El enfermo mental: portavoz de una enfermedad grupal

El enfermo mental: portavoz de una enfermedad grupal
Foto: George Crux

Por Daniel A. Fernández

Para Pichon Rivière, el enfermo mental y su familia guardan una estrecha relación. Dicho autor expresa que el grupo familiar, en estado de anomia frente a la enfermedad de uno de sus miembros, incrementa la depresión de ese sujeto. Y ese es el punto de partida que, en un proceso de regresión, se va a articular con una estructura depresiva anterior, reforzándola. Para el autor mencionado, el enfermo mental es el portavoz de la ansiedad y conflictos del grupo inmediato, es decir de su grupo familiar. Y esas ansiedades y conflictos que son asumidos por el enfermo terminan por acarrear un sentimiento crónico de inseguridad, un índice de ambigüedad considerable y sobre todo un índice de incertidumbre también crónico, sometido a zigzags de acuerdo con la situación histórica de cada momento. Para Pichon Rivière, este paciente sería el “alcahuete” que estaría denunciando la subestructura de la cual él se ha hecho cargo.

Un ejemplo claro de cómo el enfermo es el portavoz de la enfermedad del grupo familiar, lo expone el autor mencionado al hacer referencia a los pacientes que aparecen clínicamente con cuadros de defecto intelectual. El autor explica que el paciente comúnmente denominado “tarado” se hace cargo de la parte “tarada” de cada uno de los otros miembros, quienes la proyectan masivamente, cerrándose así el círculo vicioso. Es decir que los otros lo manejan como “tarado” y éste a su vez asume dicho rol.

Pichon Rivière sostiene que la interacción en un grupo familiar se estructura sobre la base de un interjuego de imágenes internas. Cuando en un grupo se produce la emergencia de una enfermedad mental, los integrantes tendrán una imagen del sujeto que enferma, la que se va a conjugar con las imágenes que él tiene de los otros integrantes, de sí mismo y con lo que cree que los otros piensan de él. Además, cuando alguien enferma en un grupo familiar, se da una tendencia a la exclusión de ese miembro, surgiendo el mecanismo de segregación (de cuya intensidad dependerá el pronóstico del paciente). La marginación se produce porque el enfermo mental es el depositario de las ansiedades de su grupo, y por ende se lo trata de alejar con la fantasía de que así también desaparecerá la ansiedad.

 

 

Pichon Rivière también comenta que una vez iniciado el proceso corrector, resulta muy frecuente que tras algunas sesiones de grupo familiar haga eclosión un conflicto que, conocido por todos, era mantenido en silencio. Este conflicto silenciado, secreto, se había convertido, con la complicidad explícita o implícita de los integrantes, en un “misterio familiar”, generador de ansiedades. Se ha provocado así una ruptura de la comunicación.

El carácter misterioso (peligroso) de esta situación se ve permanentemente realimentado por esa “conspiración de silencio”. La familia vive el enfrentamiento del conflicto, la desocultación, como una catástrofe y se resiste al esclarecimiento.

Pichon Rivière propone que el portavoz, por el sólo hecho de enfermar, nos está advirtiendo que algo anda mal en ese grupo familiar. Y a veces no hay sólo un portavoz sino varios, cuyas palabras y acciones proporcionan elementos para descifrar, para armar un rompecabezas en ese momento del acontecer grupal subyacente y que no tiene posibilidades de emerger de otra manera. El portavoz denuncia su problemática, pero puede denunciarla porque es, en cierta medida y en ese momento, quien vive y siente esa problemática con mayor intensidad que los otros integrantes del grupo.

Daniel A. Fernández
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  1. Hola Daniel. El artículo, seguramente por la necesidad de lo breve y con carácter divulgativo, está bastante bien. Sin embargo creo que se podría haber encarado en dos o tres exposiciones separadas dandole a los lectores, una mayor profundidad de los contenidos propuestos por P.Riviere y la PSICOLOGÍA SOCIAL. Otra observación es la denominación «vulgar» de lo que P.Riviere denomina EMERGENTE. La carácterización y utilización de esos adjetivos, que contienen una carga peyorativa social, no me parece la mas adecuada, aún en la posibilidad de que el lector no pueda indentificar al EMERGENTE dentro del Grupo Operativo (familia).
    Un saludo, desde España.
    Eduardo.

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