Más allá del individuo: La Ola

Más allá del individuo: La Ola
«Die Welle» (2008)

Por Laura Chichet

 “¿Lo sienten? Nos estamos de a poco convirtiendo en una unidad, es la fuerza del grupo”
Extraído de la Película “La Ola”

¿Qué es lo que lleva a unos individuos a ser parte de un grupo, y más aún, llegar a ser una masa?¿Cómo es que se puede resignar el narcisismo propio por la forma más pura de altruismo?

Dejo la palabra a Sigmund Freud (1921), porque no lo puedo exponer mejor que él: «…En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legítimo… «(p.67).

Y es con este fragmento que refuto la primera pregunta retórica formulada: no existe tal cosa como el individuo aislado; constantemente nos estamos proyectando, comparando, contagiando con y de otros. Ese otro, yendo a la etimología de la cuestión, está desde siempre en nuestras vidas, para ser puesto, para ocupar un espacio en nuestro sentir y en nuestro obrar de la vida cotidiana.

El otro va haciendo modificaciones en uno, muchas veces de manera imperceptible y otras de manera evidente; se van generando y cortando lazos, creando modelos, cambiando pensamientos, formas de actuar, de sentir y de obrar.

Esto fue lo que les pasó a los estudiantes de una escuela en Berlín…

Corría el año 2008, Alemania, se daba en una escuela la denominada “semana de proyectos”, donde se elegía un tema central para desarrollar y se armaba un proyecto en torno a ese tema.

Lo que los estudiantes nunca se imaginaron era el cambio que iban a experimentar y como a partir de esa “simple” semana de estudio iba a cambiar desde su vestimenta, hasta su forma de pensarse como individuos.

Es así que todo comienza: se genera una discusión acerca de si es factible en la actualidad un gobierno en la forma de autocracia. Luego de fervientes afirmaciones en la negativa, y de que se ha aprendido una lección a partir del “Tercer Reich”, al profesor (Mr. Wenger) le parece interesante hacer un pequeño estudio sobre si ese “imposible” y esa “lección aprendida” es tan así como todos al unísono lo plantean.

Desde el minuto uno en que este profesor espontáneamente decide probarlos y probarse en este juego, se empiezan a suscitar conductas anómalas en los alumnos, como el hablar solo si están de pie para mejorar el ingreso de aire a sus pulmones, o como el solo hablar si se les da la palabra; de a poco se empieza a ver como el actuar de cada uno de ellos se va transformando en pos de los deseos y beneficios de un grupo.

Y es en este punto en que la palabra “Identificación” resuena en mí con fuerza. Desde pequeños nos identificamos con las personas cercanas. Freud (1921) lo describía como “la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona”; el varoncito se identifica con el padre y “querría hacer sus veces en todos los terrenos”. Ahora bien, la pregunta que me planteo es ¿Cómo llega un Individuo a identificarse tan fuertemente con personas que no son de su grupo afectivo cercano? ¿Qué es lo que tiene que pasarle a estas personas para que sientan ligazones libidinales con otros que hasta quizás en muchas ocasiones llegaron a ser sus enemigos?, El conductor o líder, puede llegar a ser mi respuesta. Mediante esta figura es que se empiezan a diagramar las ligazones entre los individuos de una masa, porque esas ligazones van de la mano de la ligazón con el conductor.

De la misma manera que el varoncito toma a su padre como Ideal, los integrantes de la masa toman al líder como Ideal, como modelo, lo que uno querría ser.

Otro rasgo característico para que se formen esas ligazones libidinales puede llegar a ser lo que Robertson Smith (citado por Freud, 1921) obtuvo como resultado de su observación: que las identificaciones “descansan en el reconocimiento de una sustancia común” entre los integrantes, que permite de alguna manera “enlazar una identificación de esta clase con la historia primordial de la familia humana”.

Yendo nuevamente a la película, vemos como se empieza a generar un sentimiento de compañerismo, de inclusión, de pertenencia, una fuerza cuasi indestructible; como exponía en la frase del comienzo “la fuerza del grupo”; esa sensación gozosa que describía McDougall (citado por Freud, 1921) de “perder el sentimiento de individualidad”, el ser “arrastrado” (como por una Ola).

Los que antes estaban rezagados o excluidos ahora son integrados, los que no tenían carácter fuerte, ni solían expresar sus sentimientos y sus deseos, ahora tienen la fuerza para hacerlo, el que no tenía más nada que dinero y cosas materiales ahora tiene un lugar a donde pertenecer.

 

 

Marx (citado por Slavoj Zizek, 1989) explica la “relación entre cosas” usando el paralelismo del valor de los objetos, donde una mercancía expresa su valor porque se equivale a otra, es decir, se convierte en el “espejo de su valor”. Si se me permite la comparación, esto que dice Marx lo relaciono con la identificación: es por la relación con otros que yo tomo el lugar que tengo y no otro. Esto es uno de los movimientos que suscitó este proyecto llamado “La Ola”, que cada uno de los individuos se posicionara con respecto a los otros de una manera completamente distinta a la que venía posicionándose hasta ahora.

