Los cuentos de hadas al diván. Parte II: Blanca Nieves

Los cuentos de hadas al diván. Parte II: Blanca Nieves
«Snow White and the Seven Dwarfs»: Walt Disney (1937)

Por Nicolás Cerruti

Los cuentos de hadas al diván

“…pues hablando con imparcialidad, siempre es una fatalidad tener que estar sujeto a un dueño, cuya bondad no ofrece más garantías que su capricho…”
Etienne De La Boétie

Ya vimos en la entrega anterior que el relato de Cenicienta se detiene en el conflicto de la servidumbre. Si bien el que ahora analizaremos le es anterior (Walt Disney estrenó como primer película Blanca Nieves), necesitamos de esta lógica del après-coup para acercarnos a cierta verdad que se encuentra sesgada en Cenicienta. Nos interesa el relato que se genera, y no las películas en sí. Para la historia de la servidumbre nos podemos basar en el interesante escrito de Etienne De La Boétie, El discurso sobre la servidumbre voluntaria, pues Blanca Nieves es ante todo un ser servil. Si Cenicienta era la lame pies, para el perverso del príncipe, el cuento de hada racista, Blanca Nieves es en sí la justificación no de la esclavitud sino de la servidumbre a voluntad. Sería sonso hablar de esclavitud pues no es ese el punto. Es un cuento de por qué siendo que podemos ser libres elegimos —y digo elegimos y no que elige por nosotros— ser serviles; o sea, perder nuestra libertad.

Comienza la historia con puntos de contacto con Cenicienta. Blanca Nieves es bella, lo dice hasta el espejo, en medio de una voluptuosidad sospechosa. Pero hay una diferencia. No está en edad de buscar esposo. Su objetivo no es casarse, como Cenicienta, sino crecer. Es una belleza infantil. Es por eso que la malvada madrastra también es bella. Muchísimo más bella que la madrastra de Cenicienta. En Cenicienta la belleza estaba en serie con sus pares, todas las solteras, y sus hermanastras. En cambio, en Blanca Nieves no hay competencia, no hay pares; solo es por la juventud. Más que bella, Blanca Nieves es joven.

Es cuando una niña comienza a mostrar sus encantos que una madre puede empezar a sentir esos celos bien exclusivos que la atan a su edad como una pérdida sorpresiva e inexorable. Por eso su madrastra es joven también, y lo viejo rebosa de infantilismo, fíjense en los enanitos sino. Blanca Nieves es un canto al deseo de madurar sin perder años.

Lo que martiriza a la madrastra no es que Blanca Nieves sea bella, sino ir viendo que envejece. Es por eso que sobre el final ésta toma un brebaje y se vuelve vieja —no lo era—, y como vieja, mala. Todo lo viejo es malo parece afirmar.

Además, en Blanca Nieves figura con su juventud también la pureza. De ahí parte de su nombre. Más puro que la nieve no hay, pero además es casi una tautología, pues es blanca. La pureza de la pureza es su nombre… que es como se ve lo infantil.

El fruto no es el más feo, el más podrido, sino el más bello, el más jugoso y apetitoso, resulta ser una manzana —con clara alusión al texto bíblico. Pero en vez de ser Blanca Nieves, Eva, y la madrastra, la víbora, y el fruto el motivo de la expulsión del paraíso, es el símbolo de la madurez. Una manzana mordida antes de tiempo, cuando no se llegó a la madurez, cae mal. La manzana es Blanca Nieves. Es ella la que no está aún madura, y debe retozar lo suficiente hasta alcanzar su plena forma. De ahí que caiga en esa profunda siesta, cumple la función de conservar el fruto hasta que esté a punto. Tal vez por eso son 7 los enanos —nueva alusión a la biblia y sus pecados, pero también al tiempo con los días de la semana—, que son a la vez los que resguardan su niñez, los guarda bosques. Es que hay que tener cierta edad para cometer esos pecados bíblicos, pero nadie habla de eso. Es el debate de los inimputables y la reducción de la edad penal. No matarás, si lo hace un niño no es lo mismo que un adulto. No desearás a la mujer de tu prójimo, no es lo mismo en un niño que en un adulto. Por eso los enanos tienen esos nombres, son la versión infantil de los pecados capitales. Blanca Nieves tiene el deseo de madurar como todo niño, es un deseo infantil.

