Cuando hablamos de psicologías sociales

Cuando hablamos de psicologías sociales
Foto: Brian Merrill

Por Andrés Buschiazzo

Es frecuente en nuestro medio creer que la psicología social surgió en la Argentina en contraste con una psicología social norteamericana. Precursora de ellas está la Psicología Individual Comparada (adleriana) de inspiración marxista en cuanto a los aspectos sociológicos pero no económicos. Tal como manifiesta Ansbacher que Adler proclamó, en la Asociación Psicoanalítica de Viena siendo su presidente, a Karl Marx como el primer psicólogo social. El mismo Pichon-Rivièr se inició en el psicoanálisis por la lectura de acuerdo con Rodrigué, como Adler estaba interdicto nunca lo citó. José Bleger sí lo hizo.

Es a partir del modelo genético de Moscovici (constructivista, explica la génesis del conocimiento) que aparece un sentido nuevo en las nociones y en los hechos existentes, introduce un punto de vista crítico que invita a explorar la realidad considerando un espectro más extendido de los individuos, incluyendo a los más desfavorecidos y los menos visibles. Sería inútil agregar que este modelo es más intuitivo menos riguroso que el modelo funcionalista que se apoya sobre una larga tradición.

El libro fue escrito en inglés para un público especializado que se encuentra dentro de la mayoría americana, que sigue la concepción dominante de la psicología social americana.

“Su tono polémico, se explica por el hecho de que combate esta concepción y propone una concepción radicalmente diferente. Prolonga, también, las controversias que han tenido lugar en la Universidad de Dartmouth, ya sea indirectamente por las investigaciones seguidas en varios laboratorios” (1979: 16).

El autor muestra su seguridad de que el público francés estará abierto a lo que allí expresa, “esas ideas han comenzado a tomar cuerpo antes de mayo de 1968, pero todo lo que entonces pasó aparece como un análisis y una conceptualización de prácticas extensamente respondidas” (1979: 17).

Esta coincidencia no es fortuita porque permite precisar y profundizar el sentido de una psicología de las minorías. Advierte a los nuevos lectores que serán más reticentes en cuanto a la naturaleza de los materiales y de las pruebas a las que recurre. En Francia: “se tiene la desventaja habitual de manejar las pruebas y lo materiales de las pruebas de orden histórico, estadístico y clínico que parecen más próximos a la realidad y más naturales”. Por comparación las experiencia de laboratorio son juzgadas como artificiales y estigmatizadas de esoterismo. Se puede decir como algunos lo declaran “que hay una alergia a las matemáticas y esta alergia se ha propagado a la enseñanza universitaria tanto en psicología como en otras ciencia humanas” (…) “Yo no voy a emprender una defensa del método experimental de las ciencias humanas a las que no les concedo ningún privilegio pero la demanda hecha es circular dentro de la mirada donde las experiencias son idealizaciones de situaciones concretas” (1979: 17).

 

 

Una escueta revisión del temario de Moscovici(1979):

Proposiciones de la dependencia y el control social

Resulta pertinente este aporte de una psicología social europea que contiene elementos útiles en el momento de la práctica psicoterapéutica, de la psicología adleriana, ya que ésta siempre estudia al individuo en su contexto. Su fundamento epistemológico y teorético no es ni biológico ni psicológico sino social (Bernstein en Adler, 2002).

  1. En un grupo la influencia social está desigualmente repartida y se ejerce de manera unilateral

La idea es clara y llama al sentido común, la influencia puede intervenir de un costado o de otro, un objetivo. Utilizando una analogía con los procesos de comunicación, se podría decir que la fuente es el emisor de informaciones normativas o emisor de influencias, mientras que el objetivo es el receptor de informaciones normativas o el receptor de influencias. La influencia como la transmisión de información se da asimétricamente, se ejerce desde la fuente hacia el objetivo pero no en sentido inverso (Moscovici, 1979). La psicología adleriana suscribe la afirmación previa porque su praxis terapéutica consiste en develar los objetivos (inconscientes o más precisamente preconscientes).

