Hablemos de compromiso: el amor en tiempos de Jumanji

Hablemos de compromiso: el amor en tiempos de Jumanji
Foto: Nithya Ramanujam

Por Daniel A. Fernández

(Extracto del libro “Sapos y Cenicientas – Una mirada psicológica acerca de las problemáticas del amor”, de Daniel Fernández. Ediciones Urano Argentina).

Algo que en la actualidad parece ser una postura bastante común vinculada a las cuestiones amorosas es el “no compromiso”. Es decir que muchas personas ya no ven la necesidad de un vínculo estable y exclusivo sino que, por el contrario, parecen huir de esta posibilidad como quien escapa de un demonio. Los motivos por los cuales alguien quiere evadir el compromiso son variados y no habremos de abocarnos a dicho punto, dado que este libro no está dirigido a quienes no se interesan en una relación sino a quienes sí la desean. Así que nos centraremos justamente en lo que ocurre con aquellas personas que apuestan al compromiso pero terminan vinculadas con quienes no lo hacen, razón por la cual la demanda de amor queda presa de un juego tan peligroso como el mismo “Jumanji”.

Para quienes no vieron la película cuyo título es “Jumanji” y que fue protagonizada hace algunos años por el actor Robin Williams, les mencionaré brevemente que en dicho film una pareja de adolescentes hallaba una caja que contenía un juego. Dicho juego se llamaba justamente “Jumanji” y era similar al juego de la oca pero con algunas variantes tan mágicas como amenazantes. Cada vez que uno de los participantes arrojaba los dados, las piezas en el tablero se movían y se desataba alguna calamidad en el exterior que incluso hacía peligrar sus vidas. Luego el otro participante debía arrojar los dados y nuevamente ocurría otro desastre fantástico contra el cual debían luchar. Pero había una regla, una fundamental, una imprescindible, y era que ninguno de los dos participantes podía dejar de arrojar los dados por temor a lo que fuera a ocurrir. Ambos participantes sabían que era preciso continuar con el juego, que debían seguirlo hasta el final. Es decir que para que el juego funcionara era necesario que existiera el compromiso, pero no por parte de uno sino por parte de los dos. Y fue en esta película que la adolescente se asustó por cierto infortunio que ocurrió cuando el joven tiró los dados, tras lo cual ella no continuó jugando. ¿La consecuencia? El joven se quedó atrapado por el juego durante muchos años, permaneciendo cautivo en una selva y esperando que alguien volviera a arrojar los dados sobre el tablero para así ser liberado.

No fue hasta aquí mi interés narrar una película de Hollywood sino, simplemente, mencionar algunos puntos de la misma para poder ilustrar de manera más gráfica lo que ocurre en algunas relaciones. Si hicimos una comparación en un comienzo entre el juego de la película y lo que acontece en ciertos vínculos sentimentales, es porque en ambos casos la regla principal es la misma. Ya sea en el Jumanji o en la relación amorosa que se inicia, ambos participantes deben continuar el juego para que el otro no se quede atrapado, ambos deben querer el compromiso y no sólo uno, ambos deben estar dispuestos a hacer la próxima jugada o, de lo contrario, alguno de los dos (quien sí se comprometió) habrá de perder irremisiblemente.

Anteriormente habíamos explicado que el otro jamás nos completará ni nosotros habremos de completar al otro, que siempre habrá algo que no nos satisfaga por completo de ese otro y siempre habrá algo en nosotros que no dejará satisfecha a la otra parte. Decíamos entonces que se trata de asumir la falta, la del otro y la nuestra, y consecuentemente ver si la falta que posee ese otro es la que más aceptable nos resulta. Ya el otro evaluará por sí mismo si nuestra falta también es la que más aceptable le resulta a él. Pero hay algo que no debe descuidarse y que tiene que ver con el deseo personal. Si una persona es consciente de que lo que busca es una relación comprometida, seria, con proyección a largo plazo, hay una falta que nunca debe aceptar en el otro y es justamente la “falta de compromiso”. ¿Por qué? Porque al igual que en el Jumanji, si uno de los dos participantes no está decidido a continuar el juego y no arroja los dados, será su pareja quien padezca el castigo de quedar atrapada en una selva fantasmática que implicará la necesidad posterior de un trabajo de duelo lento y doloroso. En resumen, si tu objetivo es una relación comprometida, no debes jugar dicha relación con alguien que no comparta los mismos objetivos para luego pretender modificarlo. Al igual que en la película que antes mencionamos, el costo de dicho intento es peligroso. En definitiva, de lo que se trata es de empezar a elegir jugadores más afines a ti, que comprendan y compartan las mismas reglas al jugar, que tengan tu misma disposición al compromiso. Dicho de otra manera, que estén dispuestos a lanzar los dados y a enfrentar las distintas consecuencias a pesar del temor de no ganar el juego.

Daniel A. Fernández
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