El mito del héroe

El mito del héroe
Eneas derrota a Turno: Luca Giordano

Por Daniel A. Fernández

Con variantes que no modifican su verdadera esencia, una misma historia es narrada una y otra vez desde tiempos pretéritos. Ya sea que su nombre fuera Aquiles, Perseo o Gilgamesh, o que se trate de un personaje de Julio Verne o Tolkien, invariablemente el mito del héroe se presenta en una suerte de modelo universal. Básicamente, la misma estructura que vuelve a repetirse, en la que podríamos considerar la historia más vieja del mundo, nos da cuentas de alguien que debe emprender una dificultosa travesía, afrontando peligros y con el fin de conseguir su meta. Parecería que siempre se trata de enfrentarse al mal. Obstáculo tras obstáculo, el héroe avanza persiguiendo su objetivo.

Si más allá de las superficiales diferencias este mito sobrevive aún, es fácil deducir que se debe al profundo interés que despierta en cada ser humano. ¿Por qué? Porque el viaje del héroe es una parábola del camino que toda persona recorre a lo largo de su vida. Todos, en mayor o menor medida, nos vemos enfrentados a distintos obstáculos que debemos atravesar a medida que avanzamos.

En el mito del héroe se observa cómo, en su itinerario, el viaje cobra tintes iniciáticos debido a que trae una transformación para quien lo realiza. De igual modo nosotros, si nos atrevemos a traspasar esas barreras que nos dificultan el paso, lograremos aprender y transformarnos. Nos guste o no, no hay forma de eludir la travesía. El hecho de estar vivos nos demuestra a diario que estamos inmersos en un viaje. Pero depende de la actitud de cada uno llegar también a ser un héroe o no.

 

 

Algo importante a tener en cuenta es que, la mayoría de las veces, los obstáculos externos no son más que el reflejo de obstáculos internos. Por ejemplo: Una persona que siempre topa con el maltrato de los otros, tal vez pueda caer en el error de pensar que su principal obstáculo son esos nefastos otros. Sin embargo, si el obstáculo externo es el maltrato ajeno, el obstáculo interno que lo habilita es que dicha persona no sabe poner límites a esos otros o lleva a cabo pésimas elecciones a la hora de vincularse. Y es pues este, el obstáculo interior, el que realmente se debe atravesar. Al igual que en el ejemplo mencionado, pueden hallarse una infinidad de casos en donde lo exterior no es más que el resultado de algo interno que debe resolverse. De ahí la importancia de comprender que cuando un aparente obstáculo externo te detiene, dicho obstáculo está siendo alimentado por el poder que tú mismo le das internamente.

Así como en el mito del héroe, en nuestras propias vidas hacemos un viaje que está interrumpido por circunstancias que debemos superar. Cada obstáculo es un límite, pero no te confundas con lo que ves en lo exterior. La pregunta que debería guiarte no es qué hacer con eso que se interpone ante ti, sino más bien qué tienes que ver tú con eso. De lo contrario, ya no habrás de avanzar y simplemente caminarás en círculos.

Daniel A. Fernández
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