Las sombras de nuestro tiempo: la anorexia como síntoma de la contemporaneidad

La anorexia como síntoma de la contemporaneidad
Foto: redchild

Por Ernesto Anzalone

Lo contemporáneo

Resulta común encontrar en los libros y textos actuales, tanto psiquiátricos como psicoanalíticos, la denominación de “síntomas contemporáneos”. Nombre con el que se abarcan diversos síntomas: la Anorexia y Bulimia, la Toxicomanía, Panic Attack, la Depresión y las llamadas “Patologías del acto”. Todos estos son considerados contemporáneos, pues presentan para muchos un nuevo estatuto del síntoma, resistente a las diversas formas de tratamiento actualmente disponibles.

Estos síntomas han abierto una brecha en los paradigmas diagnósticos, siendo en ocasiones considerados como psicosis, en otras como neurosis y hasta como perversiones. Otros psicoanalistas, para evitar este problema, han buscado la salida de los Borderlines, Fronterizos y las patologías narcisistas.

En este punto, me gustaría hacer un breve paréntesis aquí, pues considero necesario definir primero que implica lo “contemporáneo”, término que tendemos a utilizar como sinónimo de “actual”, pese a poseer un sentido propio. En este sentido, tomaré la definición que realiza Giorgio Agamben sobre la contemporaneidad.

Para Agamben, ser contemporáneo implica percibir las sombras de nuestro tiempo, como aquello que nos incumbe y no deja de interpelarnos, en el sentido en de ellas, mejor que cualquier luz, se refieren a lo singular de nuestro tiempo.

El encuentro con nuestro propio tiempo, no obstante, es siempre fallido, pues el presente es lo más distante a nosotros mismos, siendo imposible alcanzarlo. Tomando una de las metáforas del propio Agamben, esas sombras serían como las sombras en el cielo nocturno, que no implican un vacío, sino estrellas que se alejan de nosotros a una velocidad mayor que la de la luz. Por lo tanto, en esa sombra persiste una luz dirigida a nosotros, que se aleja infinitamente.

Esa luz invisible, que es la oscuridad del presente, la cual proyecta su sombra sobre el pasado y éste, por esa proyección, adquiere la capacidad de responder a la oscuridad del hoy. Esta concepción iría en la misma línea, según Agamben, de lo que pensaba Foucault al decir que las indagaciones históricas sobre el pasado eran solamente la sombra proyectada por su interrogante del presente.

Sin lugar a dudas, es algo que los psicoanalistas conocemos por nuestra práctica, analizar el pasado seria el modo de percibir eso inalcanzable del presente.

Quizás por ello, siempre volvemos también a nuestras referencias teóricas primordiales para buscar tocar algo del presente.

Síntomas

Freud en sus “Conferencias de introducción al psicoanálisis”, dedicaba especialmente dos de ellas a la cuestión del síntoma (las cuales serán retomadas por Lacan en su conferencia en Ginebra). En la conferencia XVII “Der Sinn”, traducida como “el sentido de los síntomas”, Freud analiza la dimensión del sentido, del “querer decir” del inconsciente expresado en el síntoma. En el punto en que eso se refiere a lo más íntimo de la realidad sexual del sujeto. Luego, en la XXIII traducida como “Los caminos de la formación de los síntomas”, se incluye una parte llamada “Die Bedeutung der Symptom” o “La referencia del síntoma”, allí donde Freud indaga sobre lo que ahora llamaríamos un punto de lo Real dentro del fantasma. Es decir, siempre quedaría un resto de goce, que él llama “fijación”, que no obedece ni al principio del placer ni al de realidad. Existe, entonces, un punto de fijación que queda inamovible en el síntoma, que por su relación con lo Real, queda por fuera del camino de los semblantes.

Para Lacan (tema que luego va a ser retomado por Miller en su seminario de Barcelona), en esas conferencias encontramos las dos modalidades del síntoma, como Sinn (sentido) o como Bedeutung (referencia). Cuando hablamos de nuevas formas del síntoma, lo hacemos desde la comprensión de que en el síntoma existe, por un lado un envoltorio formal (que está referido al Sinn), que se coloca en relación a los significantes del Otro, y por otro lado una sustancia gozante, que remite a la letra y no se dirige al Otro (Bedeutung). La transformación del síntoma se encuentra en relación al envoltorio formal, bajo la forma de los significantes que la subjetivación de la época impone al síntoma.

