Algunas consideraciones acerca de la lactancia materna prolongada

Algunas consideraciones acerca de la lactancia materna prolongada
Natalia Oreiro. Lactancia materna prolongada. UNICEF (2013)

Por Cecilia Del Pino

Los vínculos sostienen el psiquismo, producen subjetividad, amparan y también enferman.
Silvia Gomel y Susana Matus.

En el presente trabajo me propongo analizar de qué manera la publicidad, en tanto dispositivo privilegiado de producción y legitimación de discursos, impacta desde lo transubjetivo en los espacios inter e intrasubjetivos, a modo de atravesamientos que producen subjetividad, modificándolos. Me detendré fundamentalmente en el espacio intersubjetivo ya que es el espacio psíquico que se corresponde con la producción Familiar.

En este cometido, aprovecho los festejos de la semana de la lactancia materna, para adentrarme en algunos aspectos de la respectiva campaña, la cual tiene como objetivo promover la lactancia materna prolongada hasta los dos años de edad.

La misma tiene como imagen a la reconocida actriz uruguaya Natalia Oreiro, embajadora de UNICEF en el Río de la Plata. En la publicidad la actriz aparece vestida de blanco, dando de mamar idílicamente a Merlín, su hijo de 17 meses, quien se encuentra desnudo en su falda, transmitiendo a su vez gran sensación de tranquilidad y bienestar.

La idea es ir pensando de qué manera esta campaña en particular, genera desde el espacio transubjetivo, atravesamientos que transversalizan nuestras prácticas, trasmitiendo modos particulares de habitar la parentalidad.

A lo largo de este transcurso, al tratar de centrarme en aspectos relativos al vínculo familiar propiamente dicho, me resultó indispensable abordar cuestiones concernientes al género, a la producción de subjetividad, a la diversidad y a las lógicas de consumo imperantes. Elementos que desde la complejidad, necesariamente forman parte de este entramado, siendo la Familia, una de las diversas formas de materialización posible de las configuraciones vinculares.

A continuación sigue el spot publicitario que me convoca:

“Cuando nació Merlín decidimos amamantarlo hasta los dos años. No fue fácil, el trabajo, los horarios, las presiones, los prejuicios. Merlín ahora tiene diecisiete meses, come desde los seis, pero igual yo le sigo dando teta, porque sé que la leche materna es buena para él, porque lo hace crecer sano y fuerte. Es bueno para él, es bueno para mí y nos une. Yo doy la teta, y vos? Súmate a UNICEF y ayuda a promover la lactancia materna prolongada”. Finalmente aparece el siguiente slogan publicitario: “Dar la teta es dar lo mejor de vos.”

El exceso vincular como agente desvinculizante

Para empezar de alguna forma por el comienzo, me gustaría tomar la siguiente frase: “Cuando nació Merlín decidimos amamantarlo hasta los dos años…” Desde la perspectiva vincular, esta es una aseveración que se antepone al vínculo con el niño, imposición que lejos de ser constitutiva, destituye al otro como sujeto. No es posible saber de antemano qué se va a producir en ese vínculo en particular. No se puede predecir por ejemplo una depresión pos parto o la intolerancia de un niño a la lactosa.

Sin embargo, la publicidad genera la ilusión de que todo puede ser controlado y decidido de antemano, sin dejar lugar a los aspectos novedosos propios del encuentro tan singular que irá a producirse entre ese bebé y su mamá.

Más allá de las investiduras libidinales presentes en relación a la parentalidad, para considerar al otro como sujeto es necesario hacerle un lugar a la alteridad proveniente de este nuevo ser. Difícilmente se encuentre una auténtica conexión madre-bebé en el acto de amamantar, si no existe una receptividad que tenga como base el respeto a la señales del otro como tal.

Habría que pensar si en otros países, en contextos que implican serios riesgos de desnutrición estaría justificado este abordaje al extremo biologicista del ser humano, por el momento me situaré en un intento de aproximación a la situación de nuestro país en la actualidad.

En este sentido es de destacar que las dolencias que aquejan a nuestra sociedad, tienen más que ver con patologías que se configuran en relación al exceso de consumo que con carencias del mismo. Exceso de consumo de comida, de drogas y alcohol, de objetos, de tecnología, de entretenimiento, bajo el imperio de una ilusión que parece sostener que para todo vacío, para toda ausencia existe un objeto de consumo capaz de satisfacerlo.

Se impone una modalidad de desmentida permanente de la angustia relacionada a umbrales cada vez más bajos de tolerancia a la frustración.