  1. La influencia social tiene por función mantener y reforzar el control social

Esto es aclarado por Moscovici (1979) a través de Hare (1965) “se cree que los individuos no pueden cumplir una acción concertada o constituir un grupo si no es por una forma u otra de control social” (1979: 25)

  1. Las relaciones de dependencia determinan la dirección y la importancia de la influencia social en un grupo

Moscovici (1979), manifiesta por qué la psicología social ha estado obsesionada por la dependencia. El concepto no es claro ni evidente en sí. La influencia se ejerce de maneras diversas para modificar opiniones y comportamientos.

Presiones hacia la conformidad

  1. Las formas tomadas por los procesos de influencia están determinados por estados de incertidumbre y por la necesidad de reducir la incertidumbre

El autor agrega que dentro de sus primeros estudios sobre la influencia social, Scherif ha postulado que vivimos generalmente en un ambiente fluido e inestable. Las normas nacen y se modifican, en la interacción entre los individuos en condiciones de múltiples posibilidades de respuestas potenciales numerosas y de ambigüedad.

  1. El consenso hacia el cambio de influencias se funda sobre la norma de objetividad

Aunque esta preposición no es muy explícita interviene siempre en los análisis de las interacciones sociales. En otras palabras, en ineludible en nuestra psicoterapia.

  1. Todos los proceso de influencia bajo el ángulo del conformismo y el conformismo solo crea sus características esenciales

Esto es lo que Moscovici (1979) llama “el ángulo del conformismo” en la reflexión acerca de la influencia social y dentro del conjunto de la psicología social.

Confrontación entre la lógica de los teóricos y la lógica de los hechos

El autor señala que dentro de toda empresa científica el objetivo de las teorías y de los métodos es el de sondear lo más profundamente posible los huecos significativos de la realidad. Es admisible que las teorías y los métodos corrientes de la psicología social han tenido tendencia a recortar la superficie de la realidad (Moscovici, 1979)

  • ¿por qué algunos aspectos de la realidad han sido excluidos de nuestro campo de investigación?
  • ¿La incertidumbre merece la posición central que ocupa dentro del modelo teórico?
  • ¿Es lícito continuar usando indiferentemente el concepto de poder y el concepto de influencia?

La segunda parte del libro se refiere al conflicto, la innovación y el reconocimiento social. Habla de la influencia social desde el punto de vista genético.

Minorías y mayorías

  1. Cada miembro del grupo independientemente de su rango es una fuente y un receptor potencial de influencias

El punto más relevante aquí, es el que nos lleva a adoptar una perspectiva diferente a la que se ha tomado habitualmente. Una total comprensión de los fenómenos de influencia exige la consideración de la minoría, el individuo o el subgrupo en función del impacto que ellos pueden tener sobre la opinión del grupo.

El nudo del cambio: el conflicto

  1. El cambio social, tanto como el control social constituyen un objetivo de la influencia

Todas las sociedades son por definición heterogéneas y las personas no pertenecen todas al mismo mundo en el interior de la misma sociedad. Los individuos, las clases, y los intereses profesionales están en conflicto y su objetivos y modos de acción son incompatibles. El orden se cristaliza a partir de la masa cambiable del desorden virtual (Moscovici, 1979).

  1. Los procesos de influencia están directamente ligados a la producción y a la reducción de los conflictos

La influencia se ejerce en el interior del cambio, el desacuerdo es inevitable. El desacuerdo es tomado como una amenaza y es creador de angustia (Moscovici, 1979).

Los estilos de comportamiento

  1. Un individuo o subgrupo influencian a un grupo, el principal factor de éxito es el estilo de afrontamiento

La influencia social implica negociaciones tácitas, la confrontación de los puntos de vista y la búsqueda de una solución aceptable para todos (Moscovici, 1979).

