Féminas: una crisis agravada

Féminas: una crisis agravada
Foto: Talía Chacón

Por Talía Chacón

 

Y de hecho el concepto de mujer engloba, visto en sí mismo las más diversas cualidades, y la mujer es siempre la paradoja de sí misma en cuanto que por su actividad creativa la vida misma está constantemente actuando en ella.

Lou A. Salomé, El erotismo

El siguiente artículo reflexiona sobre algunas tensiones que se despliegan respecto a la composición de los cuerpos de las mujeres en la actualidad, su cotidianeidad y la posibilidad de habitar un tiempo “para-ser”. Cuestiones que adquieren particular importancia para la praxis psicológica, especialmente en temas de género y producción de subjetividad.

En el marco de la sociedad del rendimiento, como expresa Han (2012) los cuerpos de las mujeres son fuertemente interpelados: el mercado laboral demanda «individuos» autónomos, gestores de si, replegados sobre sí mismos en una búsqueda final del rédito económico (Beck, 1998); los modos de producción que sostienen estos procesos de individualización,  movilizan los cuerpos femeninos, coexistiendo con una fuerte tradición en cuanto a que ser-mujer significa a priori una existencia abocada al cuidado de los otros. Curiosamente, o quizás no tanto, las actividades orientadas al cuidado son «naturalizadas» y han construido feminidad por décadas, siendo adjudicadas a los cuerpos de las mujeres (entre otras razones) de acuerdo a Rodríguez (2015), por las bases biológicas del embarazo y la gestación.

Los cuidados han sido territorio labrado por las mujeres, sin embargo no es reconocida su gran importancia a nivel económico; siendo el sostén de las tramas sociales. Orozco (2006) refiere por cuidado al mantenimiento de la vida en su dimensión cotidiana y de la salud, además de la gestión de recursos que permiten sostenerla;  presenta dos dimensiones: una del orden de lo “material” -tareas con resultados tangibles- y otra “inmaterial” -que tiene que ver con las relaciones afectivas y el bienestar emocional.

Por lo tanto, asumiendo de acuerdo a lo planteado que los cuerpos de las mujeres traen consigo en su cotidianidad la “carga” de la posibilidad de sostener la vida: ¿Cómo se relaciona este rol antiquísimo vinculado al cuidado con la creciente inclusión de las mujeres en el mundo del trabajo remunerado? ¿Cómo hace cuerpo el rendimiento en esta situación? Carrasco (2001) enuncia que actualmente estamos ante una «doble presencia femenina»:

En concreto, se observa que junto al modelo de trabajo tradicional –hombre proveedor de ingresos y mujer ama de casa – coexiste un modelo alternativo basado en la doble presencia (en el mercado y en el hogar); se trata, no obstante, de doble presencia femenina pues la gran mayoría de hombres continúa teniendo una única presencia, la mercantil (p. 12).

¿Cómo produce singularidades esta «doble presencia»? La cotidianeidad de las mujeres podría convertirse en un constante resistir sustentado en la creatividad individual que se tenga para manejar recursos diversos (Orozco,  2010). En este sentido,  la lucha consigo mismas para poder-poder (Han, 2012), siendo la singularidad “presa” de la resistencia individual, podría condicionar los caminos que encuentra el malestar en los discursos femeninos. El poder-poder devora el poder-ser.  En palabras de Beck (1998): “La oscilación entre la «vida propia» y la «existencia para otros»» (p.139).

El tiempo de las mujeres se asume per se como un tiempo dado para “los otros»; en paralelo, el proceso de creciente individualización se sustenta en la no presencia del otro, siquiera en su admisión como tal  (Beck, 1998). Entonces bien, ¿Cómo late el cuerpo de las mujeres en tiempos de des – territorialización de “lo otro”?

