El barro y sus formas en el taller de expresión

El barro y sus formas en el taller de Expresión
Foto: PublicDomainPictures

Por Andrea Coppola Zícari

Con las manos en el barro comienza la aventura de descubrir y descubrirnos en el taller de expresión, en el “entre”; entre el mundo interno y el externo, entre la realidad y la fantasía, entre lo agradable y lo que nos puede generar rechazo, embarcándonos en el mundo creativo de los procesos psi.

A la hora de distribuirnos los trozos, los cortamos con un elemento muy simple: una tanza. Estamos prontos y damos comienzo a la obra; “entre” lo individual y la armonía de lo grupal.

El barro o arcilla es un recurso sumamente generoso, rico y aprovechable, para trabajar en diversas actividades y consignas, en las distintas etapas evolutivas, por su poder de simbolización y subjetivación.

A través de su contacto nos transporta rápidamente en el túnel del tiempo, haciendo posible el recorrido por nuestros procesos internos más primarios.

En tanto material histórico, fue utilizado en muchas civilizaciones, y nos conecta fácilmente con nuestros sentidos y sentimientos. Genera en quienes lo utilizan, un sin fin de significados y al Arteterapeuta le brinda la oportunidad de acompañar, una vez más con la técnica, en este interesante desafío.

Según Sara Paín la tierra o arcilla como materia de expresión, está ligada a nuestro universo cotidiano, simbolizando el nacimiento, la vida, la muerte, nuestros afectos, haciendo posible que se proyecten espontáneamente.

En el modelado están presentes todos los elementos primarios y sagrados desde el origen de la vida; la tierra, el agua, el fuego y el aire, elementos que representan en el inconsciente poderes protectores y a su vez adversos y movilizantes.

Remitiéndonos a la historia, es una materia que fue empleada en casi todas las civilizaciones por los hombres, hasta nuestros días, surgiendo una evolución de como se extraía directamente con las manos en la tierra, hasta el avance de la tecnología como facilitador, sin lugar a dudas.

De todas las técnicas de expresión es la que permite ensuciarnos sin juicios, conectarnos con la imaginación y descubrir rápidamente el sentido de nuestras limitaciones hacia la libertad.

Así mismo ofrece varias modalidades para sus construcciones; modelado de una pieza única (a modo de escultura), también integrando varias partes para otra confección individual (uniendo chorizos, bolas), empleando herramientas (cuchillos, paletas de escultor, etc) para lograr lo que la imaginación alcance con los efectos artísticos deseados.

Es viable trabajar desde esta perspectiva la ansiedad, la anticipación, la adaptación, el distanciamiento, la agresividad y el dolor, entre otros, que acompañan al sujeto en su vida cotidiana. Y por sobre todo nos brinda la posibilidad de reparar los errores o fisuras, en la pieza que simbólicamente constituye el aspecto central del proceso psicoterapéutico.

Sara Paín refiere a que el Arteterapeuta será el responsable de orientar en esta técnica a los participantes, y sus sentidos a emplear: vista, olfato, tacto. Asistirá al sujeto en lo que necesite para sus construcciones y reparaciones, habilitándolo a que se conecte con la materia, se beneficie de la experiencia y comprenda el significado de su producción.

Por otro lado, para Guy Lafargue, el barro tiene poderes inductores en temáticas que no dejan de interpelarnos como sujetos: lo excremental; en referencia a la limpieza y pulcritud, el control de esfínteres, las conductas sádico anales, lo regresivo; en referencia a la regresión intrauterina y el traumatismo del nacimiento, lo genital; escena primaria, sexualidad, el pecho materno y la separación del objeto, sin dejar afuera la representación de la destrucción y la muerte.

Luego la exposición de las piezas, que se desarrolla en un espacio escénico dado entre las manos y la mirada en donde “se mantiene la ilusión de control” según el mencionado autor.

Es así como el recurso del barro nos permite enfrentar la angustia, trabajar muchas interrogantes de nuestra propia historia, acercarnos al misterio en torno a la pareja, reeditar la concepción de la vida intrauterina, la constelación familiar y la muerte.

Por sus propiedades, este material no requiere de horno, pero sí de un tiempo de espera para el secado de la pieza. Nuevamente el paralelismo con la vida misma, a través de la espera en el proceso para pasar a la etapa siguiente y poder pintarla.

El barro tiene poderes curativos según lo que nos han transmitido las antiguas civilizaciones. Y actualmente nos lleva a nuevos escenarios de aplicación; siendo uno de ellos, el espacio de arteterapia, dando lugar a significados psíquicos, liberadores y sanadores de gran alcance, sin juicios y con la profundidad que cada uno esté dispuesto a lograr…
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Bibliografía:

  • Lafargue, G. 1986. “La arcilla viviente” Del acto creador a la creación psicoterapéutica. Cahiers de l¨Art Cru N° 4
  • Oaklander, V. 2001. “Ventanas a nuestros niños”. Editorial Cuatro Vientos, Santiago de Chile
  • Paín, S. Jarreau, G. 1995. “Una psicoterapia por el arte”. Nueva Visión, Buenos Aires.

Andrea Coppola Zícari

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