Por eso el cazador, a punto de sacarle el corazón, se detiene cuando la ve —a mi criterio— boba, hablando a los pajaritos, jugando como una niñita. Nuevamente el texto bíblico se filtró a todo trapo y nos figura, no ya el sacrificio del becerro (en lugar del hijo) por Abraham, sino el corazón de un jabalí en lugar del de Blanca Nieves. Pero, ¿por qué la reina le pide algo que no va a poder identificar? ¿Es idiota además de bella? Sí… sin embargo, ya que la iba a matar le hubiese pedido la cabeza. Lo que pasa es que este corazón está puesto por dos cosas: primero, es la fuente de la vida, segundo, debe conservarse en una cajita, rendírsele culto, como se le rinde culto a la belleza.

Volviendo al relato, la madrastra posee el espejo y por lo tanto la visión de lo que es bello. Ella ve que Blanca Nieves es bella, que está creciendo, y que ella a su vez crece, o sea, envejece. Un crecimiento refiere al otro. Se ve vieja y lo niega. La madrastra es una negadora y eso la hace esclava. Es por eso que, en el final, luego de convertida en vieja, desaparece. Si hubiese vuelto al castillo, y nuevamente era la mujer madura y bella, se hubiese enterado que un príncipe despertó a Blanca Nieves y que nuevamente hay alguien más bella que ella, y nuevamente todo volvería a empezar. Pero no. Cuando la madrastra se convierte en vieja ya no volverá a ser más como antes, y es por eso que desaparece del cuento… se sacrifica. Ya es vieja y no lo puede negar. No es el espejo quien se lo dice, no es en el espejo donde lo ve, es en su propia voz y en su propio cuerpo que duele a cada paso, que se fatiga.

Al principio también es una gran negadora, por eso la pueden engañar tan fácilmente. La engaña el espejo, la engaña el cazador, y cuando le da la manzana a Blanca Nieves, es esta última quien la engaña, acepta la negación como motivo del madurar. Acepta la posta, es Blanca Nieves la que ahora se engaña… ha crecido.

 

 

Pero cuando no está todavía lista ella huye, se introduce en el bosque y sufre una crisis alucinatoria… los árboles quieren atraparla, no, quieren manosearla, romperle sus vestiduras. Aquí nos enteramos que el cazador la dejó ir porque había demostrado ya sus apetitos. Blanca Nieves ya estaba apetecible, y esa crisis alucinatoria es por derecho propio una crisis histérica. Blanca Nieves entra en crisis sabiendo que ya no es una niña, y lo que irá a acontecer a continuación, el bosque y el encuentro con los enanos, es el despertar de la madurez, de esa que juega como niña. Los hombres en cuestión son inofensivos, son niños también. Se acuesta en las camas, una actitud decididamente provocativa e histérica. Juega al ama de casa, los trata como niños, los manda a lavarse… Vuelve a ser sumisa como en el castillo, pero ahora es princesa y se juega cierto intercambio. Ahora trabajará, cocinará, limpiará, no por techo y comida, sino para que no la echen. ¿Los enanos podrían echarla, acaso no es ella la princesa? ¿Y si es la princesa por qué la dejan hacer los quehaceres de la casa? Blanca Nieves vive feliz cantando. La inocencia de antes no es la de ahora. Este es el punto clave. ¿Por qué Blanca Nieves sigue siendo sumisa? Es por eso que es interesante este relato, condensa el por qué los hombres se someten voluntariamente.