Normas sociales e influencia social

  1. El proceso de influencia está determinado por las normas de objetividad, las normas de preferencias y las normas de originalidad

Moscovici (1979) propone mostrar un cuadro a tres personas diferentes, puede ser que la primera hable de su realismo, que la segunda exprese una simple admiración, mientras que la tercera encuentre cualidades que la entusiasman.

Conformar, normalizar e innovar

  1. Las modalidad de influencia incluyen, entre otros, la conformidad, la normalización y la innovación

El solo estudio de la conformidad no puede dar cuenta de los procesos de influencia en su conjunto, que incluye otras dos modalidad de influencia social: “la normalización” y “la innovación” (Moscovici, 1979).

Psicología Social y Cultural

Moscovici, desarrolla la teoría de las representaciones sociales (RP) y es considerado uno de los más relevantes psicólogos sociales. Es representante de una psicología social, enmarcada en la década de los 80 en Europa, que respondía y criticaba la psicología social norteamericana por descuidar la dimensión social o contextual (como decimos los adlerianos) donde se produce la vida del grupo o las relaciones sociales. La psicología social norteamericana era exclusivamente cognitiva, consideraba a los individuos como si fueran computadoras, procesadores de información, sin tener en cuenta a qué tipo de socialización respondían los sujetos.

Las RP para Staerklé & Doise:

“contribuyen a la construcción de este sistema de significados compartidos que permite a los individuos comunicarse uno con otros. Pero las representaciones sociales conciernen no sólo a un conocimiento común y compartido. Una de las tareas de los investigadores es evidenciar la estructura de las diferencias en el entendimiento que típicamente caracteriza el posicionamiento individual y grupal hacia cuestiones políticas” (2014: 25).

También, se ha considerado que la vida emocional está vinculada a los más instintivo e inconsciente del ser humano, el posicionamiento que desarrolla la Psicología “Tripolar” o Psicología Societal (Staerklé & Doise) es que la vida emocional está regulada por estos significados compartidos y por las culturas a las que pertenecemos y respondemos a guiones. Los significados compartidos regulan las emociones y sus expresiones. Grosso modo, es el caso de algunas culturas donde es aceptado expresar el enojo o la alegría en ciertos escenarios y en otras culturas, es lo contrario, por ejemplo la que describe en relación a la realeza.

En México es conocido el “Día de los muertos” con el propósito de “burlarse de la muerte”. Se preparan pasteles en forma de sonrientes calaveras, esqueletos danzantes y pequeños ataúdes azucarados, forman parte de un ritual en donde no sólo se recuerda a los vivos, sino que es un momento que está permitido despreciar y reírse de la muerte (se trata de un rito de inversión).

Otros caso es el que explica Gheorghiu: “Una princesa sabe controlarse. Los sentimientos son cosas íntimas. Más íntimas que la ropa interior. No se muestran los sentimientos en público” (1967: 34).

El objeto de estudio descrito es la interacción del individuo con los distintos grupos en que el hombre forma parte como un “principio organizador” específico. No se toma la interacción desde un aspecto “unidireccional” sino como una relación “bidireccional”, que se mueve desde un extremo “individualista” a otro “colectivista”, “psicológico” a otro “sociológico”. La psicología social, muchas veces, está tironeada por la “psicología social psicológica”, con un exceso de énfasis en el individuo o la “psicología social sociológica”, acorde a los elementos objetivos de la cultura (Pérez, 2004). Cada sujeto contribuye a construir los grupos de los que forma parte y al mismo tiempo estos grupos influyen y transforman al individuo mismo.

Estos pares antitéticos están en una tensión constante para nuevas síntesis de interacción. El hecho de tomar la interacción como marco de estudio privilegiado, permite una distancia óptima y asimismo se aleja de posiciones extremas expuestas supra y no concibe las prácticas sociales como una relación causa-efecto. Se toma distancia del conductismo clásico que reduce el comportamiento humano individual o grupal a variables de estímulos y respuestas.

