La interrelación entre la psiquis y la comida

La interrelación entre la psiquis y la comida
Foto: Unsplash

Por María Inés Nin Márquez

Gran parte de las personas en algún momento de su vida, se pone «a dieta». La mayoría no puede mantener el peso perdido. El 30-50% de los pacientes abandona el tratamiento. Otros no lo empiezan porque no creen que puedan lograrlo.

La pregunta es ¿por qué las personas adquieren y mantienen una conducta alimentaria desadaptada a pesar de que esto les trae muchos problemas?

El punto es que el sobrepeso, los desórdenes alimentarios son solo el emergente de todo lo que está por debajo y desencadena una mala relación con la comida.

Hasta hace poco no se tenían en cuenta los problemas psicológicos ni se conocían los cambios que el comer compulsivo podía producir en la propia estructura cerebral perpetuando ese modo de comer.

El tema no es que ante el aumento de peso se ¨debe¨ adelgazar, sino que el problema es complejo y multicausal. La presión del entorno, la falta de reconocimiento, los problemas vinculares, emocionales, la industria de alimentos y el tipo de tratamiento estricto y desabrido son llamados en causa.

Quien sufre de trastornos alimenticios padece la vivencia de vacío, la pobre integración de sí, la autoimagen distorsionada entre otras dificultades.

La superación de estas problemáticas no se logrará estando delgados sino más bien con el reconocimiento de la persona que se es, con la valoración de uno mismo, así como con la aceptación del otro como diferente.

La comida tiene como función nutrirnos, reponer las células y tejidos así como también tiene la función de compensarnos psicológicamente y darnos satisfacción.

Todo esto es necesario, pero debemos saber cómo manejarlo ya que muchas veces se hiper utiliza la comida como compensación ante los problemas.

Vivimos apurados y en general consumimos comidas ya preparadas, no prestamos atención a la calidad de los alimentos ni a sus componentes. Sin embargo, la misma composición de los alimentos ejerce una profunda influencia sobre la ingesta y la salud. Depende mucho del tipo de alimentos que nos ponemos en la boca. No todo es lo mismo como nos hacen creer. Nadie puede decirse realmente libre si sus elecciones le hacen daño.

Hoy vemos más que nunca que la integridad del cuerpo se encuentra en peligro, y esto se debe a que en algún momento le hemos dejado el poder y el control de nuestra alimentación a ¨alguien¨ externo asignándole un rol omnipotente. Por ejemplo, los alimentos procesados es probable que se conviertan en un factor causal de enfermedades al desequilibrar los mecanismos regulatorios de la conducta alimentaria. Hoy sabemos por la nutrigenómica la influencia que tienen los nutrientes y la comida en la expresión de los genes que antes parecían inmutables.

Los alimentos industrializados con grasa, azúcares y conservantes incitan a comer más y desregulan los sistemas del apetito creando compulsión. En estos actos compulsivos está involucrado el centro de recompensa del cerebro que se activa en todas las situaciones que nos dan placer. Esta comida genera ganas de seguir comiendo y no se puede parar. Por otra parte, vivimos una cultura que exige estar delgados y esto nos impacta y nos influye. De esto deducimos que aprender a comer bien es el punto de partida para una vida saludable. Sin embargo, no es tarea sencilla.

 

 

¿Y si estuviera a nuestro alcance mejorar la salud día a día?

El gran cambio sería el de pasar de ser sujetos pasivos a ser protagonistas activos en la búsqueda de una vida saludable.

Aprender a conocer tus emociones para que la corteza prefrontal pueda regularlas y reestructurar los pensamientos y creencias erróneas es clave.

La mayoría de las veces comemos usando el cerebro instintivo y dejando de lado la corteza cerebral que modula el cerebro emocional. La solución implica integrar los dos sistemas el instintivo y el racional para tener la conducta adecuada. O sea, cultivar la capacidad que tenemos de razonar y evaluar el beneficio a largo plazo evitando las ingestas abundantes de comida procesada que, aunque dan placer instantáneo crean problemas futuros. Somos nosotros que debemos aprender a estimularla para poder evaluar la conveniencia de las situaciones.

No se trata de limitar mucho la comida con dietas exageradas, alimentos light, que generan respuestas contrarias como el aumento del apetito, compulsiones y comportamientos compensatorios.

Neurociencia

Ahora gracias a la neurociencia sabemos que los circuitos electroquímicos que configuran nuestra mente no son inmutables, el entorno moldea continuamente las neuronas gracias a la plasticidad neuronal.

La neuroplasticidad es la habilidad del cerebro para cambiar esas conexiones ante nuevas experiencias. Contrariamente a lo que se pensaba, entonces el cerebro es un órgano capaz de reestructurar su arquitectura cuando sea necesario, donde los circuitos no potenciados por las experiencias e interacciones son «podados» y los más utilizados se refuerzan.

Si realizamos una actividad demasiadas veces, la sinapsis o contacto entre neuronas se refuerza, se trilla el camino neuronal y el individuo se acostumbra a ello, sea beneficioso o no. De tanto repetir y hacer lo mismo, las neuronas memorizan el camino. Así adquirimos un nuevo aprendizaje en positivo o en negativo.

Sucede lo mismo con lo que comemos, de tanto hacer el mismo camino comiendo ciertos alimentos se terminan creando hábitos. En el caso de que sean positivos, adquirimos un aprendizaje eficaz, en cambio, si son malos hábitos, podemos terminar arruinando la salud.

¿Cómo podemos cambiar el camino neuronal?

La buena noticia es que el desarrollo del cerebro es un proceso dependiente de la experiencia y se puede modificar. Aún si se crearon hábitos negativos, con mayor o menor esfuerzo -según lo fuertes que sean las conexiones entre las células- se puede crear un nuevo camino neuronal[1].

Podemos crear nuevas conexiones sinápticas si hacemos otra actividad, tenemos nuevos pensamientos y somos creativos. Esto tendrá repercusión en la conducta que cambiará hacia la dirección correcta. Por ejemplo, en lugar de comer lo que no nos beneficia, abrir nuevos caminos placenteros según lo que nos guste pero no haga daño: como leer un buen libro, comer comida sabrosa y sana, escuchar música, pintar, escuchar a un amigo, ser generosos, etc. Es un esfuerzo y requiere disciplina, sobre todo cuando hemos creado otros hábitos, pero vale la pena. Por otra parte, cuando es necesario podemos ayudarnos con un tratamiento psicológico para mejorar la autoestima, regular las emociones y pensamientos erróneos.

Lo bueno es que, si bien vivimos en una sociedad que, aunque en parte se sigue alimentando de ese viejo modo, ya empieza a sentirse incómoda. El cambio ya está en marcha y no se detendrá.

_______________

Referencias:

  1. SiegelD. J., The Developing Mind: How Relationships and the Brain Interact to Shape Who We Are, Second Edition. By Copyright © 2012. www.guilford.com/p/si chapter 1Mind, Brain, and RelationshipsThe Interpersonal Neurobiology Perspective.

María Inés Nin Márquez
Últimas entradas de María Inés Nin Márquez (ver todo)

Comentarios

comentarios

One Comment - Write a Comment

Post Comment

*