Mujeres fuertes y mujeres débiles

Mujeres fuertes y mujeres débiles
Ilustración: Laura Sandoval

Por Joaquín Moreira Alonso

La cultura de masas suele estar llena de estereotipos y lugares comunes, y el cine estadounidense (posiblemente el mayor aparataje de cultura de masas del mundo) es uno de los espacios donde sucede con mayor frecuencia. En los últimos años hemos empezado a darnos cuenta que los protagonistas negros y latinos son una minoría abrumadora siendo que estos grupos constituyen casi el 30% de la población estadounidense, pero dentro de los negros e hispanos los delincuentes están sobrerrepresentados. En una línea semejante, los asiáticos suelen ser representados como nerds hábiles con las computadoras, los discapacitados como personas que están ahí para ser ayudados y, como ya se ha notado varias veces, las mujeres no sólo tienen roles de menor importancia, sino que además suelen ser representadas en roles estereotipados o subsidiarios a los hombres[1].

Recientemente se ha señalado que, aun siendo la regla, esa tendencia se está revirtiendo lentamente[2], sin embargo, puede suceder que una representación de una mujer autónoma y fuerte sea parte de una manifestación sexista donde la mujer sea débil, sumisa o estereotípica.

En este caso voy a mencionar tres películas que corresponden cada una a una década y que muestran diferentes formas en que las mujeres pueden ser representadas como sujetos autónomos y fuertes y aun así estas representaciones pueden estar regidas por un imaginario de debilidad.

La guerrera sexual

Barbarella[3] es una de las películas más importantes del cine exploitation de fines de los sesenta. Basada en un comic bastante exitoso, producida por Dino De Laurentiis, dirigida por Roger Vadim y protagonizada por Jane Fonda, narra la peripecia de una guerrera del año 40000 (Barbarella, interpretada por Fonda) que es enviada al universo a encontrar a un sabio loco.

En el viaje Barbarella lucha contra enemigos poderosos y ayuda a rescatar a los buenos y derrotar a los malos. Más allá de los clichés propios del género exploitation (que incluyen vestimenta femenina sexualizante, acción un poco burda y escenas de sexo), el personaje es presentado como una de las más poderosas guerreras de la tierra y, de hecho, gracias a sus poderes sobrenaturales, termina salvando el día y venciendo al villano.

Sin embargo, es bastante obvio que esta mujer fuerte e independiente es en realidad una mujer débil y dependiente. Si bien Barbarella salva a varias personas en su viaje sexual y psicodélico siempre termina siendo capturada por un hombre maligno y luego rescatada por un hombre bondadoso con el que tendrá sexo. Es decir, la fuerza de Barbarella no evita que dependa de hombres que la protejan.

A pesar de ser vulnerable y de necesitar ser rescatada por hombres con quienes luego tendrá sexo, Barbarella logra algo que nadie antes había logrado. Sobre el final de la película, el villano Duran Duran la atrapa en una máquina llamada la “Máquina excesiva” (en inglés se llamó excessive machine y en francés se llamó orgasmostron), una máquina que producía orgasmos y que mataba de placer. Barbarella es encerrada en la máquina excesiva, Duran Duran empieza a subirle la potencia a la máquina y Barbarella comienza a gemir de placer a causa de los efectos de la máquina, pero, para sorpresa de Duran Duran, la máquina se sobrecalienta y se prende fuego quedando inutilizable.

Es decir, Barbarella puede ser capturada y encerrada y sin capacidad de escapar sin la ayuda de hombres con quienes (digámoslo una vez más por si no queda claro) tiene sexo. Pero cuando esa mujer con mallas apretadas es encerrada en una máquina que mata de placer la máquina se rompe. No es la inteligencia, el valor o la fuerza lo que salva a Barbarella de morir de placer, es su sexualidad irrefrenable que es capaz de destruir la máquina que ha matado a tantos.

