Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?

Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?
«Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?» (2014)

Por Fernando Sorrenti

Esta comedia llena de humor, trata sobre los Verneuil, un matrimonio muy tradicional, católico y padres de cuatro hijas. La odisea comienza cuando absortos contemplan como sus hijas se casan con inmigrantes y no comparten su misma fe.

Más allá de las situaciones graciosas que se van dando a lo largo del filme, se aborda el racismo, la integración del extranjero a la sociedad y las esperanzas que los padres depositan en sus hijos.

Es inevitable que los padres depositen en sus hijos un sinfín de expectativas y muchas veces provienen de lugares de nuestro ser que pueden resultar nocivos para el desarrollo del niño. “M’ hijo el dotor” de Florencio Sánchez es un claro ejemplo de ello.

En algunos casos, los padres pierden la perspectiva de que si bien sus hijos están bajo su cargo, dan por sentado también que tienen el derecho de diseñar su futuro, eligiéndoles su profesión, inculcándoles sus mismos gustos y preferencias, como la elección de su equipo de fútbol. Cargarles con esta pesada mochila a los niños puede provocar culpabilidad, porque sienten que deben complacer a sus padres asumiendo algo que no les gusta. Dificulta también en el niño, su libre desenvolvimiento y felicidad en la vida. Esto está presente en las últimas escenas de la película.

A su vez, el matrimonio Verneuil, si bien aceptan a regañadientes la decisión de sus hijas, no deja de cuestionarse en que han fallado. Esa frustración se transforma en síntomas de depresión en la esposa y de negación en el marido. La llegada de sus consuegros para la boda obligara a Claude y Marie Verneuil a tomar el toro por las astas y superar ese racismo tapujeado, muy presente en nuestra sociedad: «yo no tengo nada contra los negros, pero no quisiera que mi hija se case con uno».

La película también da otros mensajes interesantes, como un llamado a abrirle las puertas aquellos extranjeros que vienen a construir una vida y trabajar honestamente, donde pienso en los Cubanos, Peruanos y Dominicanos que están presentes en nuestra sociedad con la ilusión de rehacer su vida en nuestro país. Los esposos representan los nuevos ciudadanos a la luz de la globalización y los movimientos migratorios actuales. También nos recordará que más allá de las diferencias de piel y costumbres, todos necesitamos de todos para salir adelante y no sucumbir en esta torre de babel en que se ha convertido el mundo.

Fernando Sorrenti
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