Al borde de los cincuenta: con o sin vitaminas

Al borde de los cincuenta: con o sin vitaminas
Foto: Unsplash

Por Daniel A. Fernández

Estás promediando la mitad de la vida, con algunas cosas resueltas y otras no, sientes que tu espejo te devuelve una imagen con la que al menos te sientes conforme, crees que todo camina sobre ruedas, pero luego llegas a una farmacia a comprar unas simples vitaminas y el afuera se empecina en darte una feroz cachetada. Tú solo pretendes seguir estando bien. ¿Es eso tan difícil? Parece que para el farmacéutico del barrio sí lo es. Ni bien le pides ese famoso complejo vitamínico de moda, él no duda en blandir sobre tu cabeza la espada de Damocles al preguntarte: “¿Quiere el clásico o el plateado?” Tú no sabes de qué demonios te está hablando, apenas querías esas vitaminas para continuar con tu eterna jovialidad. Pero él insiste: “Depende de su edad. Después de los cincuenta se recomienda el plateado”. Apenas llegas a balbucear un tímido “¿por qué?”, y él arremete diciendo: “porque ya se está grande y se necesita otro tipo de cuidados”. Y así es cómo descubres, sin querer, que acabas de cruzar un límite invisible que pretende lanzarte sin escalas a la tercera edad. ¿Habrás de entrar en crisis y hacer un juicio por discriminación a la industria farmacéutica? ¿Robarás las ropas de tus hijos para camuflarte y no sentir vergüenza al salir a la calle? ¿Asumirás por fin que los años no vienen solos y que, ya habiendo pasado el medio siglo, eres la representación viviente de Tutankamón?

No importa cuánto hagas para verte y sentirte bien, pasados los cincuenta tendrás menos ofertas laborales, tu imagen nunca será como la de los modelos juveniles que la sociedad tanto pregona por los medios masivos, tal vez te duela de tanto en tanto la espalda, ya no queda toda la vida por delante sino apenas y con gran suerte otra mitad, y tu farmacéutico seguirá insistiendo en que debes tomar el complejo vitamínico plateado porque ya estás grande. Y entonces te replantearás tu pasado, tus proyectos de antaño, lo que deseaste ser cuando eras aún muy joven y lo que luego conseguiste ya de adulto. Será un momento de balances, con mejores o peores resultados, pero que solamente habrán de ser productivos si es que logras hacerte esa pregunta que te ayude a continuar proyectando: ¿Cómo quieres vivir el resto de tu vida?

No importa en qué momento evolutivo te encuentres, la vida nunca finaliza con un ciclo sino que siempre se abre a un ciclo nuevo que puede resultar prometedor. De ti dependerá que elijas rememorar viejos fracasos o proponerte nuevas metas. De ti dependerá que transites mirando hacia el pasado o de cara al futuro. De ti dependerá que optes por añorar la juventud perdida o por planificar una vida más adulta y mucho más plena. Tienes varias ventajas a tu favor: cuentas con la experiencia de vida necesaria, lo que no te ha matado seguramente te ha fortalecido, el camino transitado te ha hecho conocer más sobre ti mismo y sobre lo que quieres y lo que no, y además tienes delante de tus ojos un camino que podrás transitar airosamente si entiendes que se trata de una nueva oportunidad. No importa qué tipo de vitaminas escojas, así cómo no importa la etiqueta que intente poner sobre ti la sociedad. ¿Estás atravesando los cincuenta? Pues bien… es una hermosa edad como para tomar tus propias decisiones. Seguramente habrán de ser mucho más sabias.

Daniel A. Fernández
Últimas entradas de Daniel A. Fernández (ver todo)

Comentarios

comentarios