Mujeres en un mundo de hombres

Barbarella no fue el único éxito de Jane Fonda, antes y después Fonda participó en gran cantidad de éxitos de taquilla, ganó dos premios Oscar a mejor actriz protagónica y algunos Globos de Oro, Bafta y Emmy. Como el resto de su familia fue una activa militante política que se manifestó a favor de los derechos indígenas y el movimiento por los derechos civiles y fue una férrea opositora a la guerra de Vietnam a tal punto que se la llegó a llamar Hanoi Jane.

Además, Fonda fue siempre activa en el apoyo a los movimientos feministas siendo parte de grupos contra la violencia sexista, participando en campañas de concientización sobre la situación de las mujeres en el norte de México y habiendo apoyado públicamente a muchas líderes feministas de distintas partes del mundo.

Eso puede ser uno de los factores por los que participó en Nine to Five[4], una comedia bastante superficial pero que, a pesar de esto, es una de las primeras películas estadounidenses en presentar a la audiencia masiva algunos de los problemas que las mujeres sufrían (y sufren) en el trabajo, acoso sexual, rezago profesional, desvalorización y falta de flexibilidad horaria.

Al comienzo de la película Judy (Fonda) es abandonada por un marido infiel y tiene que conseguir trabajo. Lo consigue en una compañía llamada Consolidated Companies donde conoce a otras mujeres que ocupan funciones subordinadas bajo ejecutivos hombres que las relegan. Ella establece amistad con la jefa de las secretarías, Violet (Lily Tomlin) y Doralee, la secretaria del jefe de la oficina (Dolly Parton).

Las tres se enojan con el jefe de la oficina (Franklin Hart, interpretado por Dabney Coleman) por distintas razones. A Violet se le niega un ascenso por prejuicios sexistas, Hart siembra el chisme falso de que Doralee es su amante y Judy está enojada porque despidieron a una muy buena empleada por pelearse con un hombre que se sobrepasó con varias compañeras. Como fruto de ese enojo las tres idean un plan para matar a Hart.

Tras varios enredos más o menos divertidos, las mujeres no matan a Hart, pero lo raptan y en su ausencia logran hacer varios cambios en la oficina que hacen que todo funcione mejor y de un modo más justo. Luego de que Harte se libera del cautiverio es felicitado por el presidente de la compañía por las mejoras que produjeron los cambios realizados por Judy, Violet y Doralee. Como premio, el presidente de la compañía encomienda a Hart a hacerse cargo de la oficina en Brasil, donde es raptado por una tribu de amazonas. Casi al final de la película las mujeres lograron deshacerse del jefe abusivo y tener una oficina donde las cosas sean un poco mejor.

Hasta acá tenemos un desarrollo bastante antisexista, si bien las mujeres son presentadas en roles subordinados esta situación es presentada como un problema y como una injusticia. También se presenta la mujer como sujeto emancipatorio y la fantasía de matar al hombre opresor funciona como síntoma de la necesidad de emancipación. Además, el detalle de que el hombre es finalmente destruido (de hecho, sólo lo sabemos por diálogos cuando la película casi termina) por un grupo de salvajes mujeres guerreras cumple la función simbólica de destrucción sin que la culpa penal caiga sobre las protagonistas.

Si bien este sería un final interesante en que las mujeres logran algo, pero son conscientes de que aún queda mucho por lograr, distaría bastante de ser el final reluciente y optimista de los blockbusters para el público masivo, sería un final inteligente y fuertemente político, una especie de llamado a la acción. Pero no es el final, la película tiene un epílogo donde las tres protagonistas logran alcanzar sus metas. Y es en ese final reluciente donde encontramos el imaginario sexista operando.

Siendo evidentemente un guiño, Doralee deja la empresa para convertirse en una estrella de música country, es decir, se convierte en la actriz que la interpreta. Esto no parece ir para ningún lado más que recordarnos que esa actriz es la famosa cantante country que quiere comenzar una carrera de actriz. Pero el destino final de Judy y Violet es bastante más significativo.

Judy encuentra la felicidad donde la tenía al principio, en un matrimonio con un hombre exitoso. A pesar de haber pasado por situaciones en las que se evidenció una división del trabajo sexista en la que los hombres, incluido su nuevo esposo, son ejecutivos y proveedores mientras las mujeres ocupan siempre puestos subordinados en el mercado laboral y un rol de atención de la casa en el hogar, Judy vuelve a encontrar la vida feliz como servicial esposa de un ejecutivo.

