El camino del estudiante: ¿lo elegimos?

El camino del estudiante: ¿lo elegimos?
Foto: Snapwiresnaps

Por Eduardo Velázquez

Yo soy estudiante, elegí serlo…

Elegirlo significó salir de la zona de confort para ingresar a un lugar nuevo, diferente y atemorizante. Es aquella primera inscripción en aquella primera mañana, es conseguir el número, es la primer larga espera fuera de Bedelías.

Es descargar el plan de estudios, examinar los primeros programas, coordinar mis primeros horarios y batallar por los primeros cupos.

Son también los primeros parciales, los trabajos y los exámenes; conseguir el material indicado, obtener el libro correcto y hacer las preguntas pertinentes.

Es desvelarse la noche anterior, estudiar hasta el minuto previo a ingresar al aula y el placer -posterior- de haber cumplido.

Ser estudiante es también reclamar lo que es tuyo: lo que te corresponde, lo que has ganado y lo que consideras justo.

Pero ser estudiante no solo implica lo antes dicho, implica mucho más, implica romper con el esquema, salir de la caja y deconstruir aquello que traíamos tan arraigado; ser estudiante posee el más grande de los desafíos que nos presenta nuestra vida adulta -a algunos, otros tantos nos afronta más adelante en el camino- y es el hacernos cargo.

Elegir ser estudiante es elegir hacerte cargo.

 

 

Hacerte cargo es entender que no es «la formación», o «la carrera», sino que es nuestra: nuestra formación, nuestra carrera. Es informarse, es leer, es cuestionarnos a nosotros mismos, a nuestros pares y a nuestros docentes. Es entender que el camino no debe ser vivenciado de forma pasiva: no somos espectadores, somos actores.

Es romper con los esquemas y los estereotipos, entendiendo el tránsito como un todo, desde lo estrictamente obligatorio a lo optativo. Nos han quitado -felizmente- la seguridad de un camino fuertemente delineado para brindarnos la oportunidad de elegir como queremos que sea nuestra formación, pero eso está acompañado por una gran incertidumbre, dónde para elegir debemos informarnos, decidir y responsabilizarnos por ello.

Cada punto en el camino está cargado de compromisos, visibles o no, y cabe destacar que es un doble compromiso: hacia nosotros mismos y hacia nuestros pares. Hacia nosotros porque debemos realizar la carrera que deseamos, no la que conseguimos; y hacia nuestros pares, ya que un estudiante mal inscripto es otro que no consiguió un lugar.

Entendamos que nuestra Facultad no es absoluta ni infinita, nos brinda las bases pero no así el techo. Ni el tiempo ni los recursos son ilimitados, tampoco lo son los docentes. El tiempo es un recurso invaluable, y no olvidemos que es el único activo que jamás se recupera.

Elegir es asumir que la Psicología no es un simple camino con obstáculos de cara un titulo: es una ciencia, y como tal debemos entender que no habla solo de diván, de Freud o de patologías, sino que está teñida de metodologías de investigación, de procesos, de corrientes, de proyectos y de tantas otras aristas que a veces podemos pecar en considerar «innecesarias».

Ser estudiante es, además, elegirlo de manera permanente, es crónico y llega más allá del grado. El proceso no termina con el título en la mano, recién comienza.

Yo elegí ser estudiante: yo elegí hacerme cargo. ¿Y vos?

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