¿Qué podría hacernos pensar entonces, que los síntomas anoréxicos son síntomas contemporáneos? Si consideramos que existen casos documentados de anorexias desde el siglo VII, y su auge en los siglos XIII y XIV, no podemos decir que se trate de síntomas novedosos…

En la última década, sin embargo, nos encontramos con lo que parece ser un aumento de los casos diagnosticados como Anorexia, basados principalmente en un crecimiento exponencial de la exposición mediática de dichos casos, lo que nos lleva a preguntarnos si existe un crecimiento de la aparición de estos síntomas o un aumento de su visibilidad en la sociedad ¿Será que la Anorexia se convirtió en una moda?

 

 

Anorexias

Desde el punto de vista psicoanalítico, desde el que voy a analizarlos, los síntomas anoréxicos actuales presentan varios problemas a nuestra clínica.

El diagnóstico en psicoanálisis se orienta desde un criterio estructural, eso implica reconducir la dimensión de los fenómenos sintomáticos a su estructura de fondo. Los síntomas anoréxicos no son la estructura del sujeto sino su expresión fenomenológica, por lo que la cuestión diagnóstica no estaría en la Anorexia en sí misma, sino en la estructura en que ella se manifiesta.

En ese sentido, la duda persiste, ¿los síntomas anoréxicos contemporáneos responden a un solo tipo de estructura? ¿Podemos establecer en psicoanálisis una relación causal entre síntoma y estructura que nos lleve a una expresión de A=B?

El segundo criterio en el cual se sustenta la clínica psicoanalítica sería el de la particularidad irreductible del sujeto, lo que implica analizar lo particular del sujeto y no la universalidad propuesta por la nominación de Anorexia. Siguiendo ese criterio es que podemos considerar lo propuesto por el psicoanalista italiano Massimo Recalcatti al decir que “la evidencia anoréxico-bulímica encubre el aspecto diferencial de la estructura”. Es decir, que para pensar la estructura tendremos que salirnos del lado del síntoma que hace serie, y procurar lo particular del sujeto.

¿Podemos considerar que todas las manifestaciones de síntomas anoréxicos son iguales? ¿Responden todas a una misma modalidad del síntoma? ¿A una misma forma discursiva? ¿A una única estructura subyacente?

Si partiéramos de la base del discurso universalista que nos propone el DSM IV, podríamos considerar que sí, pues casi todas ellas responden en mayor o menor  medida a los criterios diagnósticos incluidos. Sin embargo, ¿eso significa que esos síntomas tienen el mismo lugar en la estructura de esos sujetos?

Los análisis psicoanalíticos de casos clínicos que podríamos citar no parecen ponerse de acuerdo, existiendo grandes divergencias en el diagnostico estructural, la mayoría sin siquiera arriesgar una hipótesis a ese respecto. Muchos autores han comenzado a mencionar (con cierto recelo, podemos decir) una Anorexia verdadera, en la cual los síntomas serian refractarios al método psicoanalítico. Esta denominación, nos deja en contraposición lo que podríamos llamar Anorexia “falsa” (pese a que nadie llegue a nombrarla así), que la mayoría considera como “histérica”.

Esta contraposición sería, sin dudas, una vuelta a la distinción hecha por Charcot, entre una Anorexia histérica y una nerviosa. La cual parece reconocer que las patologías nombradas originalmente por Lasègue (Anorexia histérica) y Gull (Anorexia nerviosa), son dos formas diferentes en que se presenta el síntoma anoréxico.

Continuando con esa línea, vamos a plantear la hipótesis de la existencia de una Anorexia que podríamos llamar “fijada” (Anorexia nerviosa), tomando el fenómeno clínico de “idea fija” (como un fuera-de-discurso del sujeto, posiblemente delirante), que lo lleva a rechazar la comida para preservar su imagen corporal. Esta sería la anorexia refractaria al método psicoanalítico tradicional, pues el sujeto se posiciona en un rechazo al Otro. Esta forma clínica nos haría pensar en una estructura de trasfondo psicótico.