Por su parte, Violet, la jefa de secretarias inteligente y trabajadora que había sido relegada para ascender a hombres menos capaces, es finalmente ascendida al cargo de Hart y se convierte en una ejecutiva. Es decir, la forma del éxito de Violet no es superar la forma de dominación sino ser ella la que ocupa el rol de dominación, Violet se convierte en una mujer exitosa porque hace lo que, en una sociedad con división genérica y sexual del trabajo, se espera de un hombre.
Entonces, en ese giro final el sentido de la película se revierte y las mujeres alcanzan finalmente la felicidad y la satisfacción en un mundo que no ha cambiado. Mientras el final previo al epílogo era un final abierto en que las mujeres habían logrado cierta subversión del orden sexista a escala grupal (al menos la oficina, que podría ser una metáfora de todo Estados Unidos u occidente donde esas cosas no funcionan tan distinto) pero aun con mucho trabajo por hacer, el epílogo sutura el conflicto en la resolución individual, Violet, Doralee y Judy encuentran la felicidad ellas, una felicidad que no solo no es grupal sino que es (al menos en el caso de Judy y Violet) un éxito sexista.

Este caso es interesante porque plantea el problema de la mujer en una escala colectiva, queda bien claro que el sexismo no es algo que practique uno o varios hombres de manera individual y que sufran mujeres individuales, sino que el problema es un problema general. Violet no es ascendida porque está en un entorno que menosprecia a las mujeres, Doralee es objetualizada porque está en un entorno donde la mujer no es más que alguien a quien desear y Judy se enoja justamente porque ve que ese sexismo está en todas partes. Podríamos decir que, a pesar de ser una comedia de Hollywood un poco simplona producida en una época en que empezaba la contrarreforma de Reagan y Falwell, el planteo general de Nine to Five es un planteo bastante radical.

Pero la resolución es una resolución liberal y conservadora. Liberal porque la solución es la solución de individuos actuando de modo aislado y conservadora porque esa solución no cambia la situación previa. Por más que haya una mujer en un cargo ejecutivo, las mujeres siguen siendo relegadas en las carreras profesionales (cosa que seguimos viendo ahora), por más que haya una mujer que tenga un marido amoroso, las mujeres seguirán estando obligadas a ser las serviciales esposas de sus proveedores y, sobre todo, por más que algunas mujeres encuentren la realización, una sociedad estructuralmente sexista no dejará de obstaculizar el camino de las mujeres hacia una satisfacción personal que no sea la de satisfacer las necesidades de los hombres.

 

 

La destrucción

Hoy resulta ridículo decir que Thelma & Louise[5] es una película violenta, estamos acostumbrados a explosiones, desmembramientos y muertes sin sentido desde hace décadas. Sin embargo, en su momento se dijo que esta película, en la que sólo hay una explosión y una muerte en escena[6], era una película violenta[7]. Y en cierta forma lo es.

Me imagino que todos conocemos la trama básica de la película. Thelma (Geena Davis) es una mujer un poco ingenua casada con un tipo posesivo y bastante estúpido (Christopher McDonald) que en una salida con su amiga Louise (Susan Sarandon) es víctima de un intento de violación. Al ver esto Louise la defiende y termina matando al tipo que la quiso violar lo cual las obliga a escapar. Luego, tras algunas malas decisiones y varios intentos de acoso más, ambas terminan conduciendo ante un precipicio para morir en vez de ser atrapadas por la policía.

Thelma y Louise comienzan la película siendo simplemente dos amigas de Arkansas que quieren pasar un fin de semana juntas. No son mujeres combativas, pero tampoco las han tenido todas fáciles. Thelma tiene un marido controlador y Louise tuvo algún problema en Texas del cual no quiere hablar. Pero cuando Thelma es atacada Louise, que parece ser menos ingenua, la defiende y, como han hecho varios hombres en varias películas, no soporta la estupidez del acosador y le dispara no teniendo más salida que escapar rápido.

