Si bien la visión de la inserción profesional del psicólogo en las instituciones educativas, en su gabinete tradicional, se ha ido modificando acorde a las diversas demandas y cambios históricos y socioculturales que han devenido en nuestro país, muchos colegas y otros profesionales que conforman el equipo, se encuentran, aun en nuestros días, con la problemática de no contar con un lugar físico estable necesario para trabajar.
En la actualidad, es el sentir de muchos colegas y profesionales en el área de la educación, que ese lugar físico aún permanece en construcción. Ahora ¿la construcción en dónde está?
Primero, antes de hablar de construcción física, debemos imaginarnos la construcción mental, el lugar psíquico del que parten nuestras acciones. Antes de hacer algo, tenemos que imaginar cómo queremos que sea; ejemplos de ello serían: antes de empezar a escribir un libro, nos imaginamos qué queremos escribir, qué cosas queremos integrar; antes de irnos de vacaciones, nos contactamos mentalmente con el lugar; para elaborar una comida imaginamos qué queremos comer, etc.; lo mismo sucede con el psicólogo o el Equipo Multidisciplinario en las instituciones: antes de su llegada, las Direcciones del centro deben contar con un lugar psíquico para él, creer que va a aportar a la escuela, confiar que va a poder ayudar a los alumnos, profesores, trabajar en equipo, apoyar el proyecto del centro, aportar a la comunicación, a la resolución de conflictos, entre otros. Posteriormente es cuando el lugar se encuentra, dónde muchas veces se trata de un lugar compartido con el equipo de Adscripción, Dirección, biblioteca, pero pocas veces hay un lugar destinado sólo para el equipo multidisciplinario, más aún tratándose de estructuras edilicias viejas, donde no se contemplaba incluir nuevas figuras.
También es importante que quienes allí conviven, alumnos y/o docentes, se acerquen y tengan de referencia un lugar donde encontrarnos, donde habilite a trabajar, pensar o buscar estrategias conjuntas de resolución de conflictos, y desde allí hacer posible la continuidad de los procesos y el seguimiento.
De la mano con el espacio psíquico y físico van las posibilidades de construir el sentido de pertenencia, las ganas y motivación de construir para el centro educativo y fortalecer el vínculo con todos los presentes.
Desde esta perspectiva, cuando se nos transmite que no hay un lugar físico para trabajar, entendemos que tampoco existe el lugar psíquico. Si bien se puede “forzar” la presencia del equipo multidisciplinario para trabajar en una escuela, el trabajo se verá afectado por lo anteriormente expuesto, y también, desde la distancia, nos brindará aportes para identificar una posible institución disfuncional con problemáticas sin resolver, que han trascendido la órbita del tiempo, y poco tendremos que aportar a la comunidad en cuestión como profesionales.
Para trabajar en el marco de prevención e intervención sobre situaciones de Bullying entre otras, ha sido fundamental contar con un lugar para realizar entrevistas, citar a los padres, trabajar con los delegados, docentes y adscriptos, así como también ha sido muy importante ese lugar que nos han dado las adscriptas, los docentes y funcionarios para trabajar en forma conjunta.
Por otro lado, es muy valioso poder contar con los recursos materiales de una institución sin dificultades para nuestra tarea: computadora, cañón, teléfonos, hojas y lápices para realizar actividades, bibliógrafo para documentación, contribuyendo a fortalecer ese espacio desde donde enmarcamos nuestra práctica. Por otro lado, es frecuente detectar el apropiamiento de recursos comunes por parte de algunas personas en las instituciones educativas, como ser llaves del baño, claves de acceso a los equipos, fotocopiadora, teléfonos, etc, lo cual dificulta los vínculos y obstaculiza la tarea de los profesionales que se encuentran desempeñando funciones en ese mismo lugar. Como consecuencia, se evidencia un desgaste importante de energía, que lleva a que los equipos de trabajo no sostengan su permanencia por mucho tiempo.
Así mismo, debemos transmitir a las Direcciones la privacidad que deberán tener esos espacios físicos, muchas veces compartidos con otros actores institucionales.
Continuando con el lugar y el espacio del Psicólogo, o el equipo multidisciplinario, en las instituciones, se encuentra el lugar que le damos a la información que manejamos. Es importante recordar que los psicólogos contamos con un “Código de Ética Profesional” elaborado por la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay, la Sociedad de Psicología del Uruguay, Facultad de Psicología (UDELAR) y Facultad de Psicología (UCU), que brindan pautas a la hora de realizar nuestra práctica en los distintos escenarios, dentro de los cuales se encuentra el educativo.
Muchas veces nos encontramos con informes con datos delicados del estudiante y su familia, los cuales presentan un manejo inadecuado dentro del ámbito institucional, en consecuencia, la ansiedad de adultos bajo el “querer saber”, enterándose y anexando su propia subjetividad e interpretación personal -el conocido «teléfono descompuesto”- a la historia que se presenta, involucrando personas que nada tienen que ver con la situación -se entera toda la pirámide de funcionarios de la comunidad educativa, sin descartar que llegue a los adolescentes- y que lejos de ayudar, contribuyen a multiplicar la violencia de vida que ya aparece en el informe escrito o relato.
El proceso de fortalecimiento de la confianza, tanto del psicólogo como de otros profesionales y referentes que intervengan con los involucrados, es fundamental para el logro de la resolución de la situación y la búsqueda de ayuda de quienes lo necesiten con el mayor de los respetos.
También será importante cuidar los medios de comunicación, tanto tradicionales como electrónicos, por los cuales circula la información en cuestión: fax, correo electrónico, teléfono, sobres, etc.
Es importante tener en cuenta la devolución verbal, breve síntesis, o ambas, teniendo en cuenta los anteriores aspectos, los cuales deben sumar para ayudar al joven, y que los interesados sepan en qué estamos trabajando, que se ha tomado contacto con el alumno, la familia, las redes, etc. De esta forma estaremos calmando ansiedades, promoviendo que se participe y se acompañe desde un lugar más saludable y de respeto.
Finalmente, tener presente siempre que, tanto estudiantes como personas que nos encontremos trabajando, tienen todo su derecho de denunciar ante la justicia y reclamar ante el no cumplimiento del procedimiento de confidencialidad y respeto hacia su persona, amparados en el “Código de Ética profesional del Psicólogo”, más allá que ésta práctica de mal manejo de la información esté erróneamente naturalizada en muchos lugares.
Vivimos, día a día, en un mundo cada vez más complejo, al decir de Edgar Morin: “El mundo se moverá en una dirección ética, sólo si queremos ir en esa dirección. Es nuestra responsabilidad y nuestro destino el que está en juego. El pensamiento complejo es una aventura, pero también un desafío.”
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Referencias:
- Fernández, L. Instituciones educativas. Dinámicas institucionales en situaciones críticas. Paidós. Bs. As. 1994.
- Coordinadora de Psicólogos del Uruguay. Código de Ética Profesional del Psicólogo. Recuperado en: http://www.psicologos.org.uy/codigo.html
- Bleger. J. Psicohigiene y Psicología Institucional.: Ed. Paidós Buenos Aires 1991
- Morin, E. La epistemología de la complejidad. Granada. 2004
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