Staerklé y Doise consideran la dificultad de establecer límites precisos entre la psicología social y la psicología política y sostienen:

“…Una perspectiva más social que conecte las explicaciones de nivel individual con análisis de la dinámica social como las normas, creencias, valores e ideologías que guían y dan sentido al comportamiento político individual. En esta perspectiva, los procesos cognitivos que subyacen a las relaciones que los individuos establecen con su ambiente político deben ser considerados como manifestaciones de una dinámica relacional y social más que como sus causas” (2014: 24).

Siguiendo el “diagrama de Venn» podemos postular que estos autores proponen la intersección de conjuntos, dos círculos que tienes dos puntos o una área en común. Trae también aparejada una dificultad señalada por Jaspers (1959) cuando dice que es en el intersticio de dos disciplinas que se producen los descubrimientos científicos sociales. Esto implica que al dar lugar a un nuevo conocimiento los científicos de disciplinas diversas se encontrarían en un abrazo en lugar de disputar por su parcela de conocimiento

Se puede pertenecer a un grupo “colectivista” pero eso no significa que no aparezcan las “individualidades” y viceversa. Parafraseando a Kölher (cofundador de la Gestalt Theorie de la percepción junto Wertheimer, Koffka y Bluma Zeigarnik que construyeron una de las primeras reacciones contra el atomismo filosófico y psicológico del que todavía quedan atisbos en el psicoanálisis y en el conductismo) el todo es más que la suma de las partes pero las partes también son significativas y responden a maneras singularizadas de interacción que hacen al todo. Para Koestler: “esa psicología, también llamada Psicología de la Forma en los años finales de 1920 a 1930 está completamente dominada por el concepto de ‘integridad’ y las leyes específicas que regulan precisamente la integración superadora de los datos sensoriales elementales y en conjunto perceptivos” (1946: 452)

Este es el postulado de la Psicología social “tripolar” (Moscovici, 1979), que constituye una síntesis entre individuo y grupo, y que esa síntesis que se produce en la relación de individuo-grupo es algo diferente. Estamos usando un postulado dialéctico hegeliano donde la síntesis se vuelve tesis, genera una antítesis para resolverse transitoriamente en una nueva síntesis y así hasta el infinito. El cálculo de probabilidades y la teoría combinatoria serían insuficientes para explicar el proceso dialéctico común a la Fenomenología de Hegel y Moscovici (1979).

Estos son los clásicos cuestionamientos de Le Bon (1841 – 1931) que se preguntaba porqué las personas actuaban de manera diferente cuando estaban solas y porqué lo hacían de manera distinta estando en grupo. Vaz Ferreira arribó a conclusiones parecidas sin incurrir en el constructo del inconsciente colectivo de Jung, narra la situación de que conocía por separado a buenos estudiantes que un día tuvieron un mal entendido con él como docente y le apedrearon la casa de su madre. Vaz Ferreira sostiene que si no hubiera sido por la presión grupal ninguno de esos alumnos, a quienes consideraba correctos, hubieran incurrido en la conducta expuesta. Esto es “grupo anonimato”, se permite expresar lo que no se hace individualmente. El bienestar psicológico, en buena medida, radica en el ajuste social que hace el individuo en el grupo.

Frente a esta “realidad psicosocial” (porque no es sólo psicológica, ni sociológica) lo que va a estar subyacente es una lucha entre la “uniformidad” y la “diversidad” en la vida cotidiana, motor de la realidad “psicosocial”. Durante mucho tiempo el psicoanálisis criticó a la psicología social por entender que no tenía objeto de estudio. Ahora, sabemos que el objeto de estudio es la “realidad psicosocial”, expresada en los significados compartidos de un grupo que regulan y transforman las relaciones sociales y sus significados. A tal punto, esto se ha señalado en biografías de Freud, escritas en su tiempo y otras actuales (Gonçalves, 2010), al hacer el análisis de la “Psicología de las masas y análisis del yo” hacen dos observaciones, un tanto escandalizantes: que Freud criticó el libro de Le Bon (1945) sin haberlo leído y a su vez, tomó de Adler la psicología del yo.