Al respecto Cristina Rojas advierte “Vemos grupos familiares que, inducidos por valores epocales hegemónicos, tratan de neutralizar pérdidas y frustraciones a través del consumo de objetos y/o sustancias que la propia sociedad ofrece como recurso imaginariamente rápido e indoloro para la resolución de todo displacer.” (Rojas, p. 184)

Desde esta perspectiva parece peligroso sostener la idea de que la obesidad infantil y las enfermedades coomorbidas pueden ser evitadas con la lactancia prolongada, como se ha expresado al respecto de la campaña.

Por un lado, si no tomamos en cuenta la importancia de las prácticas de crianza asociadas a la alimentación y a los diferentes hábitos desde una perspectiva integral, se genera la ilusión de que el niño queda “inmunizado” contra estas afecciones por el solo hecho de mamar durante dos años. De esta manera la leche materna pasa a ser un objeto de consumo más junto al pecho de la madre.

Por otra parte es necesario señalar que así como el amamantar durante un período adecuado favorece el apego, la narcisización y la pertenencia, prolongar indebidamente esta etapa se puede leer como un exceso vincular que además de implicar una omisión por parte de los padres, probablemente genere más costos que beneficios para el bebé y para la familia en tanto tal.

Es una omisión en la medida que la función de corte es tan vital y constitutiva del psiquismo como la función de sostén y apego.

Siguiendo con el guión del spot publicitario, en un momento la mamá expresa: “Es bueno para él, es bueno para mí y nos une.” En esta instancia hace referencia a los aspectos afectivos que se juegan en el acto de amamantar: nos une. Sin embargo no es lo mismo estar unidos que estar fusionados, el lazo que une no es el pecho concreto, sino la experiencia contenedor-contenido.

La frustración generada por la puesta en marcha de los mecanismos de corte contribuye a generar experiencias de mismidad que propenderán a la independencia progresiva. Si la mamá queda prendida a la experiencia fusional y no media la función de corte, se violenta al sujeto obturándolo.

Algo hace ruido

Se me viene ahora en mente la sinopsis de una película que hace semanas estaban pasando en uno de los canales uruguayos. La película en español se llama “Son como niños”, del director Dennis Dugan.

La misma transcurre en medio de una fiesta familiar, dos familias se encuentran charlando. En medio de la conversación parece un niño de unos 4 años.

Niño: -Mami, quiero leche

Madre: – Ahh si ángel, ven aquí, te daré un poco. La madre saca un pecho para afuera del vestido y el niño comienza a mamar parado, ante las miradas desconcertadas de los presentes. La otra mamá le tapa sutilmente los ojos a su hija que ha quedado como todos expuesta al acto obsceno. El padre del niño mira hacia otro lado incómodo y el otro hombre se retira de un salto sin disimular el rechazo o desconcierto que la
escena le produce.

Madre: Despacio hijo, con calma, te dolerá el estómago

Mujer: Se dirige visiblemente afectada al padre del niño -Tu hijo es tan lindo…qué edad tiene?

Padre: Responde algo incómodo – Tiene 48 meses

Hombre: Atónito – 4 años!

Padre: -Si…

Madre: -Quería destetarlo hace un año, pero le gusta mucho y no nos gusta decirle que no.

Se acerca caminando su hija, con sobrepeso, de unos 9 años de edad comiendo torta con la mano.

Madre: -Hija, quieres usar un tenedor por favor?

La niña reacciona muy molesta: – No, no, no! Comienza a aplastar la torta con las manos, enojada y acto seguido la tira al piso.

Hombre: agrega sarcástico – Creo que no le llegó el mensaje…

Ríen

Probablemente no sea casual que justamente se haya elegido pasar esta película, con énfasis en esta sinopsis, con una posterioridad tan inmediata a la semana mundial de la lactancia materna y las diferentes repercusiones a nivel mediático.

Me pregunto si quizá fue una vuelta que encontró el inconsciente colectivo de seguirle dando vueltas a algo que si bien hace ruido, no es tan fácil de abordar.

Con esto me refiero específicamente a elementos que tienen que ver con lo incestuoso, ya que si bien lo incestuoso se inscribe en el orden de lo impensable, está a su vez dentro del campo de lo posible.

En este sentido, parece atinado preguntarse hasta qué punto la lactancia prolongada está en relación con la función nutricia y a partir de que instancia se instala el goce.

