Ficción y psicoanálisis: la leyenda de Barba Azul

Ficción y psicoanálisis: la leyenda de Barba Azul
«Barba Azul»: Samuel Alonso Omenaca (Autor) y Monica Calvo (Ilustraciones)

Por Mayte García Zícari

El presente artículo tiene como columna vertebral el cuento llamado “Barba Azul”, extraído del libro “Mujeres que corren con los lobos”. Si bien el cuento puede ser abordado desde distintos ejes temáticos, opte por realizar un recorte de los mismos, llevándolo a algunos temas, a mí entender medulares, de la teoría psicoanalítica.

Entre la concepción psicológica y la neurológica

Encuentro interesante, que uno de los conceptos fundamentales que desarrollo Freud, se refleje a menudo en los personajes del cuento. Hablo sin duda del aparato psíquico.

Me asisto con el diccionario de psicoanálisis, de Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, para esclarecer este concepto; “Termino que subraya ciertos caracteres que la teoría freudiana atribuye al psiquismo: su capacidad de transmitir y transformar una energía determinada y su diferenciación en sistemas u instancias”.

Agregamos también que en “La interpretación de los sueños”, mas específicamente en el texto “La regresión”, Freud compara al aparato psíquico con aparatos ópticos; con un microscopio o un aparato fotográfico. Nos habla de que la localidad psíquica, como un lugar en el interior de dicho aparato, es donde ocurre uno de los estadios precedentes a la imagen.  Así trata de evitar caer en la tentación de determinar a las “localidades psíquicas” como si fueran anatómicas (no caer en el recurso de decir por ejemplo, el inconsciente se encuentra en el lóbulo parietal del hemisferio derecho). Esta disposición interna posee además un orden prefijado de los “lugares psíquicos”  que implica una sucesión específica temporal, por ende las excitaciones siguen este orden, por el lugar que ocupan los distintos sistemas.

El aparato psíquico se concibe como un aparato que funciona como arco reflejo. La función es, fundamentalmente, mantener la cantidad de excitación en el nivel mas bajo o constante que sea posible (Principio de constancia). Lo logra mediante tres mecanismos: descargando la energía que ya existe en el aparato, evitando que pueda aumentar la cantidad de energía, y  poniendo en marcha las defensas contra este aumento. Integra las excitaciones del psiquismo, estableciendo entre ellas conexiones asociativas.

Todos los seres humanos poseemos un aparato psíquico, a la cual Freud independizó totalmente de los principios neurológicos establecidos. Como narra el cuento elegido de “Barba azul”, nunca sabemos si lo que conocemos de un individuo es lo que realmente la persona es en su interior.

Es en la carta 52, fechada en Viena el 6 de diciembre de 1896 y dirigida a su gran amigo Wilhelm Fliess, establece por primera vez algunos elementos que nos acercaran  a los conceptos fundamentales de la diferenciación del aparato psíquico, elementales para la formación de la teoría psicoanalítica.

Punto de partida: las tópicas freudianas

Tópica proviene del griego “topos” y significa “teoría de los lugares”. Tópica refiere a: “Teoría o punto de vista que supone una diferenciación del aparato psíquico en cierto número de sistemas dotados de características o funciones diferentes y dispuestos en un determinado orden entre sí, lo que permite considerarlos metafóricamente como lugares psíquicos de los que es posible una representación espacial figurada”.

Corrientemente se habla de dos tópicas freudianas, la primera en la que se establece una distinción fundamental entre inconsciente, preconsciente, y consciente, y la segunda que distingue tres instancias: el ello, el yo, y el superyó. Es desde esta concepción que analizamos al cuento, ya que en todos los personajes se puede ver como ambas tópicas se fusionan.

En la primera tópica se dan a conocer tres sistemas: inconsciente (Icc), preconsciente (Prc) y consciente (Cc).