Rollo May, psicólogo existencial, define “ser” como una estructura singular de potencialidades (1963). En este sentido, “no poder ser” implica no poder desplegar nuestra potencia, pensando en términos spinozianos[1]; “no poder ser” nos abstrae del hecho de que tenemos un tiempo único e irrepetible de existencia. Me pregunto si esta abstracción poco “tangible” del tiempo “para sí” no condiciona el modo cotidiano en que la mujer se da forma a sí misma, sosteniendo un malestar que atraviesa como una sombra discursos y prácticas.

Mabel Burin (2000), por otro lado, plantea las condiciones opresivas de existencia de las mujeres como grupo social, especialmente en su cotidianidad, como factor crucial en el abordaje de la salud mental femenina. En este sentido, propongo profundizar sobre la vivencia singular del tiempo cotidiano de forma explícita a modo de intentar conocer cómo algunos mecanismos producen ciertas afecciones en los cuerpos de las mujeres; es decir, como hacen cuerpo algunas de las tensiones que he planteado anteriormente, entre ellas, la que aparece entre el tiempo “para sí” y el tiempo “para otros”.

En concordancia, el enunciado explícito de la vivencia del tiempo en lo cotidiano podría ser un posible camino hacia nuevos modos de acercarnos a la performatividad del devenir-mujer y a sus particularidades; otro modo de elucidar aquello latente en esta actualidad de dobles presencias a servicio del rendimiento, de poderes que no nos empoderan, y de hábitos que obturan nuestra posibilidad de significar nuestra propia existencia. Esto es en alguna medida una invitación a ser  más creativas y creativos que nunca.

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El presente artículo se sustenta en la realización del Trabajo Final de Grado en psicología “Cuerpos de arena: repensando los modos femeninos de habitar el tiempo” (2017), y en el proceso que vengo transitando en mi cursada de la Maestría en Psicología Social de la Facultad de Psicología, UDELAR.

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Referencias:

  1. En referencia al filósofo holandés Baruch Spinoza, uno de los pensadores más importantes del Siglo XVII (nota del editor).

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Bibliografía:

  • Burin, M., Moncarz, E., & Velázquez, S. (2000). El malestar de las mujeres. La tranquilidad recetada. México D.F.: Paidós.
  • Beck, U. (1998). La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. (J. Navarro, D. Jiménez & M. R. Borras, Trad.). Barcelona: Paidós.
  • Carrasco, C. (2001, octubre). Hacia una nueva metodología para el estudio del tiempo y del trabajo. Cuentas Nacionales de Salud y Género, Ponencia llevada a cabo en el Taller Internacional de la OPS-OMS y el FONASA, Santiago de Chile. Recuperado de http://centreantigona.uab.cat/docs/articulos/Hacia%20una%20nueva%20metodolog%C3%ADa%20para%20el%20estudio%20del%20tiempo%20y%20%20del%20trabajo.pdf
  • Han, B.-C. (2012). La sociedad del cansancio. (A. S. Arregi, Trad.). Barcelona: Herder.
  • Han, B.-C. (2015). El aroma del tiempo: un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse. (P. Kuffer, Trad.). Barcelona: Herder.
  • Salomé, L.A. (1993). El erotismo. Barcelona: LUNAS.
  • May, R. (1963) El surgimiento de la psicología existencial. (M. Chérb, Trad) En G. W. Allport, A. Maslow, C. Rogers & R. May. Psicología existencial (pp. 9-58). Buenos Aires: Paidós.
  • Orozco, A. (2006). Amenaza tormenta: la crisis de los cuidados y la reorganización del sistema económico. Revista de economía crítica, 5, 7-37. Recuperado de http://observatoridesc.org/sites/default/files/1_amenaza_tormenta.pdf
  • Orozco, A. (2010). Diagnóstico de la crisis y respuestas desde la economía feminista. Revista de Economía Crítica, 9(1), 131-144. Recuperado de http://revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/revistas/n9/7_Amaia_Orozco.pdf
  • Rodríguez, C. (2015, marzo-abril). Economía feminista y economía del cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad. Nueva Sociedad, 256, 30-44. Recuperado de http://132.248.9.34/hevila/Nuevasociedad/2015/no256/3.pdf

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