“Cuando la descarga pulsional no encuentra un tope en la trama fantasmática vincular, eclosiona locamente, privada de un dique que permita a la satisfacción abrir un compás de espera. … En la familia se puede “gozar de” un niño considerándolo parte del propio cuerpo, o quizá ser “propiedad” de otro como condición para la satisfacción pulsional de ambos, o aún cristalizarse en un goce autoerótico, convirtiéndose en puro instrumento de satisfacción ajena.” (Gomel, Matús; pp. 41-42)

A través de esta escena, es posible visualizar cómo se juegan aspectos de la desmentida y cómo este mecanismo es sostenido a través del vínculo parental. Pareciera que hablar en términos de meses en lugar de años de vida (48 meses = 4 años) es un elemento que esta familia ha instituido al servicio del goce y se consolida a partir de la imposibilidad de poner un tope al mismo a través de la función de corte.

Al respecto Rojas dice:

“Nuestra época favorece aquellas modalidades eficaces para la evitación del sufrimiento. De ahí quizá la presentación clínica frecuente de familias que operan con una elevada insistencia de la desmentida. Me refiero a ese mecanismo que permite saber/no saber al mismo tiempo: “Ya lo sé, pero aún así…” en términos de Octave Mannoni (Mannoni, 1969).” (Rojas,183)

En este sentido, es muy ilustrativa la frase que la madre dice: -Quería destetarlo hace un año, pero le gusta mucho y no nos gusta decirle que no. Hace clara referencia a una lógica donde no hay lugar para la frustración y donde los efectos a mediano plazo quedan en evidencia con la conducta de la hermana mayor, quien se desborda rápidamente frente a una actitud de desaprobación.

 

Una mirada desde la perspectiva de Género

Sin dudas aspectos relativos al género no quedan por fuera en esta ocasión, la idea de mujer- madre se impone, sugiriendo que la única manera de encontrar la plenitud para el género femenino es a partir del ejercicio de la maternidad, en el entendido que lo mejor que una mujer puede dar de sí es leche materna su hijo.

La premisa que reza «Dar la teta es dar lo mejor de vos», detrás de la aparente ingenuidad a través de la cual trasmite un cierto saber, instala a su vez modos de pensar y sentir relativos a determinadas lógicas de pensamiento.

Desde esta óptica se concibe al individuo a partir de un enfoque reduccionista, pareciera que lo único que el humano necesita para crecer saludable es el alimento y que el único aspecto importante a considerar en su desarrollo es el biológico.

Muchas madres por innumerables motivos no tienen la posibilidad de dar de mamar a sus hijos y no por eso se ven impedidas de darles lo mejor de sí: mirada, contención, afecto.

Por otra parte tratemos de imaginar de qué manera impacta esta publicidad en una mamá que no tiene las facultades de dar de mamar a su bebé. No se necesita poseer especial empatía para suponer las repercusiones emocionales del caso, sobre todo si tomamos en cuenta que el posparto es un período de especial sensibilidad en la mujer.

De alguna manera, y a pesar de los logros obtenidos en cuestión de género hasta ahora, se siguen filtrando en nuestra sociedad mecanismos de castigo hacia la mujer. Estos dispositivos cuanto más encubiertos más eficaces, principalmente si su existencia se justifica a través de discursos humanitarios y/o lo altruistas.

No menos importante es el lugar al que se ve compelido el varón, quien nunca podrá alimentar con leche proveniente de su pecho al bebé. De manera que en términos de crianza siempre estará en desventaja respecto al sexo femenino, en tanto cualquiera de las cualidades que como padre pueda desempeñar, siempre serán comparativamente inferiores a lo que la mujer tiene para dar: leche materna.

Con la sobrevaloración del acto de amamantar propiamente dicho, se inaugura la primera destitución del padre del universo simbólico capaz de nombrarlo potencial cuidador de un hijo. Esta destitución es solo la primera de una larga cadena que parece devenir “naturalmente”.

Habiendo quedado la alimentación como acto exclusivo que proporciona la madre, no se esperaría otra cosa en relación a la higiene, a los hábitos y porqué no la educación. Es así que muchas veces frente a la ausencia de la madre, solo en raras ocasiones será el padre quien quede a cargo del hijo, antes bien una tía, una abuela o una niñera porque claro, “el pobre no sabe cambiar los pañales”.

Y no es que este no saber no sea cierto, pero ciertamente no tiene que ver con cuestiones relativas a un orden natural y si con el producto de las prácticas y la trama subjetiva y subjetivante que las sostiene a la vez que las produce.

