El viaje de la vida desde una bicicleta: un ejercicio para la libertad

El viaje de la vida desde una bicicleta: un ejercicio para la libertad
Foto: Ana Laura Sosa Iriarte

Por Ana Laura Sosa Iriarte.

Fragmentos del Libro El viaje de la vida desde una bicicleta. Un ejercicio para la libertad

“No hay edad, ni condicionantes para viajar en bicicleta, como en casi todos los aspectos de la vida uno se pone “límites” que realmente no existen. He visto viajar familias completas con niños muy chiquitos, como gente muy grande con la misma vitalidad, he conocido gente de plata y gente de no mucha plata que disfrutaba de la misma manera. También vi gente con súper bicicletas y gente con bicicletas playeras que se caían a pedazos y sin embargo ambos habían recorrido miles de kilómetros. Gente de distintas creencias e ideales que compartían una comida. También vi a mujeres viajar solas alrededor del mundo, jamás negué su capacidad, simplemente que a veces escuché a muchas de ellas sentirse condicionadas por su sexo. Y sobre todo vi como gente con distintas capacidades pedaleaba a la par mío. Es una actividad recomendada para todo el mundo pero no son muchos los que pueden lograrlo (romper con las barrera de ese famoso miedo de dejar la comodidad de la ciudad y buscar la incertidumbre de la aventura, la exploración)”

Haciendo eco a este afán tan propiamente humano de poner orden al desorden, de decir algo acerca de lo no dicho, es que empiezo este viaje contándoles que “El viaje de la vida desde una bicicleta. Un ejercicio para la Libertad”, intenta ser justamente esto último. Intentando poner en palabras algo de aquello que se siente y percibe, cuando se vive viajando en bicicleta.

Es en este sentido que a partir de la psicología como disciplina académica, he tratado de sistematizar mi experiencia de vida y la de otras personas que como yo decidieron conocer el mundo y conocerse a sí mismos desde una bicicleta.

Tal como dicen los cicloviajeros entrevistados; “… la esencia de viajar en bicicleta es respetar los tiempos internos de cada uno, donde parar, donde quedarse a descansar y cuando seguir…”, “…Prisa es lo último que hay que tener a la hora de viajar en bici…”, “…no hay que llegar rápido a ningún lado…”, “… no viajo para «correr», sino que viajo para «recorrer (…) decido mi velocidad …», “…llegué a perder por completo la noción de en qué día vivía, cosa de la que nunca me creí capaz…Hermosa sensación! (…) sos dueño de tu tiempo…”, “…rara vez estoy seguro de qué día es y hasta he llegado a equivocarme de mes…”, “… aprendimos a viajar despacio…”,    “… dilatamiento del tiempo…”, “… Fui cambiando mi concepto de tiempo y velocidad…” “…Disfruto sin mirar el reloj, pero mirando el cielo y el sol…”, “…el tiempo pasa más lento… entonces aparece el tiempo de la naturaleza: afuera el sol sube y baja, el cielo cambia sus colores, aparece la luna y las estrellas…”.

Aparecen anécdotas tales como: “… una vez en la Patagonia encontré un cicloturista Holandés que viajó unos días con nosotros, venia de Ushuaia , y le pregunté por la cantidad de kilómetros y días que llevaba de recorrido y me dijo que no tenía idea, que ni siquiera usaba reloj, cuando se hacía tarde se dormía y cuando era temprano se levantaba…me dijo que si quisiera estar preocupado por la distancia y el tiempo, mejor se hubiese quedado en su trabajo o en casa en Holanda…lo encontré totalmente aceptable…”

“… El tiempo desaparece…”, “…el tiempo se pausa…”, aunque cuando miras atrás viviste muchas cosas de las que sólo podrás poner en palabras muy poco de ello, aunque siempre estarás repleto de historias para contar. Pues como bien dice un compañero de ruta, “…El cicloturista mide su viaje en E/h (Experiencias por hora)…”, puesto que “… Viajar de esta forma desencadena miles de experiencias que hacen que una semana tenga la apariencia de un mes, de tantas cosas que pasan….” quizás pues como dice otra cicloviajera, “… se circula con más intensidad… ”. “… Durante el día todo pasa muy despacio. Pero cuando acabas, ha pasado volando, como un sueño…”, “….si una persona viajando en auto vive 10 cosas (por decir un número), yo vivo 100!!…”, nos dicen los entrevistados.