Comencemos por lo que ya conocemos, previo a la investigación psicoanalítica. Decimos que la conciencia es aquello que tenemos presente en este momento. Seria, para la teoría  metapsicológica de Freud, la función del sistema percepción-conciencia. Desde este punto podríamos decir que, todo lo que percibimos pasa a nuestra conciencia. Este sistema anteriormente descrito, se encuentra en la periferia del ap. psíquico y recibe tanto la información del mundo exterior como la del mundo interior (sensaciones de placer-displacer y reviviscencias mnémicas). En el no se inscribe ninguna huella mnémica; ninguna huella duradera de las excitaciones, y posee  como característica una energía libremente móvil. Así es también que la conciencia evita lo desagradable y regula, más discriminativamente el principio de placer, aunque no podemos decir que es uno de los polos que entra en juego en el conflicto defensivo.

En nuestra historia, los cuatro personajes, Barba azul y las tres hermanas,  poseen esta característica. Las hermanas le temen a barba azul por el color de su barba, y por ello no ninguna quiere casarse con el. Lo que perciben, en una primera instancia, es lo que las atemoriza y aleja del hombre. Esta capacidad del ser humano es lo que enciende la luz de alarma, en este caso en las tres hermanas hace que se escondan cada vez que el hombre va a visitarlas.  En cambio lo que atrae a Barba azul, es simplemente su característica de ser aficionado a las mujeres. Cortejando, por ello, a tres hermanas a la vez.

Siguiendo esta línea, Freud nos propone que tenemos un sistema al que podemos adjudicarle los contenidos no presentes en este instante. Lo llamamos preconsciente. Los contenidos del preconsciente no se presentan en el plano actual de la conciencia, pero se diferencian de los contenidos del inconsciente por el hecho de que son accesibles a la conciencia. Podemos evocarlos con relativa facilidad. Está separado del sistema Icc por la censura, (también hay una censura que filtra los elementos entre Prc y Cc) la cual no permite que los contenidos del Icc pasen al Prc sin antes experimentar transformaciones.

Podemos analizar que dos de las hermanas se niegan a casarse con Barba azul, mas allá que este les hubiese mostrado un lado amable y tierno. Las mujeres olvidan por un instante que es un gigante que tosco y aterrador comenzando a pensar que un hombre tan malo no podría cortejarlas con tal dulzura. Pero inmediatamente vuelven a recordar sus sospechas. Sin embargo, logra conquistar a una de ellas.

Finalmente llegamos al más complejo de los sistemas, que forman la primera tópica: el inconsciente.

Este término fue primeramente utilizado en la época romántica en Alemania, para designar un conjunto de imágenes mentales, una fuente de pasiones donde los contenidos escapaban a la conciencia. Así mostraba los aspectos irracionales del ser humano.

Freud menciona por primera vez  lo inconsciente en 1895 en su libro “Estudios sobre la histeria”, el cual relata sus descubrimientos en la clínica con las histéricas. Logro ver que a sus histéricas se les escapaban contenidos que luego en estado de hipnosis traían a la consulta, y al regresar de dicho estado no lograban recordar lo anteriormente expresado. Entonces le da al concepto un lugar predominante en la vida psíquica. Para el psicoanálisis, inconsciente es un lugar desconocido, lo más oscuro, lo más difícil y complejo de alcanzar a conocer.

Podemos hablar que en un principio se le adjudico únicamente “lo reprimido”, es decir, que lo inconsciente, esta formado por aquellos elementos a los cuales se les ha rehusado el acceso al sistema Prc-Cc por la acción de la represión. Es, igualmente, importante aclarar que todo lo reprimido es inconsciente.

Nos propone tres distintas maneras de utilizar el vocablo: descriptivo; dinámico; sistemático.

 

 

En sentido descriptivo, como ya cite anteriormente, en un momento un conjunto de imágenes se encuentra en la conciencia, en otro momento no. Esas imágenes, o cualquier tipo de representación, estaban latentes en el Prc. Por esto, psíquico no es lo mismo que conciente.

