver/80427
  4. Henri Lefebvre (1901-1991): Filósofo marxista francés,  geógrafo, sociólogo y crítico literario. En 1968 publica “El derecho a la ciudad.” http://es.wikipedia.org/wiki/Henri_Lefebvre
  5. Alfredo Moffatt (1934) Psicólogo Social, psico-dramatista y arquitecto argentino discípulo de Pichón Rivière. http://www.moffatt.com.ar/
  6. Francisco José Eiroá Orosa. Doctor en Psicología. Universidad de Edimburgo. Universitat Autònoma de Barcelona. El curso al que se hace referencia es: “Dinámicas sociales e impactos subjetivos y sujetivos. El Derecho a la Ciudad como herramienta posible de inclusión social.” http://www.psico.edu.uy/sites/default/files/ficha_curso_eiroa_viera.pdf

Alejandro Olivera

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  1. Que linda entrevista, Felicitaciones a Eduardo Viera quien tuve el agrado de tenerlo como profesor, excelente docente!!!!!!!!!!

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  2. Alejandro Olivera

    Muchas gracias, la idea es rescatar el camino que han recorrido y lo que están haciendo los que integran la Facultad. Hay muchas cosas interesantes para contar, lo que narra Eduardo es un muy buen ejemplo. Por suerte hay muchos y muchas más. Saludos.

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  3. Muy buena la entrevista!, las preguntas,todo. Hay que saber para preguntar bien. Buenisimo que puedan hacer este tipo de entrevistas que aportan un montón y que representa un reconocimiento a las buenas cabezas y ejemplos de facultad, permitiendo al estudiantado apropiarse de estos recursos y nutrirse de conocimientos. Vamo arriba !!
    Saludos!

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  4. Excelente! Tengo el placer de tenerlo como docente y es un disfrute escucharlo desde sus saberes y desde su calidad de ser humano.

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