 “La bicicleta es una máquina de libertad” diría un cicloviajero. Pero como dice Fernández, P. “El movimiento de las bicicletas puede ser exitoso si es capaz de reducir la velocidad social, y ello requiere cierto radicalismo de omisión, porque ahora andar en bicicleta no es cumplimiento de una función de transporte, sino el arte de no necesitar, no querer y no importar ir a donde no se pueda llegar con una bicicleta”[1].

“Algo que nos quieren vender, siempre, es la velocidad. Hoy, llegar rápido es importante. Todo tiene que ser ahora y “al palo”. ¿A dónde queremos llegar?”, se pregunta un cicloviajero.

“No se va más rápido porque los lugares estén más lejos, sino que están más lejos porque se llega más rápido, así como no se va más aprisa porque se tengan más cosas que hacer, sino que se tienen más cosas que hacer porque se va más de prisa”[2], agrega Fernández, P.

Siguiendo al mismo autor, “genéticamente el ser humano está hecho para vivir a 10 km/h. En efecto, los sentidos de la percepción, y por ende la civilización, están diseñados para funcionar a velocidades de entre 5 y 15 km/h, que es cuando se camina y se corre; a esa velocidad se puede ver, oír, sentir y razonar con detalle y atención lo que sucede alrededor, mientras que a velocidades más altas estas capacidades se atrofian, y ya no se pueden ver más que bultos, oír más que ruidos, sentir más que vértigos, pero no pormenores, curiosidades y bellezas”[3]

“…La bici te da la posibilidad de no perderte de nada en el camino…”, “… Viajar en bici es viajar a la velocidad adecuada para aprender, conocer y reflexionar…”, “…vas a la velocidad necesaria para apreciar un árbol…”, “… En bici puedes cambiar de ciudad en un mismo día y a la vez puedes pararte a oír el canto de un pajarillo en una rama, disfrutar del sonido de una pequeña cascada de agua, puedes conversar con los lugareños…”,”… admirar en detalle tu entorno, la diversidad de las cosas…”, “…en otro transporte lo harías mucho más de prisa, pero te perderías todos los matices que te da viajar despacio…”, “… Es justamente la baja velocidad a la que se viaja en bici la que permite todo esto, la conexión con el espacio y el entorno…”, “…No hay otro medio de transporte que te deje sentir los olores de cada lugar, los sonidos, los paisajes, etc.…” expresan los cicloviajeros.

 

 

Lo cual está relacionado, tal como dice Dansilio, S. “…con lo que se llama “La profundidad del procesamiento” de Craik y Lockhart, que cuanto más exhaustivo es el recorrido por el estímulo, vos vas conectándolo, por decir así, con más número de redes semánticas o parámetros afectivos, con lo cual vos accedes (…) a un procesamiento más profundo o más acabado…”[4]

“¿A dónde vas tan rápido? ¿Dónde es el incendio? …”, se pregunta un cicloviajero y continúa: “…Tanto quien va rápido, como quien va lento, ambos van hacia un punto, con un objetivo. Pero quien va rápido no puede quitar su vista del camino. En cambio en bicicleta, uno avanza a una velocidad ideal como para que, sin olvidarnos del objetivo fijado, podamos disfrutar el proceso…”

En palabras de Dansilio, S. “…la experiencia es mucho más rica mirando la gente, oliendo los olores. Si vas dentro de un ómnibus el olor es del ómnibus o el del auto. Si vas en la calle, el olor es el olor. El olor forma parte de la riqueza del ambiente por decir así. Lo que hablan las demás personas, el poder tocar una pared o de repente llegaste a un monumento, o lo que fuere y lo tocas, es táctil, se multiplican, me parece, las zonas de contacto….”[5]