En sentido dinámico, el hipnotizador le da una orden a la persona que esta hipnotizada, la cual la cumple quedando inconsciente; el sujeto realiza la acción demandada y no sabe porque lo hizo. Entonces el Icc manifiesta una acción eficiente en la conciencia, tiene intensidad energética suficiente y permanece fuera de la conciencia. Lo inconsciente es una fase en todos los procesos que atraviesan nuestra actividad psíquica, ya que todo acto psíquico es en primer lugar inconsciente. Puede quedar así para siempre o pasar a la conciencia

En sentido sistemático, recurriendo a los sueños, Freud entiende que a través de ellos este procesos psíquico inconsciente, esta en una categoría  psíquica y forma parte de un sistema. A este sistema Freud lo llama Inconsciente.

Conozcamos ahora algunos elementos característicos de lo inconsciente.

En primer lugar, podemos decir que sus contenidos son representantes de las pulsiones. Son mociones de deseo que están coordinadas entre si, unas junto a otras sin contradecirse entre ellas. Estos contenidos están regidos por el proceso primario, mas específicamente por dos de su mecanismos el desplazamiento, (una representación entrega a otra un monto de investidura) y la condensación, (una representación puede tomar muchas otras investiduras).

Estos procesos son atemporales y sustituyen la realidad exterior por la realidad psíquica, estando así sometidos al principio de placer.

Los contenidos inconscientes buscan retornar a la conciencia, encontrando único acceso a la misma a través de las formaciones de compromiso, (sueños, actos fallidos, lapsus, chistes, etc.), después de haber sido deformados por la acción de las censura. Son, en especial, los deseos infantiles los que se fijan en el Icc.

Es interesante analizar, en nuestro cuento, como el Icc se presenta de una manera particular. El personaje de barba azul es un hombre tosco y que genera temor en las tres hermanas, justamente lo que las atemoriza es el color de su barba. Cuando el les muestra otro lado de su persona, solo una de las mujeres cambia de parecer. En el desarrollo del cuento podemos ver como las sospechas de las otras dos hermanas se confirman trágicamente. Esto nos muestra que, el color de su barba, finalmente representa lo que Barba azul es en realidad; un hombre al cual le apasionaba asesinar a sus esposas. Podemos tomar esa característica como una formación del Icc, algo que se deja ver de lo oscuro y tenebroso. Un elemento que se representa como desagradable y  maligno, pero que deja al descubierto las verdaderas intenciones de la persona. Por más que este se esfuerce por ocultarlo, no lo logra y prevalece los impulsos (podríamos decir las pulsiones) mas agresivos y primitivos. Aquellos que forman parte de nuestro ser desde los comienzos de la vida, a los que no podemos ni educar ni calmar y terminan por estallar, en el caso de Barba azul, de la manera más aterradora.

Otro elemento que podemos considerar como inconsciente es el binomio de la llave y la puerta secreta. Cuando Barba azul se va del palacio y le dice a su esposa que puede hacer lo que quiera excepto entrar a una habitación que se abría con una pequeña llave llena de adornos.  Este conjunto de elementos podemos tomarlo como la representación de lo inconsciente; o oscuro, lo prohibido lo que si se descubre revelara un gran secreto acerca de la persona. Cuando la esposa abre la puerta secreta se encuentra con una faceta de su marido que no es nueva, ella ya había sentido miedo a Barba azul. Podemos decir que siempre conocemos algo del Icc, solo hay que estar atento para descifrarlo, lo cual supone un arduo trabajo.

Podemos también tomar al juego de las tres hermanas por averiguar que puerta abría la llave prohibida, como la labor del psicoanalista. Este debe ayudar a la persona, que es su paciente, a entrar en el conocimiento de su propio lado desconocido. Aunque genere dolor, angustia, y hasta nos resistamos al conocimiento del Icc, el terapeuta debe colaborar para abrir esas puertas sin que nos generen culpas, para alcanzar una mejor calidad de vida.