Estas interacciones se producen dentro de culturas. El término cultura es amplio y heteróclito. Las distintas definiciones tienen en común algún atributo pero ninguna todos. La revisión bibliográfica indica que existen aproximadamente 105 definiciones sobre el vocablo. Psicólogos sociales y antropólogos convergen en definirla como un estilo de vida, como un conjunto de patrones de pensamientos, sentimientos y acciones, socialmente adquiridos (Páez y Zubieta, 2004). Ahí convergen y divergen en su “porciúncula de universo” (al decir de Ortega y Gasset) Margaret Mead, Gregory Bateson, Ruth Benedict y Adler.

Páez y Zubieta (2004) reconocen dos grandes familias de definiciones que corresponden a una “cultura objetiva entendida como patrones de conducta en un hábitat, y la cultura subjetiva, como estructura de significados compartidos” (2004: 1).

El concepto de cultura para Páez y Zubieta (2004) especifica que:

“una cultura no se debe confundir ni limitar (…) a la nación, la etnia, raza y lengua (…) no debemos caer en el error de equiparar una determinada cultura con una nación (…) dentro de la misma nación pueden coexistir diferentes culturas, la cultura indígena mapuche y la chilena mestiza en el caso de Chile, o la cultura gitana y las diferentes subcultura payas en España (…) existen alrededor de 200 naciones y se ha estimado en número de culturas como superior a 2000. Sólo un 17% de los estados existentes se aproximan al Estado-nación, -una sola etnia constituye el 90 % o más de la población-. Sólo 28 etnias de las 575 examinadas constituían una nación-estado homogénea” (2004: 15).

Los componentes de la “cultura subjetiva”, según Triandis (1994 citado por Zubieta, 2008) son:

  • “Las creencias: lo que es, cómo se designa (categoría, lenguaje, estructuras de creencias) y evalúa (actitudes).
  • Los roles: las conductas esperadas y proscritas para los sujetos que tienen posiciones definidas en la estructura social.
  • Las normas: reglas y expectativas que regulan las conductas, creencias y emociones deseables e indeseables para los miembros de la cultura.
  • Los valores: los fines y principios relevantes en la vida, con los que las personas evalúan lo que es deseable, bueno o bello y que sirven de guía de la conducta diaria o como enunciados acerca de cómo deben ser las cosas” (Zubieta, 2008: 204)

La “indefensión aprendida” (Seligman) se da cuando la persona cree que su intervención en la realidad no tiene ningún efecto en el devenir de sus acontecimientos, más bien, es producto del “azar”, por la “suerte” de factores externos al individuo. En el extremo, se encuentra la persona que cree que sus acciones tienen una influencia directa sobre el resultado, llamada “reactancia psicológica” es la posibilidad de intervenir sobre los resultados de forma responsable y activa.

En las modernas psicologías básicas, que han reemplazado a la vieja psicología general, se habla de aloplastia y autoplastia. El primer constructo implica la posibilidad de cambiar el ambiente, el segundo la posibilidad de cambiarnos a nosotros mismos. Dreikurs (1973) discípulo de Adler, manifiesta que “es posible cambiar al entorno cambiándonos a nosotros mismos” (1973: 78)

Hofstede que trabajó en el área de la psicología social y antropológica, es conocido por haber desarrollado herramientas para dar cuenta de cómo la cultura penetra en las personas o cómo los individuos están culturalmente programados y que eso los diferencia de otros grupos. El autor hizo un estudio exhaustivo de un trabajo realizado por el sociólogo Inkeles y el psicólogo Levinson, quienes analizaron los trabajos más significativos en psicología y antropología en el siglo pasado. Estos autores sostenían que todas las sociedades tenían los mismos problemas pero la diferencias estaban en las soluciones que les encontraban. La idea era inferir cuáles eran los conflictos que se repetían a los que esos trabajos pretendían dar respuesta. (Páez & Zubieta, 2004). La conclusión a la que arribaron fue que toda persona necesita resolver en sociedad tres problemas básicos:

  • “Relación ante la autoridad
  • Concepción de sí mismo:
    • relación individuo-sociedad
    • diferencias hombre/mujer
  • ¿Cómo enfrentar el conflicto, controlar la agresión y la expresión de las emociones?” (Páez & Zubieta, 2004: 5)

Hay distintas maneras de resolver estos conflictos, puestos de manifiesto en los estudios de Hofstede sobre las dimensiones en que se ordenan los valores dominantes de las distintas naciones: Distancia de poder, Individualismo-Colectivismo, Masculinidad-Feminidad y Evitación de la incertidumbre (Páez & Zubieta, 2004).

