Mitos y rituales: las supersticiones en la vida cotidiana

Mitos y rituales: las supersticiones en la vida cotidiana
Foto: Katherine Evans

Por Alex Lickerman

Según una encuesta realizada por la revista Forbes, casi el 50 por ciento de los estadounidenses son supersticiosos, esto quiere decir, que creen que ciertos rituales pueden influir en la probabilidad de ocurrencia de un evento. Sin embargo, son pocos los individuos, o las encuestas, que intentan determinar exactamente cuales fuerzas conectan esos rituales con los “supuestos” resultados.

En un documento de 2010 titulado «¡Mantén los dedos cruzados! Como la superstición mejora el rendimiento», los investigadores Lysann Damisch, Barbara Stoberock y Thomas Mussweiler argumentan que las supersticiones, no sólo dan a la gente un sentido de control en situaciones caóticas, sino también que crean mejoras en el rendimiento, las cuales son directamente observables. En un estudio realizado, a veintiocho estudiantes universitarios se les pidió realizar diez intentos de colocar en el hoyo una pelota de golf. Una prueba preliminar mostró que más del 80 por ciento de ellos creen en la buena suerte, así que mientras se hacía entrega de la pelota a los participantes, el investigador les decía «aquí está tu pelota. Hasta el momento ha resultado ser una pelota de buena suerte» (intentando activar la condición de superstición en ellos) o «ésta es la pelota que todo el mundo ha utilizado hasta ahora» (lo que los investigadores llamaron condición de control). Los resultados mostraron que los sujetos que tenían la «bola de la suerte» se desempeñaron mejor que los sujetos con una pelota «normal». En otro experimento reportado en el mismo artículo, cuando se permitió a los sujetos realizar una prueba en presencia de un “amuleto de la suerte” que habían traído con ellos desde su casa, su rendimiento era mejor que aquellos a quien se les removieron sus amuletos mientras realizaban la tarea.

 

 

A quienes se les permitió mantener sus amuletos también reportaron un mayor sentido de auto-eficacia. De igual manera, los niveles de ansiedad fueron idénticos entre los dos grupos.

Los investigadores también llevaron a cabo otro experimento. Se le solicitó a los mismos sujetos, con y sin sus amuletos de la suerte, trabajar en la resolución de anagramas. Los investigadores detectaron una vez más que aquellos sujetos a los cuales se les permitió mantener sus amuletos de la suerte con ellos tenían un mejor desempeño, solo que esta vez se lograron identificar las razones: el aumento de la sensación de auto-eficacia experimentado por los sujetos que tenían sus amuletos con ellos llevaron a que fueran más persistentes en la resolución de los anagramas.  En otras palabras, cuando se trata de tareas cuyo resultado depende de nuestro desempeño, la creencia de que algún otro “poder” nos está ayudando realmente ayuda, no porque existan tales poderes, sino porque creer en ellos aumenta nuestra confianza.

Se plantea entonces la posibilidad de que cualquier creencia, sea real o no, aumenta la confianza en uno mismo y mejora el resultado, cuando el mismo depende de nuestra propia actuación. La oración en cualquier religión, entonces, podría ser eficaz, no porque en realidad invoque un ser supremo o incluso a una ley mística, sino porque invoca a nuestra creencia en ese tipo de cosas, apunta a una sensación de tener un «as en la manga», que a su vez nos da la confianza para obtener mejores resultados, continuar intentando, y mantener el optimismo.

La creencia en una fuerza externa a nosotros y que es invocada para ayudarnos, resulta reconfortante, esto se convierte en una palanca psicológica poderosa con el fin de acceder a fuerzas dentro de nosotros mismos que realmente afecten nuestra capacidad para alcanzar un objetivo.

Esto plantea una pregunta inquietante: ¿Qué ocurre si nuestra creencia es incorrecta?

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Fuente: How Superstitions Really Work. (s. f.). Recuperado 13 de septiembre de 2013, a partir de http://www.psychologytoday.com/collections/201309/are-you-superstitious/how-superstitions-really-work

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