Hay que recorrer tres pisos para saber cual es la puerta correcta, por lo que no es un trabajo fácil. Provoca cansancio de ambas partes así como en el vínculo terapeuta-paciente, pero la recompensa es nada más ni nada menos que conocer un polo distinto y ajeno de nuestra personalidad, al cual no le damos la suficiente importancia en la vida de los seres.

En el marco de la segunda tópica, el inconsciente califica al ello en su totalidad y a una parte del yo y del superyó.

A partir de 1920, Freud elaboro una nueva concepción de la personalidad, si bien no dejó su primera tópica totalmente de lado, comenzó a utilizar la noción de instancias en lugar del concepto de sistemas. Hablamos de tres instancias de la personalidad psíquica: el ello, que es el polo pulsional, el yo que representa a los intereses de la totalidad de la persona y es caracterizada con una libido narcisista; y el superyó, que se ocupa de juzgar y criticar las acciones del sujeto, constituida por la interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales. Estas instancias se representan relativamente autónomas dentro de la persona, comerciando entre ellas distintos montos de energía.

Llamaremos ello a la instancia a la que le atribuimos todas las características del inconsciente (se rige por el principio de placer, es atemporal, las pulsiones conviven y se activan sin cancelarse unas a las otras, etc.). Es una parte oscura e inaccesible de nuestra personalidad. Constituye el polo pulsional, un hervidero de pulsiones. En uno de sus extremos está abierto hacia lo somático, acoge las necesidades que hallaran su expresión psíquica dentro de si.

Las pulsiones son su energía, y según Freud constituye el reservorio primario de energía psíquica. Sus contenidos son inconscientes, en parte innatos y hereditarios, en parte reprimidos y adquiridos. Comparte, también, con el Icc el no conocer ni el bien ni el mal, ni moral alguna; no conoce valorizaciones. Entra en conflicto con el yo y el superyó, con los cuales constituyen diferenciaciones desde el punto de vista genético.

Siguiendo una línea ascendente en la formación, la instancia que le seguiría al ello sería el yo. Este se encuentra en una relación de dependencia frente a las reivindicaciones del ello, ya que el yo es un fragmento de este alterado de manera acorde a un fin, por la proximidad con el mundo exterior. Toma la energía del ello y conduce a las pulsiones de este último a descargarse donde mejor le parezca. También depende de las exigencias de la realidad y de los imperativos del superyó. Se presenta como mediador, encargado de las necesidades de la persona y representa el polo defensivo de la personalidad. Pone en marcha los mecanismos de defensa, motivados por la percepción de un afecto displacentero. Aparece como un factor de ligazón de los procesos psíquicos, salvo el las operaciones defensivas, donde el ligar la energía pulsional no es posible debido a que se ven contaminada por los caracteres del proceso primario.  En cuanto a su génesis, el yo puede considerarse como un aparato adaptativo diferenciado, a partir del ello por su contacto con la realidad exterior, o puede definirse como el resultado de identificaciones que conducen a la formación de un objeto de amor caracterizado por el ello. Esta instancia es en parte conciente, sistema Prc-Cc, y en parte inconsciente, gran cantidad de las operaciones defensivas del yo.

Por ultimo, tenemos a la instancia llamada superyó, que se desprende del yo (aunque posee autonomía e independencia en cuanto a energía), y se forma por la prolongada dependencia de la especie humana de sus progenitores. Se define como el heredero del complejo de Edipo y se constituye por la interiorización de exigencias y prohibiciones por parte de lo padres y las demás autoridades. Se lo compara con un juez censor, donde la conciencia moral forma parte de sus funciones: tengo las ganas y la necesidad de hacer algo que me generará placer, pero evito realizarlo porque la conciencia moral no me lo permite o me castiga si lo concreto. Me hace sentir arrepentimiento y culpa por lo que hice. Otra función del superyó es la observación de si, indispensable para enjuiciar.  Es claro que no nacemos con el superyó establecido, un niño es evidentemente amoral, no posee inhibiciones para alcanzar lo que le genera placer. El papel que luego adopta el superyó es desempeñado por las autoridades parentales (padres, maestros, abuelos, etc.), que le muestran al niño pruebas de amor cuando hace lo correcto y lo amenazan con castigos de perdida de amor cuando los desobedece. Poco a poco se van instalando en el niño la vergüenza, el asco y la culpa que definirán al superyó de la persona. Así es que, entonces, la persona nace con las pulsiones de vida y de muerte (ello). A través de su vínculo con el mundo exterior (fijaciones) se va formando el yo, y luego que el sujeto pasa el complejo de Edipo se forma el superyó.