Desde ahí empieza el viaje de las fugitivas, un viaje que es una huida de la autoridad (personalizada en Hal Slocombe, un policía bastante comprensivo interpretado por Harvey Keitel) pero sobre todo es huida del sexismo que sufren diariamente, como amas de casa sometidas (Thelma) o en trabajos mal pagados y estereotípicamente destinados a mujeres (Louise es camarera en un diner), a los intentos de violación, a los gritos ofensivos. Pero también un camino de resignificación donde los roles típicos de las mujeres en la sociedad y el cine (“bimbos, putas y esposas molestas” al decir de la guionista Callie Khouri) son desmantelados y aparecen dos mujeres con ideas propias, pero sobre todo hartas de ser ninguneadas.

En la película no hay, como se dijo[8], ningún elemento de misandria ni de ataque a los hombres en sí. Hay tipos sensibles como Jimmy, el novio de Louise, que además de arriesgarse a ser acusado de cómplice por ayudarla no guarda ningún rencor ante el rechazo, hay tipos comprensivos como Slocombe que, sin dejar de hacer su trabajo, en todo momento entiende que Thelma y Louise no son psicópatas sino mujeres en problemas, e incluso boludos no tan malos como JD (Brad Pitt). En ese sentido la película funciona muy bien como muestra de lo que es el feminismo, el reclamo justicia social en términos de género, no una expresión de odio ni reclamo de privilegios inmerecidos.

Thelma y Louise son presentadas como mujeres que se emancipan contra una sociedad que es violenta contra ellas y, mediante alguna que otra destrucción física (la muerte de un violador, la explosión del camión de un acosador), la película y las protagonistas quieren destruir simbólicamente esa violencia.

Sin embargo, esa sociedad para la cual es normal que un tipo manipule y controle a su esposa, que otro tipo viole a una mujer que conoció en un bar, que otro tipo le grite obscenidades y acose a dos mujeres que se cruza en la ruta o que esté naturalizado una película muestre a un tipo con un arma, pero no a una mujer, es una sociedad demasiado opresiva y violenta para una mujer independiente. Sin planificarlo, Thelma y Louise se emancipan ante la opresión sexista, pero no parece haber forma de que ganen y su voluntad de simplemente no tener miedo ni ser acosadas las lleva a tirarse al vacío a una muerte segura.

Thelma y Louise son fuertes, pero no tan fuertes como la opresión de la que intentan liberarse.

Fuertes y débiles

La lista de películas puede seguir. Desde Mad Max Fury Road[9] y sus mujeres fuertes pero sexualizadas que al final terminan dependiendo del hombre hasta Zero dark thirty[10] y la mujer que es fuerte porque es aún más violenta que los hombres hasta las mujeres rebeldes pero estúpidamente superficiales de The Bling Ring[11] o la destructiva y rupturista pero sometida y ridículamente sexualizada Harley Quinn de Suicide Squad[12].

Durante los últimos años ha habido una creciente concientización sobre la situación de las mujeres en las sociedades occidentales. Se ha visibilizado la discriminación laboral, cultural y social, se ha problematizado la visión histórica de los sistemas legales sobre la violencia basada en género e incluso se ha comenzado a desnaturalizar un conjunto de prejuicios acerca de los roles de las mujeres en la sociedad. Sin embargo, aun cuando se las quiere representar desde otros lugares, las mujeres siguen siendo pensadas desde el sexismo o parecen no poder escapar de él.

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Referencias:

  • Ver acá.
  • Ver acá.
  • Francia, Italia, 1968.
  • Estados Unidos, 1980.
  • Estados Unidos, 1991.
  • La escena del final corta antes de que haya una muerte.
  • Ver acá.
  • Ver nota 7.
  • Australia, Estados Unidos, 2015. Dirigida por George Miller.
  • Estados Unidos, 2012. Dirigida por Kathryn Bigelow.
  • Estados Unidos, 2013. Dirigida por Sofia Coppola.
  • Estados Unidos, 2016. Dirigida por David Ayer.

Joaquín Moreira Alonso
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