Hasta que la muerte nos separe: mitos sobre el amor y el matrimonio

Hasta que la muerte nos separe: mitos sobre el amor y el matrimonio
Foto: Marcelo Silva

Por Susan Pease Gadoua

Aquellos que en nuestra cultura no se casan por amor, son considerados una señal de mala suerte, en actitud sospechosa, que fueron manipulados, explotados, o simplemente lo vemos como algo que no es correcto. Creemos que, o están haciendo algo mal o hay algo mal con ellos. Nos hace sentir desde solidaridad hasta desprecio por esos individuos, porque a la mayoría de nosotros se nos enseñó que el amor es la única “razón correcta” para atar el nudo.

Si pensamos detenidamente en ello, el amor es un lujo. Cuando uno se casa por amor, por lo general significa que tiene todo – o al menos la mayoría – de sus otras necesidades cubiertas (como pueden ser el alimento, refugio, etc.) Esto puede explicar por qué las personas con menos recursos económicos tienen también las tasas de matrimonio más bajas: si se está preocupado por la supervivencia o la seguridad, uno no va a estar centrado en encontrar al hombre o mujer de sus sueños – a menos que, por supuesto, esta “persona de sus sueños” sea su boleto para salir adelante, o mejorar su situación significativamente.

La procreación siempre fue un factor influyente para contraer matrimonio, sin embargo, hace más o menos unos 200 años, la gente comenzó a casarse más por razones políticas y financieras que por amor.

La era victoriana y la Revolución Industrial del 1800 generaron dos cambios importantes en el estilo de vida de las personas: el romance se puso de moda y los avances tecnológicos han hecho la vida mucho más fácil. Antes de estos acontecimientos, el divorcio era muy raro, pero cuando el amor entra en escena como la razón para casarse, la ruptura, divorcio y/o separación se convirtió en algo de todos los días.

Los derechos de la Mujer, las leyes de divorcio sin culpa y un mayor énfasis en la búsqueda de la felicidad personal fue, en la década del 70, lo que abrió la puerta a más opciones y, por lo tanto, a mayor tasa de divorcios. Las frecuencias de disolución del matrimonio se dispararon hasta un 50 % (frente al 11 % en los años cincuenta) y no han cambiado mucho en los últimos 50 años. Hemos recorrido un largo camino a partir de la tecnología y el estilo de vida “moderna” pero ¿hemos llevado demasiado lejos lo que refiere a una cultura centrada en el amor conyugal?

Los expertos como Andrew Cherlin, escritor del libro “Marriage-Go-Round”, y Stephanie Coontz, autora de “Marriage, A History”, nos hablan acerca de que, en nuestro intento de hacer un matrimonio más fuerte con el fin de cumplir con nuestra idea del amor y romance, hemos debilitado seriamente la institución. Estas son dos emociones muy cambiantes: cuando el amor se desvanece, el matrimonio se torna inestable; cuando el romance se detiene, las nupcias mueren.

 

 

Las personas cuya razón fundamental para contraer matrimonio no es el amor – como tener hijos con alguien por considerarlo un mejor compañero, seguridad financiera, o de compañía – generalmente duran más tiempo y hasta consiguen mejores matrimonios, debido a que sus decisiones se realizan sobre un propósito definido. Inclusive, sus expectativas sobre el matrimonio o sobre su pareja son más realistas: no se espera que el cónyuge sea «el indicado”, sino que esperan que sea lo “suficientemente bueno” y lo que necesitan.

Algunas personas toman ésta situación como “asentarse” –o acostumbrarse-, sin embargo, estamos viendo cada vez más a menudo a parejas que efectivamente aplican este tipo de sabiduría de forma exitosa.

No nos referimos a que el amor no deba estar en la lista de cosas que componen una relación, simplemente no tiene por qué ser la número uno (y enfáticamente creemos que no debería serlo).

Estas son las tres razones por las cuales, casarse priorizando únicamente en el amor, no es un camino sabio:

1. El amor es una emoción cambiante. Tan pronto como uno se enamora, se puede salir de ese amor. ¿Entonces qué? O bien la relación termina o se vuelve tóxica. Si el amor es la única razón, la conexión irá desapareciendo.

2. El amor no es fundamento lo suficientemente fuerte por sí mismo. Sí, el amor es fuerte, aun así, debido al hecho de que se puede evaporar, no es algo que puede ser por si sólo la base de una relación a largo plazo. Cualquier cosa construida sobre una base únicamente de amor está sujeta a ruinas.

3. El amor, recordando aquel tema de los Beatles “all you need is love”, está lejos de ser «todo lo que necesitas». Otros factores son necesarios: como el respeto mutuo, los objetivos compartidos y ser compatibles para tener una relación sostenible y duradera. La gente «se enamoran del amor» porque piensan que los llevará lejos. Todos queremos ser queridos y nos encanta el amor, sin embargo, si tuviéramos una receta para una relación fuerte y saludable, podría asemejarse a esta: 1 Copa de respeto, 1 Copa de metas compartidas, 3 Copas de compatibilidad, 1 cucharada de amor, 1 cucharadita atracción (opcional).

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Fuente: Pease Gadoua, S. (s. f.). Three Reasons Why You Shouldn’t Marry for Love. Psychology Today. Recuperado 21 de noviembre de 2013, a partir de http://www.psychologytoday.com/blog/contemplating-divorce/201311/three-reasons-why-you-shouldn-t-marry-love

Susan Pease Gadoua
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