Volviendo a nuestro cuento, podemos notar como la autora juega con estas tres instancias. Las hermanas son tres, una representando a cada polo de la personalidad. Barba azul  amenaza con castigos a su esposa si abre la puerta que el le prohíbe. Representa así a superyó, que finalmente genera culpa en la esposa por haber desobedecido sus órdenes. No solo esto, si no que también aplica un castigo, en este caso un castigo de muerte. Puede ser tomado como un tipo de castigo del cual el yo no se podría reponer. Pero al final, ese yo, representado por la esposa, se recupera triunfando sobre los imperativos de Barba azul. La esposa no solo se salva, sino que logra descubrir la oscura verdad detrás de la puerta vedada. Como a la esposa de Barba azul, todos tenemos una fuerza que nos impulsa a buscar el placer. En este caso la curiosidad de conocer algo que no debía conocer, pudo más que la obediencia hacia su esposo. Esto muestra una lucha constante entre lo que deseamos hacer, regido por nuestro ello, y lo que debemos hacer según la realidad imperante, controlado por nuestro yo y nuestro superyó.

Dependerá de nosotros decidir quien ganará la batalla.

_______________

Referencias:

  • Breuer, J y Freud, S. (1895) Estudios sobre la histeria (2ª ed. 1985), Amorrortu ed; O.C; Tomo I.
  • Ellenberger, H. El descubrimiento de lo inconsciente. Historia y evolución de la psiquiatría dinámica. Cap. VII; Editorial Gredos. Madrid. 1976
  • Freud, S. (1895) Estudios sobre la histeria (2ª ed. 1979), Amorrortu ed; O.C; Tomo II.
  • Freud, S. (1900) La interpretación de los sueños. (2ª ed. 1984), Bs. As. Amorrortu Ed; O.C; Tomo V
  • Freud, S.  (1912) Notas sobre el concepto de lo inconsciente en psicoanálisis. (2ª.ed.1986), Bs. As. Amorrortu Ed; O.C; Tomo XII
  • Freud, S. (1923) El yo y el ello. (2ª.ed.1984), Bs. As. Amorrortu Ed; O.C; Tomo XIX
  • Freud, S. Conferencia 31: “La descomposición de la personalidad psíquica”
  • Freud, S. (1915) Lo inconsciente. Bs. As. Amorrortu Ed; O.C, Tomo XIV
  • García Podestá, R. (2003) Noción de aparato psíquico. Publicaciones del Área de Psicoanálisis. Versión xerox. UDELAR 2003.
  • Laplanche, J y Pontalis, J. (1981) Diccionario de Psicoanálisis. Tercera edición revisada bajo la supervisión del Doctor J. Laplanche, Barcelona 1982, Ed Labor.
  • Pinkola Estés, C. (1995) Mujeres que corren con los lobos. Bs. As. Biblos Ed.
  • Rodríguez, M Nelly. (2003) Inconsciente y Represión. Publicaciones del Área de Psicoanálisis. Versión xerox. UDELAR 2003.

Mayte García Zícari
Últimas entradas de Mayte García Zícari (ver todo)

Comentarios

comentarios

One Comment - Write a Comment

  1. Andrea Coppola Zícari
    · Edit

    Muy bueno felicitaciones!!! Me gustó ya que continúa profundizando el cuento original de «Mujeres que corren con los lobos»

    Reply

Post Comment

*