Por otro lado, postularemos la existencia de una Anorexia que llamaremos de “transitoria” (por la variabilidad y duración del síntoma), en la cual el síntoma no queda por fuera del discurso del sujeto sino que, tomando la forma de una demanda, se inscribe en la relación con el Otro. En esta forma sintomática (que podemos asociar a la Anorexia histérica de Lasègue), el rechazo se da de forma de mantener la insatisfacción del deseo.

Dentro de esta distinción, podemos encontrar otra posible, referida a la modalidad del síntoma. Retomando a Freud y Lacan, como Sinn o como Bedeutung, es decir como “sentido” o como “referencia”. En la Anorexia transitoria el síntoma se encuentra del lado del sentido, de un “querer decir” del inconsciente. El deseo se coloca como un rechazo que apunta a modificar la posición del Otro. En la Anorexia fijada, por otro lado, el síntoma estaría en la vertiente de la “referencia”, en la fijación de un cierto funcionamiento. No podemos relacionarlo a un “querer decir” sino al “sin sentido” del síntoma, aquello que evidencia una relación con lo Real.

Encontramos, sin embargo una característica común a ambas formas, el síntoma anoréxico se presenta como una forma de rechazo al Otro, lugar que viene siendo ocupado por el discurso del capitalismo, sustituyendo al discurso del Amo antiguo.

El discurso del capitalismo se presenta diferenciado de los otros cuatro discursos que Lacan plantea anteriormente, pues en su estructura no existe una disyunción entre el lugar de la “verdad” y el de la “producción”. Lacan nos indica que es un discurso insustentable, pero que en su movimiento entrópico puede llevar a otra figura discursiva. Ese movimiento terminará produciendo un quiebre, que se producirá probablemente en lo Real. En el discurso del capitalismo, el vínculo entre el sujeto y el objeto a es un vector: Este se vincula al sujeto proponiéndole una ininterrumpida producción de objetos, que Lacan denominaba “gadgets”, que se presentan como posibles objetos “a”, pasibles de ser consumidos sin nunca llegar a apagar realmente el deseo. Es decir, un mercado sin límite de objetos impuestos al sujeto. Estos intentan negar la imposibilidad de la satisfacción del deseo, creando un nuevo “orden” del goce. Esta nueva forma discursiva, podría ser considerada la causa de la existencia de una crisis actual de las figuras que encarnan la función simbólica, es decir no solo la crisis de la figura paterna, la misma que Lacan evidenciaba en sus primeros textos, sino una crisis de todas las figuras que introducían un límite en la relación del sujeto con su goce.

Esta crisis tiene dos efectos claros, constatables en la clínica. En primer lugar una amplificación de la dimensión imaginaria con un aumento desmedido de lo especular. Estamos –siendo esta una percepción que excede al psicoanálisis– ante un crecimiento de las llamadas “patologías narcisistas” donde el fenómeno identificatorio –ayudado por los nuevos medios tecnológicos– ha llegado a niveles nunca antes vistos. El segundo efecto está relacionado a una amplificación de la compulsividad del sujeto, con un aumento de los acting out y hasta de los pasajes al acto. El  empobrecimiento de la dimensión simbólica hace a la palabra perder lugar frente al acto.

La consideración de que existe una nueva relación del sujeto con el Otro, nos habla de un cambio sustancial en el “malestar en la cultura”. El goce ya no se encuentra regulado por la relación con él, existiendo lo que podríamos llamar rechazo fundamental al Otro. La liviandad del ser, la pérdida de referencias del sujeto contemporáneo, nos hablan del vaciamiento de sentido, generado por ese goce sin mediatizar, bruto e invasivo.

La “luz” del síntoma anoréxico actual, tiene como fondo, y eso lo hace un síntoma contemporáneo, la “sombra” de lo que nos propone el discurso capitalista, un goce sin mediatizar, que niega la imposibilidad de la relación sexual.

Para finalizar, dejo la pregunta pendiente, pregunta que yo mismo me hago actualmente: ¿Cómo puede el método psicoanalítico actuar sobre síntomas que no constituyen, en el sentido clásico del término, formaciones del inconsciente, como es el caso de algunas anorexias y toxicomanías?

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Bibliografía:

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Ernesto Anzalone

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