Con este relacionamiento donde las determinaciones reflejas establecen un cómo mirarse y posicionarse con el otro, aparece también el cómo hacerlo frente a la figura del líder. Parafraseando a Marx, “el líder es líder porque los Individuos se comportan ante él como súbditos”

¿Habrá en el líder algo del Sujeto Supuesto Saber? Es como si en él se diera el conocimiento de mi deseo; y considero que esa ilusión del saber del otro es necesaria en la organización libidinal con el líder. Al igual que en la situación analítica, se debe generar como parte de la transferencia el Sujeto Supuesto Saber, donde el analista sabe cuál es mi dolencia, cuál es el significado de mis síntomas; el líder debe llevar en si la supuesta idea para sus seguidores de que él sabe que es lo que desean, que es lo que les hace bien, en definitiva, que él y solo él tiene la verdad y los va a conducir a una realidad de goce y realización.

Al final de la película, vemos como Mr. Wenger (el profesor) realiza un discurso, en donde les afirma a sus estudiantes que de ahora en más todo cambiará, que él los conducirá por un camino mejor, que La Ola está viva y que va a cambiar el rumbo de la historia. Este sujeto (mirado desde la perspectiva de los integrantes de la masa) cuenta con la capacidad de saber cuáles son los deseos del otro y también cuenta con la mágica capacidad de hacer esos deseos realidad.

Esto me hace pensar también en el par Amador-Amado, donde el líder se posiciona en el Ideal, y hace todo para que el seguidor lo ame; y por otro lado el seguidor es el Yo Ideal en tanto es amado por el líder. Al igual que en una terapia se da el vínculo transferencial con todo lo que eso implica; en el vínculo del líder con la masa se dan situaciones parecidas, como por ejemplo lo expone Harari (1986) hablando del vínculo transferencial: “el sujeto prácticamente confía su vida, y, desde ya, su felicidad”. Esto es a lo que me quiero referir cuando digo que hay un poner en el Otro el deseo de uno, porque él alberga el supuesto saber de qué es lo que a mí me hace bien.

¿Pero qué es lo que pasa cuando cae este vínculo, cuando se rompe este par Amador-Amado? Siguiendo con esta comparación del vínculo terapéutico con respecto a la relación del líder con la masa, en el final del análisis, el Analista se dejaría “caer como desecho”, y este movimiento se da cuando se invierten los papeles, cuando el Analizante es capaz de visualizar lo que le pasa, y no necesita de un Gran Otro que lo ayude a posicionarse con respecto a su dolor, que le ayude a obtener satisfacción. Pero en la masa, cuando el líder cae por un motivo o por otro, no se suscitan las mismas sensaciones que en el vínculo terapéutico. La figura cae, pero no sin antes dejar un vacío, una sensación de pánico que deriva en angustia muchas veces difícil de tramitar.

Freud (1921) explicaba que “el pánico nace por el aumento del peligro que afecta a todos, o por el cese de las ligazones afectivas que cohesionaban la masa”.

Ya no está la ligazón libidinal, porque al caer el líder, se corta la cadena.

En este punto se da una cuestión que considero interesante en la película, el líder cae porque de alguna manera él también fue arrasado por La Ola. Cuando comenzó este “ingenuo” proyecto, nunca se imaginó las magnitudes que iba a alcanzar. Cuando todo se empieza a ir de las manos es cuando decide ponerle fin diciéndoles a sus estudiantes –seguidores- que todo ha ido demasiado lejos y que todo debe terminar.

¿Qué es lo que queda? Una sensación de pérdida y desconcierto. En la película se muestran claramente estos sentimientos en el episodio del estudiante que se suicida y particularmente en el momento que antecede al suicidio, cuando apunta su arma contra Mr. Wenger y éste, en un intento desesperado de que no cometa ese acto, le dice: “Si me matas, no habrá Mr. Wenger que dirija La Ola”. Pero ese esfuerzo es en vano, porque nada de lo que diga va a tener sentido para el estudiante; Mr. Wenger ya no tiene poder sobre él, ha caído de su lugar de Ideal. Como consecuencia, el estudiante se suicida.

Esta película está basada en una historia real, aunque el proyecto se llamaba “La Tercera Ola”, por el hecho de que la tercera de una serie de olas en el mar es siempre la más fuerte. ¿Qué curioso, no? Tan fuerte fue esta “Tercera Ola” que terminó arrasando con todo.

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Referencias:

  • Freud, S. (1921).Psicología de las masas y análisis del yo. Amorrortu Editores.
  • Zizek, S. (1989). El sublime objeto de la ideología. Siglo Veintiuno editores.
  • Harari, R. (1986). Curso abierto sobre el Seminario “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, de Lacan, dictado en el Centro de Extensión Psicoanalítica.

Laura Chichet
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