Fernández, P. nos dice que ”Por regla general, cuando no se puede apreciar la cara de la gente es cuando uno ya va, como el dueño del Chevrolet, demasiado rápido, más aprisa que la civilización, aunque no más lejos ni a ninguna parte. Einstein se percató de la más rápida velocidad, la de la luz, yendo a pie; mientras que en sus miles de kilómetros, Alain Prost sólo vio una ráfaga de paisaje, 40 veces más burda y aburrida que lo que uno se puede percibir con una paseadita en bici. Así, la bicicleta resulta ser el medio de transporte más civilizado que haya construido el ser humano, porque va a la velocidad de sus pensamientos, con los que había llegado tan lejos antes de acelerar en reversa”[6]

Tal como lo dice Araújo, A.: “… el proponerse conocer distintos espacios en bicicleta es una aventura y toda aventura es una transgresión a la norma. Es un desafío, (…) que no necesariamente porque andas en bicicleta estás apostando a la libertad (…) ni porque no andas tampoco, pero (…) es un elemento que contribuye a pensar el mundo desde otro lugar (…) Contribuye cuando hay una reflexión profunda (…). Las transformaciones en la vida cotidiana revolucionan la vida cotidiana y la sociedad (…) el andar en bicicleta, (…) está, en romper determinadas normas establecidas, (…) pequeños intersticios de poder que hacen apostar a la libertad y al salir un poco de la norma guiada y todo lo que no se adapte (…), a haceres instituidos (…) desde una concepción del tiempo, que es hasta nuevo aviso, es (…) el Capitalismo integrado (…) es diferente”[7].

Elijo viajar en bici pues “… Es la representación física de la forma en que me gusta ver el mundo… ”, “… es una experiencia que si todos llegaran a comprender, este mundo daría un vuelco incalculable, lo imagino a cada rato…”, “…Significa un estilo de vida utópico y a la vez un modo posible de vivir un viaje al detalle…”, nos dicen sabios y comunes viajeros.

Las utopías no fueron pensadas por superhéroes sino que fueron pensadas por gente común, hombres de carne y hueso que necesitan comida, agua y abrigo para vivir. De hecho las nociones de superhéroes y superhombres también fueron creados por éstos hombres comunes, entre ellos el propio Nietzsche, F. , quien afirmaba que “Übermensch” o Superhombre es una persona capaz de generar su propio sistema de valores de acuerdo a su voluntad. Es un ser racional y sentimental. Se deja llevar por sus pasiones y sus sentimientos, pero a su vez, se domina a sí mismo; no busca sólo el placer, busca el conocimiento. Y encuentra en la elección de su camino terrenal la fuente de vida, pues entiende que el superhombre tiene la capacidad y la voluntad de crear su camino. (Nietzsche, F.: 1883)

Por eso…

  • Frente al mundo exacerbado e hipermoderno
  • Frente a la rápida velocidad social
  • Frente al aburrimiento
  • Frente a la labilidad vincular
  • Frente a la contaminación
  • Frente a la comodidad
  • Frente al sistema capitalista mundial integrado

Viajar en bicicleta como ejercicio para la libertad, pues mientras la rueda ruede seguimos en camino…

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Referencias:

  1. Fernández, P. (2005) En: Gómez, J. Reseña de «La velocidad de las bicicletas y otros ensayos de la cultura cotidiana. Athenea digital, núm. 8 otoño 2005. Universidad Autónoma de Barcelona – España. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=53700832
  2. Ídem.
  3. Ídem.
  4. Sosa, Ana. (2014). El viaje de la vida desde una bicicleta. Un ejercicio para la libertad.  Lulu
  5. Op. Cit. iv
  6. Op. Cit. i
  7. Op. Cit. iv

Ana Laura Sosa Iriarte
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Comentarios

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  1. importánte defénsa de conocimientos y experiéncia con soporte académico,año a año gana más fuerza el huso «ético»social de la bicicleta .y en su pasaje conquista imnúmeros husuários,lo que hace de este libro una nescesidad,.brabo.

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