Páez y Zubieta (2004) toman la pregunta directa de Schwartz, “¿qué valores son más importantes para mí y que guían mi vida, y qué valores son menos importantes para mí?”(2004: 3). En el momento de una praxis terapéutica es una pregunta que cala hondo porque deja al desnudo el esqueleto del estilo de vida (= personalidad, yo o carácter) de Adler.

Desde la axiología, la definición de valor no ha podido escapar a cierta petición de principio o tautología, en metafísica “el Ser es”, en axiológica se dice que “los valores valen”, cuasi confirmando a Pratt (en Koestler, 1946) “que la ciencia es una vasta e impresionante tautología” (1946: 273).

A eso es posible escapar mediante una solidez epistemológica como tratamos de intentarlo. Nos basamos en el sentido común teniendo en cuenta que según Ansbacher (1964) la fórmula neurótica es “si…pero” donde el sí representa el sentido común y el pero la lógica privada. Es en el caso de la psicosis donde el sí (sentido común) tiende prácticamente a desaparecer, es de utilidad terapéutica ayudar a visualizar el sentido común.

Es una recensión de la dialéctica de Heráclito que desde su concepción presocrática preconiza que “la armonía es el resultado de tensiones opuestas”. Los autores de marras, bien podrían suscribir la afirmación heracliteana de que “el hombre es un ser siempre en lucha y siempre en armonía”. Esto significa que Zubieta, Adler, Heráclito y gran parte de los constructivistas actuales adhieren a esa vertiente epistemológica.

Con respecto al entorno (o contexto) al que se refirieron Moscovici y Adler, encontramos en Páez y Zubieta (2004) este esclarecimiento tomado de Ross y Nisbett (1991): “ la psicología social ha demostrado que las características de la situación son los determinantes más fuertes de la conducta social. Es un error que la conducta se explica o se deriva únicamente de las creencias que comparten las personas” (2004: 12).

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Bibliografía:

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    First Harper Torchbook.
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  • Dreikurs. R. (1973) Psychodynamics, Psychoterapy and Counseling. Chicago: Adler Unviersity
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  • Gonçalves Viana, M. (2010) [1956]. Psicologia das Multidões Infantis e Adultas. Porto: Domingos Barreira
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  • Jung, C. (2009). La relación entre el yo y el inconsciente. Barcelona: Paidós Ibérica.
  • Koestler, A. (1946). El yogui y el comisario. Buenos Aires: Alda
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  • Páez, D; Zubieta, E (2004). Cultura y Psicología Social. En D. Páez; I, Fernández; S. Ubillos; E. Zubieta (coordinadores). Psicología Social, Cultura y Educación. Madrid: Pearson- Prentice Hall. pp. 25-53.
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  • Staerklé, C y Doise, W. De la psicología social a la psicología política: el abordaje societal. En E. Zubieta; J. Valencia y G. Delfino. Psicología Social y Política: procesos teóricos y estudios aplicados. Buenos Aires: EUDEBA. pp. 23-52.
  • Trilla, J. coord.(2007) El legado pedagógico del siglo 20 para la escuela del siglo 21. Barcelona: Graó.
    Weber, M. ( 2004) [1904/1905]. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. México, D.C.: PREMIA.
  • Zubieta, E. (2008). Valores humanos y conducta social. En M. M. Casullo. Prácticas en Psicología Positiva. Buenos Aires: Lugar. pp. 203-229.

Andrés Buschiazzo
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