Acerca de lo Homogeneizante

Para finalizar me gustaría reflexionar acerca de esta tendencia a homogenizar a toda costa, lo cual llama la atención en tiempos de tanta heterogeneidad, donde lo diverso, también a toda costa, se impone.

En tiempos donde los titulares de los diarios hablan sobre las primeras celebraciones de matrimonios igualitarios, donde la clásica familia constituida viene tomando formas totalmente diferentes a través de los míos, los tuyos y los nuestros. Las posibilidades de concepción por estos tiempos abarcan formas impensadas hasta hace poco, se multiplican los hogares monoparentales, la adopción ya no es exclusiva de las parejas heterosexuales y así cientos de nuevas formas de habitar la parentalidad.

Sin embargo, parece que existir “por fuera” de la clásica familia heterosexual y constituida, sigue generando sufrimiento y sentimientos de exclusión.

Publicidades en la línea de la que venimos trabajando, refuerzan estos sentimientos, ya que los aspectos idílicos que trasmite, claramente se alejan en mucho de las diferentes realidades que viven la mayoría de las familias hoy. Estos efectos se potencian cuando los mensajes son trasmitidos y a la vez legitimados por organismos de gran envergadura como lo es UNICEF.

Pensando en las familias que hoy llegan a la consulta, María Cristina Rojas advierte “…analizarlas e intervenir a partir de modelos unificados y paradigmas rígidos que desconozcan tal diversidad puede dar lugar al sufrimiento y a la exclusión.” ( p. 164)

Es por esto que considerar que la lactancia prolongada es lo más adecuada para el niño basándose en parámetros únicamente biológicos es un error si queremos considerar al bebé desde un punto de vista integral y a su vez atribuirle un lugar simbólico en la cadena de significados a las nuevas dinámicas familiares que se presentan en la actualidad.

El acto de amamantar implica mucho más que la alimentación propiamente dicha, el contacto, la mirada, lo que se produce en este encuentro genera aspectos constitutivos del psiquismo del niño y deja huellas en el psiquismo materno propias de ese vínculo en particular.

Por ejemplo, una madre que da de mamar a su hijo de manera automática, que simplemente lo coloca en el pecho mientras realiza impávida, cualquier otra actividad, puede resultar menos apropiada que una madre que al no tener leche tiene que alimentarlo con una mamadera, pero sin embargo se conecta afectivamente con el bebé.

Pero también, una pareja de varones homosexuales que adopta un bebé, no debería considerarse inhabilitada para dar lo “lo mejor de sí” simplemente porque no puede dar la teta, si en cambio puede proveer todos los recursos nutricionales, afectivos, emocionales y sociales que propendan al óptimo desarrollo integral del niño.

Conclusiones

La trasmisión de lógicas de pensamiento está siempre presente desde el espacio transubjetivo y operan produciendo subjetividades en los espacios inter e intrasubjetivo, generando efectos que impactan directamente en nuestras prácticas.

Aferrarse a lógicas reduccionistas parece ser un recurso bastante utilizado para ordenar y ponerse “a salvo” de los avatares de la complejidad, sin embargo, a la vez que compramos esta ilusión de seguridad, condenamos a la exclusión las diferentes expresiones de lo diverso.

De ahí se desprende la importancia de nuestra labor terapéutica, propendiendo a generar espacios tendientes a desnaturalizarlas y poder atribuir y legitimar nuevas modalidades de existencia y de pertenencia al entramado vincular.

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Bibliografìa:

  • Berenstein, I. (2007). Del ser al hacer. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós.
  • Berenstein, I. (2004). Devenir otro con otros (s). Ajenidad, presencia, interferencia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós.
  • Lewkowicz, I. Estrategias de subjetivación contemporánea.
  • Matus, S. Gomel, S. (2011) Conjeturas Psicopatológicas: Clínica psicoanalítica de familia y pareja: Psicolibro Ediciones.
  • Rojas, C. (2011) Familias: Intervenciones en la diversidad. En: R. Gaspari, D. Waisbrot (comp).
  • Sandler. A.(Productor), y Dugan D. (Director). (2010). Grown Ups. (Película). Estados Unidos: Happy Madison.
  • UNICEF Argentina. (5 de Julio de 2013).Natalia Oreiro- Lactancia materna prolongada. UNICEF (Archivo de video). Recuperado de http://www.youtube.com/watch?v=Kf55hJGwWfs

Cecilia Del Pino

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  1. Ni la intolerancia a la lactosa no es impedimento para la lactancia. Creo que hay que informarse bien antes de escribir un artículo.

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