“De lo que aquí se trata es de averiguar cómo tantos hombres, tantas ciudades y tantas naciones se sujetan a veces al yugo de un solo tirano, que no tiene más poder que el que le quieren dar; que sólo puede molestarles mientras quieran soportarlo; que sólo sabe dañarles cuando prefieren sufrirlo que contradecirle.” Etienne De La Boétie

Todos en el cuento se someten. La madrastra sirve al espejo, es su esclava; pero Blanca Nieves, vamos, es el colmo de la servidumbre. Nos quieren hacer creer que los enanos cuando la reconocen como princesa la dejan seguir siendo la mucama. Limpiaba en el castillo y cantaba; huye, y sigue limpiando en la casa de los enanitos y cantando.

Los animales, libres por naturaleza, se sojuzgan a su canto, y cometen la locura de perder su libertad limpiando. ¿Dónde se vio a un animal limpiando? Solo los animales domésticos, y estos de mala gana, se someten a ser limpitos. Pero déjenlos un poquito libres y verán que ningún buen entrenador ha dejado mella alguna.

“De esto se deduce que todos los seres sienten el peso de la sujeción y corren en pos de la libertad. Y puesto que hasta los animales destinados al servicio del hombre no pueden acostumbrarse a la esclavitud, antes bien declaran su deseo de sacudirla, ¿qué fatalidad pues ha podido desnaturalizar al hombre, único nacido para vivir libremente, hasta el punto de borrarle de la memoria la dignidad de su ser primitivo y el deseo de recobrarlo?” Etienne De La Boétie

Los animales luchan por su libertad, mientras Blanca Nieves se somete, y de hecho es ella quien crea la ilusión de la no-libertad en la naturaleza, pues hace de los animales sus esclavos, ellos mismos deben limpiar ahora la morada de los enanos.

Blanca Nieves está chocha sacando la mugre. Nuevamente lo viejo… es la joven que le pasa el trapo a lo viejo. Y los enanitos son el símbolo perfecto. Son viejos, tienen barba, y hasta son pelados, pero se comportan como niños y tienen la vitalidad de tales. Claro, ellos también se someten, se tienen que bañar, y como niños, si quieren morfar deben lavarse las manos.

Es destacable el oficio de los enanos. Trabajan en una mina, ellos saben del oficio de los tiempos. Entienden de la joya, del bien preciado que entrega la tierra eterna. La joya preciosa necesita tiempo, sino, algún tontín la eliminará con su martillo.

Entonces, a qué se somete una y otra vez Blanca Nieves, ¿a la espera de la madurez?, no, ¿al deseo de crecer?, tampoco. Ella está sometida como la madrastra a algo muy actual: a la idea de la juventud como la belleza última. Claro que esto encubre la versión moderna de por qué los hombres se someten voluntariamente, por qué se pierde la libertad.

“Hay una sola que los hombres, no sé por qué, no tienen ni siquiera fuerza para desearla. Es la libertad, ese bien tan grande y dulce, que cuando se pierde, todos los males sobrevienen y que, sin ella, todos los otros bienes, corrompidos por la servidumbre, pierden enteramente su gusto y sabor.”Etienne De La Boétie.

Blanca Nieves se somete alegremente, una y otra vez, primero con su madrastra, luego con los enanos. ¿Por qué renuncia tan rápidamente a la libertad? Es porque solo su belleza la hace relacionable, solo con su belleza puede ser libre, sin esta, no sabe para qué vino al mundo. Solo vino para ser bella, un objeto bello, a ser exhibido, y está dispuesta a no ser libre, a ser despreciada, a servir, para que puedan apreciarla… hasta, incluso, que la guarden en un sarcófago transparente y ser solo vista. Sin su belleza Blanca Nieves estaría muerta. Para ella es el bien supremo. Este relato parece decir que no hay otro bien. Ya no es la libertad, es la juventud. Nos aconseja someternos voluntariamente a no perder la juventud, o al menos a negar el paso del tiempo… hasta eso, que se convierte en una moda, o quizás en el precepto mismo de la moda, pues es lo que tiene siempre actualidad. Debemos conservarnos, ser un producto de conserva, y negar que en nuestras espaldas se encuentre escrita la fecha de vencimiento.

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Fuente: Cerruti, N. (2012, Marzo 5). Blanca Nieves. Recuperado desde http://www.elsigma.com/literatura/cenicienta/12349

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